El mundo retroceda ante su canto, y su mirada.
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T26.2 [4] 19 El recuerdo de Dios tiene necesariamente que negarse cuando se exige algún sacrificio de alguien. 20 ¿Qué testigo de la Completitud del Hijo de Dios se va a poder ver en un mundo de cuerpos separados unos de otros, por mucho testimonio de la Verdad5 que dé ese testigo? 21 En un mundo así, el Hijo de Dios es invisible, 22 y Su canto de unión y de alegría no puede oírse en absoluto. 23 No obstante, se le ha concedido hacer que el mundo retroceda ante su canto, y que su mirada reemplace a los ojos del cuerpo.
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UCSM TEXTO
CH 26 LA TRANSICIÓN
T26.1 INTRODUCCIÓN
T26.2 EL "SACRIFICIO"
DE LA UNICIDAD
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es CRISTO? pár 1-5
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LTe.6 (-L271).1 1 Cristo es el Hijo de Dios Tal como Él Lo creó. 2 Cristo es el Yo1 Que realmente compartimos y Que nos une Unos a Otros, y Todos a Dios. 3 Él es el Pensamiento Que sigue habitando la Mente2 Que es Su Fuente. 4 Él no ha abandonado Su santo Hogar ni ha perdido la Inocencia en la Que fue creado. 5 Él mora eternamente inmutable en la Mente de Dios.
LTe.6 (-L271).2 6 Cristo es el vínculo que te mantiene realmente Uno con Dios y que te garantiza que la separación no es sino una ilusión de desesperanza, 7 pues la esperanza habitará por siempre en Cristo. 8 Tu mente realmente forma parte de La Suya, y La Suya de La Tuya. 9 Él es la Parte de la Mente de Dios en la Que se encuentra la Respuesta de Dios: donde ya se han tomado todas las decisiones y donde se acabaron los sueños. 10 Nunca ha sido tocado por ninguna cosa que los ojos del cuerpo puedan percibir. 11 Pues, aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, no obstante Él sigue siendo el Yo Que, al igual que Su Padre, no sabe de pecado.
LTe.6 (-L271).3 12 Al ser Hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto únicamente en Dios, Cristo ciertamente permanece en paz en el reflejo del Cielo que se encuentra en tu santa mente3. 13 Ésa es la única parte de ti que en Verdad es real. 14 Lo demás son sueños. 15 No obstante, estos sueños Le serán entregados a Cristo para que se desvanezcan ante el reflejo de Su Gloria, y finalmente te revelen a Tu santo Yo, Cristo.
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
2 La Mente, con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
3 El Espíritu (o Alma) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Espíritu (o Alma) es eterno y nunca nació. El Espíritu sabe, ama y crea. Cuando los Espíritus (o Almas) perfectos y eternos —que realmente somos todos— se unifican como Uno en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. En minúscula, espíritu o mente acertada, es la otra parte de la mente del Hijo separado que todavía se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo. Nada puede llegar al Espíritu (o Alma) desde el ego, ni nada del Espíritu (o Alma) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Espíritu (o Alma) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
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P A R T E 2
¿Qué es CRISTO?
pár 4-5
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LTe.6 (-L271).4 16 Desde Cristo en ti, el Espíritu Santo abarca a todos tus sueños y los invita a venir a Él, para ser traducidos en la Verdad. 17 Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 18 Pues, cuando el perdón repose sobre el mundo y la paz4 haya llegado a cada Hijo de Dios, ¿qué podría quedar para seguir manteniendo las cosas separadas, cuando lo único que quedará por verse es la faz de Cristo5?
LTe.6 (-L271).5 19 ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es sino el símbolo de que el período de aprendizaje ha concluido y que la meta del Redimir6 ha sido finalmente alcanzada? 20 Por lo tanto, tratemos de encontrar la faz de Cristo y no mirar nada más. 21 Al contemplar el reflejo de Su Gloria, sabremos que ya no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percibir, ni del tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Yo, el Cristo Que Dios creó como Su Hijo.
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4 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
5 La faz de Cristo es la faz del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya Alma, en un instante santo del mundo real, experimentamos en nuestro fuero interno una completa identificación, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios, donde todas nuestras Almas, perfectas y eternas, están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo único. Ver T20.5 [32], T20.6 [42] Aceptar para sí mismo el Redimir —siempre con mayúscula— es un acto de Amor; es reconocer el Alma del que perdonamos; es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; es el acto de compartir desinteresadamente; es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T2.2 [36], T2.5 [86, 103], T3.3, T5.3, L139
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 277
No dejes que limite a Tu Hijo
con leyes1 que inventé.
