PARA VER TODO EL CORREO HAGA
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
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Tú escoges tus sueños, pues representan lo que deseas aunque los percibas como si te hubiesen sido dados.
UCSM TX 29.8 pár 49
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T29.8 [49] 41 Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y liberación en lo que aparenta ser un círculo interminable de desesperación, sólo tienes que decidir que no sabes cuál es el13 propósito del mundo. 42 En efecto, le adjudicas metas que realmente no tiene, y de esta forma decides cuál es su propósito. 43 Tratas de ver en él un lugar de ídolos que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está en ti, escindiendo lo que eres entre lo que está afuera y lo que está en ti. 44 Tú escoges tus sueños, pues representan lo que deseas aunque los percibas como si te hubiesen sido dados. 45 Tus ídolos hacen lo que quieres que hagan, y tienen el poder que les adjudicas. 46 Y los persigues en vano dentro del sueño porque quieres adueñarte de su poder como si fuese tuyo.
UCSM TEXTO
CH 29 EL DESPERTAR
T29.8 LA ILUSIÓN PERSISTENTE
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
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P A R T E 2
¿Qué es EL JUICIO
FINAL? pár 1-5
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LTe.10 (-L311).1 1 La Segunda Venida de Cristo le confiere al Hijo de Dios el don de poder oír a la Voz que habla por Dios1 proclamar que lo falso es falso, y que lo que es Verdad nunca ha cambiado. 2 Y éste es el juicio por el cual le llega su fin a la percepción2. 3 Al comienzo, vas a ver un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al ser proyectado ahora desde una mente que ha sido corregida. 4 Y al darse esta santa visión3, la percepción bendice silenciosamente para luego desaparecer, al haber alcanzado su meta4 y cumplido su misión.
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1 El Espíritu Santo: 1) En la eterna Unicidad de Dios, es el Pensamiento de Amor de Dios Que nos creó como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo; 2) al producirse la separación, es el ente que comenzó a estar presente como una protección, inspirando al mismo tiempo el comienzo del proceso del Redimir; 3) es, en tu mente acertada, el pensar de Cristo que se manifiesta —entre otras experiencias desinteresadas e inclusivas— por impulsos compasivos, caritativos, altruistas, de compartir, que de vez en cuando emergen del subconsciente y que podemos concienciar en instantes santos y decidir qué hacer con ellos. Algunos de Sus sinónimos en el Curso son: "Consolador", "Guía", "Intérprete", "Mediador", "Palabra de Dios", "Redimir", "Respuesta", "Traductor", "Verdad", "Voz que habla por Dios", "Voz de Dios". Ver T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
2 Percepción: En el eterno Presente de la Unicidad de Dios —Que es donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único, Quien es Uno con Su Padre— la percepción no existe, porque el Conocimiento nos hace saber y experimentar que Todo es Uno y, por consiguiente, no hay nada que percibir. Pero en la separación, cuando pensamos con el ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por el cual nuestra razón, lógica y sentido común interpretan, juzgan, seleccionan y evalúan la información recibida por nuestros sentidos de la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. El Curso la define como "Percepción equivocada". Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, estudiado y aplicado al menos una vez las Lecciones del Curso, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5
3 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna, Una con La mía, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
4 La meta del Curso: es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
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P A R T E 2
¿Qué es EL JUICIO
FINAL?
pár 2
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LTe.10 (-L311).2 5 El Juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna, 6 pues ve al mundo como totalmente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. 7 Al no tener causa —y ahora, en la visión de Cristo— sin función, sencillamente se disuelve en la nada. 8 Ahí nació y ahí también termina. 9 Y todas las figuras del sueño con el que comenzó el mundo, desaparecen con él. 10 Ahora, los cuerpos no tienen ninguna utilidad, y por lo tanto, también desaparecerán, pues el Hijo de Dios es ilimitado.
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P A R T E 2
¿Qué es EL JUICIO
FINAL?
pár 3
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LTe.10 (-L311).3 11 Tú que creías que el Juicio Final de Dios condenaría el mundo al infierno conjuntamente contigo, acepta esta santa Verdad: el Juicio de Dios es el don de la corrección que depositó sobre todos tus errores; corrección que te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 12 Tenerle miedo a la gracia redentora de Dios es tener miedo de estar totalmente libre de sufrimiento, de regresar a la paz, de tener seguridad y felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad5.
