LTe.2 (-L231).1 1 La salvación es la promesa que Dios te hizo2 de que finalmente encontrarás tu camino hasta Él3. 2 Y no puede dejar de cumplirla. 3 Garantiza que4 al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que nacieron en él. 4 La Palabra de Dios5 es dada a cada mente que piensa que sostiene pensamientos de separación y, reemplazará estos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz6.
LTe.2 (-L231).2 5 El Pensamiento de la Paz fue dado al Hijo en el mismo instante en que su mente pensó en guerrear7. 6 Antes de eso, no había necesidad de Él, pues la Paz había sido dada sin opuestos y sencillamente era. 7 No obstante, cuando la mente está escindida, necesita curarse8. 8 Y así, el Pensamiento9 que tiene el poder de curar la escisión, pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo realmente Una10, mente11 que no consiguió reconocer Su Unicidad. 9 Entonces, el fragmento de la mente no se conocía a sí mismo y pensó que había perdido su propia Identidad12.
LTe.2 (-L231).3 10 La salvación es un deshacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de los sueños y de la malicia. 11 De esta manera, deja que las ilusiones desaparezcan13. 12 Al no apoyarlas, sencillamente las deja convertirse tranquilamente en polvo. 13 Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios, donde a partir de ahora se escribe Su Palabra, con los presentes14 de tu perdonar15 depositados ante él y, no mucho más atrás, la Memoria de Dios16.
LTe.2 (-L231).4 14 Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos unos momentos juntos17. 15 Aquí compartimos nuestro sueño final. 16 Es éste un sueño en el que no hay pesar, pues contiene un indicio de toda la Gloria Que Dios Nos dio. 17 En él, la hierba brota, los árboles florecen y los pájaros viene a construir nidos en su ramaje. 18 La tierra nace de nuevo, pero con una nueva percepción. 19 La noche se acabó, y ahora nos hemos reunido en la luz18.
LTe.2 (-L231).5 20 Desde aquí, extendemos19 la salvación al mundo, pues aquí fue donde la recibimos. 21 El cantar de nuestro regocijo proclama al mundo entero que la libertad20 ha regresado, que al tiempo casi le ha llegado su fin, y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante más para que recuerde a Su Padre, los sueños se desvanezcan, la Eternidad eclipse al mundo con Su Luz y, ahora, que el Cielo sea Lo único existe.
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1 La salvación es salvar a otro, porque —siendo su Alma la misma que La tuya— al salvar a su mente equivocada del ego, salvas a la tuya también. La salvación es un proceso que: 1) se inicia cuando ayudas a otro a concienciar que, además de pensar “yo”, “yo”, “yo” con su ego sobrevividor, también posee la alternativa de pensar “nos” a favor de otro(s), siempre y cuando le ponga cuidado a los impulsos milagrosos (o amorosos) que de vez en cuando emergen de su subconsciente. 2) Luego, pensando cada vez más “nos” —que es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo— lo llevará también cada vez más a perdonar al otro(s) y a extenderle(s) los milagros que el mismo Espíritu Santo le sugerirá. 3) Al multiplicarse estas experiencias, querrá creer que constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios por Su Hijo único —Que realmente son todas nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo— y que curará en su mente —ahora acertada— todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que creía que eran reales, y que sufría debido a la lealtad que les profesaba. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T11, T14, T22, T23.2 [13], T29.8, T31, L39, LTe.2 (-L231)
2 … en el instante de la separación,
3 La meta del Curso: 1) es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
4 … en tu mente acertada…
5 La Palabra de Dios es sinónimo de la "Voz que habla por Dios" y de la "Voz de Dios", Que es el Espíritu Santo, que sólo sabe de Amor, y que se expresa —cuando he logrado acallar al casi permanente diálogo de mi "yo" egoísta y egóico conmigo mismo en mi fuero interno— por medio de los impulsos milagrosos o amorosos que emergen desde lo más profundo de mi subconsciente,
6 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, fusionadas todas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro —es decir, que nos damos cuenta de que no hay nada que perdonar, porque lo hemos reconocido como el Cristo que realmente es, como el Alma perfecta y eterna que realmente es, Alma que es exactamente igual a La mía y a Las de todos los demás— y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el especialismo del ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T19.5, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
7… … cuando el Hijo de Dios —que realmente somos todos como Almas fusionadas en Una sola en Cristo— en su sueño de separación, no sólo olvidó reírse de la diminuta idea alocada que podía separarse de Dios y crear por su cuenta, sino que, además, a causa de haberla olvidado, ese pensar o sistema de pensamiento del ego, se convirtió en una idea seria —tu yo, el soñador— capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están las hechuras del tiempo, del espacio y de todo lo que éstos contuvieron, contienen y contendrán Ver T27.9 [82]
8 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo en nuestra mente acertada, curar es el proceso por el cual queremos liberarnos de la creencia en la realidad —según el ego— del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros. Este proceso llevará nuestra Alma (o Espíritu) a identificarse con el Alma del otro —al que estamos tratando de perdonar— con todas las demás Almas en Una sola en la experiencia de Cristo en el mundo real. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente equivocada de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
9 … el Espíritu Santo
10 … en el eterno Presente de la Unicidad
11 … separada: La mente equivocada o ego, es la parte de la mente que recibe de la fuente de la separación o yo, el soñador (o Hijo que sueña que se ha separado de Dios), los impulsos existenciales de vida y de sobrevivencia, así como los del especialismo que, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo, y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir de la más larga y mejor formas posibles. Ver T3.2.3 [6], T3 [43], T7.6, T19.2
12 Identidad, con mayúscula, es el Yo del único Hijo de Dios, Que somos realmente, como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Quien es Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu), y pensamos con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios. Ver T7.10 [97], T20.9, LTe.14 (- L351)
13 … en tu mente…
14 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.6 [42] 24, T7.7 [65] 82, T7.8 [81]
15 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo— en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego y el especialismo hechos por mi yo, el soñador, y procesados por mi cerebro en mi mente equivocada. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
16 … nuestros impulsos amorosos que son aquí, el reflejo del Amor de Dios en el eterno Presente de la Unicidad, Donde realmente están todas nuestras Almas, sin excepción, Una en el Alma única del Hijo único de Dios, con Quien es Uno…
17 … unos instantes santos en nuestro espíritu aquietado, habiendo acallado el interminable diálogo interno de mi "yo", "yo", "yo" con mi ego… Al entrar en un instante santo, ante todo, quieres reflejar en tu fuero interno, el eterno Presente de nuestra verdadera Realidad, en la que no hay pasado ni futuro. Para ello, silencias el continuo diálogo interno de tu "yo", "yo", "yo", e invitas al Espíritu Santo a comunicarse contigo, no como individuo —ya que este instante no es para ti solo— sino para Cristo, en Quien todas nuestras Almas están fusionadas en Una sola. Durante ese lapso de silencio, podrías abrirte a: 1) ver ciertas relaciones especiales de otra manera; 2) revisar tu proceso de Redimir; 3) perdonar en vez de juzgar; 4) terminar de extender los milagros que te hubiese sugerido el Espíritu Santo. Todo eso alentará a tu consciente a mejor reconocer los impulsos milagrosos que constantemente emergen de tu subconsciente, donde los envía el Mismo Espíritu Santo. Ver T15.5 a T15.9, L106, L109, L125, L157, L182, L189
18 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el especialismo del ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
19 … en nuestra mente
20 Libertad con mayúscula, es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
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