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L277.1 1 Padre mío, Tu Hijo es libre. 2 No dejes que me imagine que lo he limitado con las leyes que hice para gobernar el cuerpo2. 3 Él no está sujeto a ninguna de las leyes que hice para ofrecer más seguridad al cuerpo. 4 Él no va a cambiar por lo que cambia. 5 Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. 6 Él es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del Amor.
L277.2 7 No adoremos ídolos ni creamos en ninguna ley que la idolatría quiera hacer para ocultar la libertad3 del Hijo de Dios. 8 No está limitado sino por sus creencias. 9 Pero lo que él realmente es, está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. 10 Es libre por ser el Hijo de su Padre. 11 Y no se le puede limitar a menos que la Verdad de Dios pueda mentir y que Dios pueda decidir engañarse a Sí Mismo.
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1 Ley o Leyes, con mayúscula, son las de Dios y se reducen a una sola: amar, que es lo mismo que crear. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, nos regimos por el reflejo del eterno Amor de Dios. Y cuando pensamos con el ego, las leyes, en minúscula, son las que rigen este mundo, a saber, las de la evolución (todo se come a todo) y de la escasez (las cosas buenas ni abundan ni duran). Ver T15.7, L76
2 El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261) )
3 Libertad con mayúscula es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso "nos" con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 26
LA TRANSICIÓN
T26.1 INTRODUCCIÓN pár 1
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
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T26.1 [1] 1 En la "dinámica" del ataque1, el sacrificio constituye una idea clave. 2 Es el eje sobre el cual todo transigir, todo intento desesperado de cerrar un trato favorable y todo conflicto, alcanzan un equilibrio aparente. 3 Es el símbolo del tema central, según el cual alguien tiene que perder. 4 El sacrificio se centra evidentemente en el cuerpo, pues siempre es un intento de minimizar pérdidas. 5 El cuerpo en sí mismo constituye un sacrificio: una renuncia al poder2 a cambio de ahorrar sólo un poco para ti. 6 Ver a un hermano en otro cuerpo, separado del tuyo, es la expresión del deseo de ver una pequeña parte de tu hermano y de sacrificar el resto. 7 Observa el mundo3, y verás que nada está unido a nada más allá de sí mismo. 8 Todas las aparentes entidades pueden acercarse o alejarse un poco unas de otras, pero no pueden unirse.
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1 … según el sistema de pensamiento del ego que es —en el eterno Presente de la de la Unicidad de Dios, donde nuestras Almas perfectas están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo—el pensar individual que adentró la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Dios, y crear por su cuenta. Al haber el Hijo olvidado reírse de su locura, ésta se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos reales, tales como "hacer" el tiempo, el espacio, y todo lo que estos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez; es la substitución de la Verdad por la ilusión, de lo Infinito por lo temporal, de la Vida por la muerte, de la Completitud por la fragmentación; es la voluntad egoísta opuesta a la Voluntad de Amor de Dios; es la otra parte de nuestra mente que cree ser una mente individual y egoísta, oculta dentro de un trocito de barro, separada de las demás mentes, contra las cuales, en relaciones especiales, compite caótica e interminablemente hasta la muerte del cuerpo. Ver T3.6, T4.3, T4.6, T10, LTe.12 (-L331)
2 … de amar a todos por igual y sin excepción, que es lo mismo que crear, ya que REALMENTE todos somos Uno en el Hijo único de Dios en la Unicidad
3 … regido como está, por las leyes de la evolución y escasez,
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 26
LA TRANSICIÓN
T26.2 EL "SACRIFICIO"
DE LA UNICIDAD pár 2-9
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
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T26.2 [2] 1 El mundo que ves está basado en el "sacrificio" de la unicidad1. 2 Es una imagen de desunión total y de falta absoluta de unión entre unos y otros. 3 Alrededor de cada entidad se erige una muralla tan sólida en apariencia, que se ve como si lo que está dentro jamás pudiese acercarse a lo que está afuera, y lo que está fuera jamás pudiese acercarse y unirse a lo que está encerrado dentro de esa muralla. 4 Cada parte tiene que sacrificar a la otra para conservarse completa. 5 Pues, si se uniesen, cada una perdería su propia identidad, mientras que manteniéndose separadas, cada una conservará su propio yo2.
T26.2 [3] 6 La pequeña parte cercada por el cuerpo3 se convierte en el yo, que se conserva a costa del sacrificio de todo el resto. 7 Y todo el resto tiene que perder esa pequeña parte —quedando incompleto— a fin de mantener intacta la identidad de aquella. 8 En esta percepción de ti mismo, perder tu cuerpo ciertamente representaría un sacrificio. 9 Pues ver cuerpos se convierte en la señal de que se ha limitado el sacrificio, y de que aún queda algo sólo para ti. 10 Y para que esa pequeña parte te pertenezca, se demarcan límites en todo lo que te es externo, así como también en todo lo que piensas que es tuyo. 11 Pues dar y recibir es lo mismo. 12 Y aceptar las limitaciones de un cuerpo es imponer esas mismas limitaciones a cada hermano que ves. 13 Pues tienes necesariamente que verlo tal como te ves a ti mismo4.