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5 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
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P A R T E 2
¿Qué es EL JUICIO
FINAL?
pár 4
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LTe.10 (-L311).4 13 El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan6 para bendecir a Su Hijo, llamándolo a que regrese a la eterna Paz7 que Dios comparte con Él. 14 No tengas miedo del Amor8, 15 pues sólo Él puede curar todo pesar, enjugar todas las lágrimas, y despertar pausadamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. 16 No tengas miedo del Juicio Final. 17 La salvación te pide que Le des la bienvenida. 18 Y el mundo espera que Lo aceptes con agrado, lo cual lo liberará al mundo.
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6 El Plan de Dios para nuestra salvación: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más pensando con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es aprender lo que es la paz, porque la paz es la condición del Reino en nuestro fuero interno; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo del Amor de Dios, Amor que Él y Su Hijo comparten en el eterno Presente de la Unicidad en perpetua Armonía y alegre Concordia, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición para: 5.1) alcanzar aquí el reflejo del Conocimiento; 5.2) en nuestro fuero interno, entrar en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Ver T8.4 [22], T9.6, T11.1, T15.4 [33], T17.3 [9], L71, L72 L71.2, T15.4 [33], T17.3 [9], L71.2, LTe.2 (-L231)
7 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
8 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
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P A R T E 2
¿Qué es EL JUICIO
FINAL?
pár 5
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LTe.10 (-L311).5 19 Éste es el Juicio Final de Dios: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. 20 Por lo tanto, despierta, y regresa a Mí. 21 Soy Tu Padre y Tú eres Mi Hijo".
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
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L E C C I Ó N 311
Juzgo todas las cosas1
como quiero que sean.
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L311.1 1 Los juicios se inventaron para usarse como un arma contra la Verdad2. 2 Separan aquello contra lo cual se utilizan, y hacen que se vea como algo aparte y separado. 3 Luego hacen de ello lo que tú quieres que sea. 4 Juzgan3 lo que realmente no pueden comprender, ya que no pueden ver la totalidad y, por consiguiente, juzgan falsamente. 5 No los usemos hoy; más bien, démoslos de presente a Aquel4 que tiene un uso diferente para ellos. 6 Él nos salvará de la agonía de todos los juicios que hemos emitido contra nosotros mismos y restablecerá nuestra paz mental al ofrecernos el Juicio de Dios5 con respecto a Su Hijo.
L311.2 7 Padre, hoy, esperamos con mentes receptivas oír Tu Juicio sobre el Hijo que amas. 8 No lo conocemos, por consiguiente no lo podemos juzgar. 9 Y así, dejamos que Tu Amor decida lo que él —a quien realmente creaste como Tu Hijo— debe ser.
