En el caso de Quintana Roo, Baja California Sur y Jalisco, los principales receptores de turismo de México, se cuenta con fideicomisos de promoción que operan con los fondos del Impuesto al Hospedaje, no siempre claros, no siempre tan operativos, no siempre tan transparentes como sería deseable, pero funcionan, hacen la labor y nos representan dignamente, aunque no siempre de manera consensuada.
Al ser órganos de gobierno, existe en varios casos, la tentación de tomar decisiones de manera unilateral, de hacer uso de la imposición y de no consensuar como es debido con los principales actores del turismo.
Los hoteleros, quienes deberían llevar mano en la consulta y la decisión, por ser quienes recaudan y tributan el impuesto al hospedaje, a veces, no son consultados; ni que decir entonces de otros, como agentes de viajes receptivos, restaurantes y centros comerciales, quienes, siendo actores importantes de la cosa turística, son simplemente ignorados. Que podríamos decir por ejemplo del turismo gastronómico, de la enorme y creciente tendencia por el arte culinario en el mundo, en donde podrían diseñarse estrategias de marketing y relaciones públicas para atraer a este selecto mercado, en las que habría que tomar en cuenta las opiniones de reconocidos chefs, propietarios de restaurantes y de hoteles galardonados, entre otros, para estructurar propuestas de marketing gastronómico atractivas, que nos permitan captar segmentos de mercado menos sensibles al precio.
El otro asunto, con los entes oficiales de promoción en los estados que, si cuentan con uno, es que siempre o casi siempre salimos tarde, tanto en los presupuestos, como en las campañas.
El hecho de que no se convoque en tiempo y forma para la discusión de planes y programas, genera en consecuencia que las campañas y planes de marketing salgan tarde o salgan sin consenso y sin la venía de todos quienes deberían o podrían haber aportado.
Los Consejos de Promoción deberían de funcionar como las empresas; sus presupuestos y sus informes presentarse de manera formal, anunciada y muy organizada; a veces se cumple con estos preceptos, a veces no. Deberíamos romper este paradigma.
Si bien tenemos buenas ocupaciones turísticas y muy aceptables números, existen claramente señales de desaceleración en mercados clave como el de los Estados Unidos, nuestro principal emisor; existen áreas de oportunidad para generar segmentos de mayor poder adquisitivo como el Culinario-Gastronómico; Golf, pesca, buceo, entre otros, lo que supone mayores y mejores discusiones de nivel, mayor participación para lograr mejores consensos, mayor capacidad de escucha, es decir, mayor apertura y por supuesto transparencia.
Desde luego, en adición a todo eso, sería deseable y casi imprescindible que México contara de nuevo con un ente institucional de Promoción y Marketing Turístico, así como una Secretaría de Turismo dinámica, objetiva y efectiva.
La Gobernadora de Quintana Roo, quien ha demostrado una enorme capacidad de interlocución con el Gobierno Federal y ha logrado notables e históricas inversiones para el estado, podría sin duda incidir para que el rumbo de la promoción cambie favorablemente para nuestro estado, Quintana Roo y para México.
Al Buen Entendedor…
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