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1 Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
2 … que constituye el objetivo de la separación…
3 El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
4 … para sobrevivir en este mundo…
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T26.2 EL "SACRIFICIO"
DE LA UNICIDAD
pár 4-5
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T26.2 [4] 14 El cuerpo constituye una pérdida anunciada y, por consiguiente, puede sacrificarse. 15 Y mientras veas a tu hermano como un cuerpo, separado de ti y encerrado en su celda, estarás exigiendo que se sacrifique, y tú con él. 16 ¿Qué mayor sacrificio puede haber que exigirle al Hijo de Dios que se perciba a sí mismo sin su Padre? 17 ¿O que su Padre se encuentre sin Su Hijo? 18 No obstante, todo sacrificio exige que estén separados y sin el otro. 19 El recuerdo de Dios tiene necesariamente que negarse cuando se exige algún sacrificio de alguien. 20 ¿Qué testigo de la Completitud del Hijo de Dios se va a poder ver en un mundo de cuerpos separados unos de otros, por mucho testimonio de la Verdad5 que dé ese testigo? 21 En un mundo así, el Hijo de Dios es invisible, 22 y Su canto de unión y de alegría no puede oírse en absoluto. 23 No obstante, se le ha concedido hacer que el mundo retroceda ante su canto, y que su mirada reemplace a los ojos del cuerpo.
T26.2 [5] 24 Los que quieren ver a los testigos de la Verdad en vez de a los de la ilusión, simplemente piden poder ver en el mundo un propósito que le dé sentido y lo haga significativo6. 25 Sin tu función especial7, este mundo no tiene significado para ti. 26 No obstante, puede convertirse8 en una casa del tesoro tan rica e ilimitada como el Mismo Cielo. 27 En ella, no hay ni un solo instante en el que la santidad9 de tu hermano no se pueda ver, para añadir una abundante riqueza a cada magro retazo y diminuta migaja de felicidad que te permites a ti mismo.
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5 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
6 Significado, con mayúscula es, en el eterno Presente de la Unicidad, el de la relación de Amor de Dios con Nosotros, como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en perfectas paz y alegría. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, significado es el reflejo aquí de ese eterno Significado y, cuando pensamos con el ego, es el significado que damos aquí a nuestra existencia separada, según las leyes de este mundo. Ver T2.2 [21], T2.6, T7.5 [26], T7.6 [46], T30.8, L14]
7 Nuestra verdadera función es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber aceptado el Redimir para sí mismo y luego, haber perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en el otro y en los demás, en un mundo donde rige la incompletitud. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], L62, L64, L65, L66, L99 8 .. en tu pensar
9 Santidad, con mayúscula, es el Estado de perfecto Amor o Espíritu Santo que —como Alma, unificada con TODAS las demás Almas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios— vivimos con Dios en perfectas Paz y Alegría, en el eterno Presente de Su Unicidad. En minúscula, santidad es la experiencia en mi fuero interno del reflejo aquí de ese Estado. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
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T26.2 EL "SACRIFICIO"
DE LA UNICIDAD
pár 6
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T26.2 [6] 28 Puedes perder de vista a la unicidad10, pero no puedes sacrificar su realidad11. 29 Tampoco puedes perder lo que quieres sacrificar, ni impedir que el Espíritu Santo lleve a cabo Su misión de mostrarte que no se ha perdido. 30 Escucha, pues12, el canto que tu hermano te canta, 31 deja que el mundo se desvanezca13 y acepta el descanso que su testimonio te ofrece en nombre de la paz14. 32 Pero no lo juzgues15, pues si lo haces no oirás ningún canto de liberación destinado a ti, ni verás lo que le es dado a él presenciar16, a fin de que tú puedas verlo17 y alegrarte con él18. 33 No hagas de su santidad un sacrificio a tu creencia en el pecado19, 34 pues, si lo haces, estarías sacrificando20 tu inocencia con la suya y morirías21 cada vez que vieses en él un pecado que merezca la muerte.
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10 … el reflejo aquí de la eterna Unicidad de Dios,
11 … aquí en los impulsos compasivos y de compartir que de vez en cuando brotan inesperada e inexplicadamente en tu espíritu, que es la parte de tu mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo.