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1 Las Cosas, con mayúscula, son las Cosas eternas que Dios ha creado, a saber: Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte Su Amor o Espíritu Santo en Su eterna Unicidad o Cielo. En minúscula, las cosas, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son el reflejo aquí de las Cosas celestiales y, cuando pensamos con el ego, son aquí, las que perciben nuestros sentidos y que nos explicamos por medio de nuestro razonamiento, lógica y sentido común. Ver T8.3 [14], T12.6 [50], T12.7 [68]
2 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber visto su Alma con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5
3 … con su razón, lógica y sentido común
4 … el Espíritu Santo
5 El Juicio Final es, en mi espíritu —después de haber experimentado a Cristo en el otro al que he perdonado completamente— el proceso de evaluar acertadamente lo que tiene valor y lo que no lo tiene. Es comprender a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso, y que lo que es Verdad nunca ha cambiado. Es el don de la corrección que Dios depositó sobre todos mis errores; corrección que me libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. Es saber que Nuestro Padre —Quien yo, al igual que Jesús antes de morir— creía que me había abandonado a la injusticia de este mundo, por el contrario, nos dice a todos y a cada uno: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Por lo tanto, despierta, y regresa a Mí. Soy Tu Padre y Tú eres Mi Hijo." Ver T2.6, T3.8, T26.4 [21], LTe.10 (-L311)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
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Capítulo 29
EL DESPERTAR
T29.8 LA ILUSIÓN
PERSISTENTE pár 43-51
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
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T29.8 [43] 1 No busques fuera de ti. 2 Pues será en vano, y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. 3 El Cielo1 no se puede encontrar donde no está, y no es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en Él. 4 Cuando Dios te llame2, ninguno de los ídolos que veneras contestará en Su lugar. 5 No hay ninguna otra respuesta conque puedas sustituir a Su Respuesta3, y a la felicidad que Ella trae. 6 No busques fuera de ti. 7 Pues todo tu dolor proviene simplemente de buscar en vano lo que quieres4, y de insistir en el sitio donde eso tiene que encontrarse5. 8 ¿Y qué pasaría si no estuviese allí? 9 ¿Qué prefieres, tener razón6 o ser feliz? 10 Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad7, y no la sigas buscando en otros lugares, 11 pues buscarás en vano. 12 Pero se te ha dado conocer la Verdad y saber que no La debes buscar fuera de ti.
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1 Cielo, con mayúscula, es lo único Que Dios ha creado. No es un lugar ni un estado. Simplemente es la concienciación de la perfecta Unicidad del Padre con todas las Almas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, a saber, que nada más existe, ni fuera ni dentro de Ella. Algunos de sus sinónimos son: Realidad, Unicidad, Reino de Dios, Reino de los Cielos. Ver T4.2 [19], T4.4 [41], T9.11 [103], L138
2 … en tu espíritu, que es la parte de tu mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo
3 El Espíritu Santo: 1) En la eterna Unicidad de Dios, es el Pensamiento de Amor de Dios Que nos creó como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo; 2) al producirse la separación, es el ente que comenzó a estar presente como una protección, inspirando al mismo tiempo el comienzo del proceso del Redimir; 3) es, en tu mente acertada, el pensar de Cristo que se manifiesta —entre otras experiencias desinteresadas e inclusivas— por impulsos compasivos, caritativos, altruistas, de compartir, que de vez en cuando emergen del subconsciente y que podemos concienciar en instantes santos y decidir qué hacer con ellos. Algunos de Sus sinónimos en el Curso son: "Consolador", "Guía", "Intérprete", "Mediador", "Palabra de Dios", "Redimir", "Respuesta", "Traductor", "Verdad", "Voz que habla por Dios", "Voz de Dios". Ver T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
4 … crear por tu cuenta, separado de Dios pero, sin perder Su Amor especial para ti solo
5 … en el tiempo y el espacio y en todo lo que se encuentra en ellos, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez.
6 Razón, con mayúscula, en la eterna Unicidad, es: 1) el Pensamiento de Amor de Dios o Espíritu Santo Que Dios comparte con nosotros como Almas Una en Cristo, Su único Hijo; y 2) a veces, es sinónimo del Espíritu Santo. Aquí, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, razón, es nuestro pensar con Él, que quiere ser el reflejo de ese eterno Pensamiento de Amor por medio del perdón y la extensión de milagros; y, cuando pensamos con el ego, se refiere a nuestro pensar con el ego que se basa en la racionalidad, lógica y el sentido común que derivamos de la percepción de las causas y efectos según las leyes de este mundo. Ver T21.6, T21.7, T22.4, L192.7, M10.4
7 … en tu espíritu,
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T29.8 LA ILUSIÓN
PERSISTENTE
pár 44
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T29.8 [44] 13 No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna esperanza, alguna ilusión persistente o algún sueño, de que hay algo fuera de él que le puede aportar paz y felicidad. 14 Pero si todo8 se encuentra realmente en él, entonces eso no puede ser cierto. 15 Por lo tanto, por medio de su venida a este mundo, lo que hace es negar la Verdad acerca de sí mismo9 y dedicarse a buscar algo que sea más que el todo, como si una parte de ese todo estuviese separada y se encontrara donde el resto no está. 16 El propósito que él confiere a su cuerpo es el siguiente: que busque lo que a él le falta, y que le consiga lo que lo complete. 17 Y así, vaga sin rumbo buscando algo que no puede encontrar, creyendo ser lo que realmente no es.