12 … en tu fuero interior
13 … en tu mente, Si, después de haber aceptado el Redimir para ti mismo, has decidido querer creer en la Verdad que nos propone el Curso y aplicarla —en lo que te sea posible— a tu vida diaria, ella curará en tu mente todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, porque la sanará de los pensamientos que te aseguraban que todas estas cosas eran reales, y que sufrías debido a la lealtad que les profesabas. Entonces, si no le pones suficiente atención y cuidado a los pensamientos amorosos que de vez en cuando emergen de tu subconsciente, no solamente le estarás pidiendo demasiado poco a tu vida, sino que además vas a privar a los demás de la paz y la alegría que esos impulsos amorosos traen consigo.
14 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
15 … pensando nuevamente con tu ego,
16 … al unir tu Alma con La de él en la experiencia de la visión de Cristo
17 … como el Hijo de Dios que realmente es,
18 … al darte cuenta de que su Alma y La tuya son exactamente iguales porque son realmente Una
19 … que te dice que todos somos pecadores, por consiguiente la santidad no existe, aquí,
20 … el reflejo aquí de
21 … un poco más en tu pensar
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T26.2 EL "SACRIFICIO"
DE LA UNICIDAD
pár 7
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T26.2 [7] 35 No obstante22, puedes renacer en cualquier instante y volver a tener vida23. 36 La santidad de tu hermano24 te da vida a ti, que realmente no puedes morir, porque su inocencia es conocida por Dios, y no puede ser sacrificada por ti, igual que la luz25 en ti no puede ser velada sólo porque tu hermano no la vea. 37 Tú, que26 querías sacrificar la Vida, y que tus ojos y oídos fuesen testigos de la muerte de Dios y de Su santo Hijo, no pienses que27 tienes el poder para hacer de Ellos lo que Dios no quiso que fuesen. 38 En el Cielo, el Hijo de Dios no está aprisionado en un cuerpo, ni ha sido sacrificado en la soledad al pecado.
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22 … con ponerte a pensar con el Espíritu Santo
23 La Vida, con mayúscula, es la única Vida que realmente existe, pues fue creada por Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que todos, sin excepción, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, Que es Uno con Su Padre en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, vida quiere decir nuestra vida aquí, sea como reflejo de Nuestra Vida eterna cuando pensamos con el Espíritu Santo o, de acuerdo con las leyes de este mundo, cuando pensamos con el ego. Ver T4.4 [48], T6.6.1 [61], T23.5, L167
24 … cada vez que quieres creer en ella
25 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
26 … al aceptar separarte de la Unicidad de Dios, Donde Todo es Uno,
27 … realmente
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T26.2 EL "SACRIFICIO"
DE LA UNICIDAD
pár 8-9
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T26.2 [8] 39 Y tal como él es realmente en el Cielo, así tiene necesariamente que ser eternamente y en todas partes28. 40 Él es por siempre lo mismo. 41 Y aquí29, nace de nuevo en cada instante30, inmune al tiempo y mucho más allá del alcance de cualquier sacrificio de vida o de muerte. 42 Pues, realmente, no hizo ni la una ni la otra, y sólo una le fue dada por Uno que sabe que Sus Dones31 jamás pueden sacrificarse ni perderse. 43 La justicia de Dios32 descansa afablemente sobre Su Hijo, y lo mantiene a salvo33 de toda injusticia que el mundo quiera cometer contra él. 44 ¿Podrías acaso hacer que34 sus pecados fuesen reales, y sacrificar así la Voluntad de su Padre con respecto a él?
T26.2 [9] 45 No lo condenes viéndolo dentro de la prisión putrescente en la que se ve a sí mismo. 46 Tu función especial es asegurarte de que la puerta se abra, de modo que él pueda salir para verter su luz sobre ti y devolverte el presente de la libertad35 al recibirlo de ti. 47 ¿Qué otra Función Especial podría tener el Espíritu Santo, sino la de liberar al santo Hijo de Dios del aprisionamiento que él creó en falso para negarse a sí mismo la justicia? 48 ¿Acaso podría ser tu función una tarea distinta y separada de la Suya?
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28 … aquí, en tu pensar, como el reflejo del Hijo de Dios.
29 … cuando decides pensar con el Espíritu Santo,
30 … santo,
31 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.6 [42] 24, T7.7 [65] 82, T7.8 [81]
32 … que es que ama por igual y sin excepción a todos los que creen estar separados de Él, porque Él sabe que todas sus Almas —al ser igualmente perfectas y eternas— son realmente Una en la única Alma de Su Hijo único Que es Uno con Él en el Pensamiento de Amor, o Espíritu Santo, con que Lo creó
33 … en el eterno Presente de Su Unicidad
34 … en el Cielo
35 Libertad con mayúscula es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso "nos" con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
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