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8 … Lo que es verdad, Lo que es real, el Amor de Dios, con Quien realmente es uno en Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
9 … que él no es un cuerpo sino la única Alma del único Hijo de Dios: El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261) ; Alma (o Espíritu) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Alma (o Espíritu) es eterna y nunca nació. El Alma sabe, ama y crea. Cuando las Almas (o Espíritus) perfectas y eternas —que realmente somos todos— se unifican como Una en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. Nada puede llegar al Alma (o Espíritu) desde el ego, ni nada del Alma (o Espíritu) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Alma (o Espíritu) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
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T29.8 LA ILUSIÓN
PERSISTENTE
pár 45
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T29.8 [45] 18 Esta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y por encima de éstos, a mil más. 19 Y cada uno le fallará, excepto uno —pues va a morir— y sigue sin entender que el ídolo que busca no es otro que su propia muerte10. 20 La forma de ésta parece estar fuera de él. 21 No obstante, trata de matar al Hijo de Dios en él11, para así probar que logró vencerlo. 22 Éste es el propósito de todo ídolo, pues ése es el papel que se le asignó y ése es el papel que no puede cumplir.
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10 Cuando pensamos con el ego, la muerte es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Eso lo confirma el hecho de que nadie ha regresado de la muerte para contar su historia… Pero, cuando pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que la muerte no es nada y, cuando nuestro cuerpo haya fallecido y, con él, nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que, como Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, seguimos siendo Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en perpetua Armonía y alegre Concordia. Ver T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
11 … pensando con el sistema de pensamiento del ego y creyendo en su realidad del tiempo y del espacio y todo lo que éstos contienen, los cuales están regidos por las leyes de la evolución y escasez, donde todo se come a todo. Y si existe un Dios que supuestamente lo creó como Su Hijo, tendría necesariamente que ser un Padre y Creador caprichoso y castigador, o bien, Dios no existe ni nunca ha existido.
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T29.8 LA ILUSIÓN
PERSISTENTE
pár 46-47
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T29.8 [46] 23 Siempre que tratas de alcanzar una meta en la que el mejoramiento del cuerpo es el beneficiario principal, estás tratando de causar tu muerte. 24 Pues crees que puedes sufrir carencias, y la carencia es muerte. 25 Sacrificarse es renunciar a algo y, consecuentemente, faltarte algo y haber sufrido una pérdida. 26 Y, mediante esta renuncia, se renuncia a la vida. 27 No busques fuera de ti. 28 Buscar así implica que interiormente no te sientes unido en un todo, que tienes miedo de ver tu devastación y que prefieres buscar lo que eres fuera de ti.
T29.8 [47] 29 Los ídolos tienen que desmoronarse porque no tienen Vida, y lo que no tiene vida es signo de muerte. 30 Viniste a morir, por consiguiente, ¿qué otra cosa puedes esperar que no sea percibir los signos de la muerte que buscas? 31 Ni la tristeza ni el sufrimiento proclaman otro mensaje que el de haber hallado un ídolo que representa una parodia de la Vida: este ídolo carente de Vida es realmente la muerte, pero tú lo consideras real y le has dado una forma viviente. 32 No obstante, cada ídolo ha de fracasar, derrumbarse y declinar, porque ninguna forma de muerte puede ser la Vida, y lo que se sacrifica no puede ser completo.
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T29.8 LA ILUSIÓN
PERSISTENTE
pár 48-49
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T29.8 [48] 33 Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impedirte conocer la Verdad que se encuentra en ti y para que te mantuvieses leal al sueño que te dice que, para ser completo y feliz, tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti. 34 Es inútil rendirle culto a los ídolos con la Esperanza de hallar paz. 35 Dios mora en ti, y tu completitud12, está en Él. 36 Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. 37 Por eso, no busques ídolos, 38 no busques fuera de ti. 39 Olvidémonos del propósito que el pasado confirió al mundo. 40 Pues, de otra manera, el futuro será como el pasado: una serie de sueños deprimentes en los que todos los ídolos te irán fallando uno tras otro, y donde verás muerte y desengaño por todas partes.
T29.8 [49] 41 Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y liberación en lo que aparenta ser un círculo interminable de desesperación, sólo tienes que decidir que no sabes cuál es el13 propósito del mundo. 42 En efecto, le adjudicas metas que realmente no tiene, y de esta forma decides cuál es su propósito. 43 Tratas de ver en él un lugar de ídolos que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está en ti, escindiendo lo que eres entre lo que está afuera y lo que está en ti. 44 Tú escoges tus sueños, pues representan lo que deseas aunque los percibas como si te hubiesen sido dados. 45 Tus ídolos hacen lo que quieres que hagan, y tienen el poder que les adjudicas. 46 Y los persigues en vano dentro del sueño porque quieres adueñarte de su poder como si fuese tuyo.
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12 … La Completitud, con mayúscula, en el Cielo, es de Dios y de todos nosotros como Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, Quien es Uno con Su Padre en el Amor del Espíritu Santo que Ambos comparten en la paz y alegría de la eterna Unicidad. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, la completitud es el reflejo aquí de la eterna Completitud, y se experimenta en nuestro fuero interno en un instante santo del mundo real cuando, después de haber perdonado totalmente a un hermano (s), nos unimos a él (ellos) como uno en la experiencia de Cristo. Y, cuando pensamos con el ego significa las definiciones que se pueden encontrar en el diccionario. Ver T2.5 [102], T6.3 [25], T15.8 [78], T29.3 [19]
13 … verdadero
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T29.8 LA ILUSIÓN
PERSISTENTE
pár 50-51
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T29.8 [50] 47 No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños, sino en una mente dormida? 48 ¿Y acaso puede un sueño hacer que la imagen que proyecta fuera de sí mismo sea real? 49 Ahorren tiempo, hermanos míos, y aprendan para qué es el tiempo. 50 Y aceleren el final de los ídolos en un mundo que se ha entristecido y enfermado por estar ustedes viendo ídolos en su seno. 51 Sus santas mentes son altares que conducen a Dios, y donde Él está, no hay lugar para ídolos. 52 El miedo que tienen de Dios no es sino el miedo de perder sus ídolos, 53 no el miedo de perder su Realidad. 54 Porque han hecho de su realidad14 un ídolo, el cual deben proteger de la luz de la Verdad15. 55 Y el mundo entero se convierte en el medio por el que se puede salvar este ídolo. 56 De esta manera, la salvación parece amenazar a la vida y ofrecer la muerte.
T29.8 [51] 57 Pero eso realmente no es así. 58 La salvación trata de probar que no hay muerte16, y que lo único que realmente existe es la Vida. 59 En el sacrificio de la muerte no se pierde nada. 60 Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. 61 Deja que Él te recuerde Su Amor por Ti y no trates de ahogar la Voz Que habla por Él con los cantos de profunda desesperación que cantas a tus ídolos. 62 No busques esperanzas fuera de tu Padre. 63 Pues esperar la felicidad no es desesperar.
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14 … según el ego que es —en el eterno Presente de la de la Unicidad de Dios, donde nuestras Almas perfectas están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo—el pensar individual que adentró la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Dios, y crear por su cuenta. Al haber el Hijo olvidado reírse de su locura, ésta se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos reales, tales como "hacer" el tiempo, el espacio, y todo lo que estos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez; es la substitución de la Verdad por la ilusión, de lo Infinito por lo temporal, de la Vida por la muerte, de la Completitud por la fragmentación; es la voluntad egoísta opuesta a la Voluntad de Amor de Dios; es la otra parte de nuestra mente que cree ser una mente individual y egoísta, oculta dentro de un trocito de barro, separada de las demás mentes, contra las cuales, en relaciones especiales, compite caótica e interminablemente hasta la muerte del cuerpo. Ver T3.6, T4.3, T4.6, T10, LTe.12 (-L331)
15 … que les aporta el Espíritu Santo cuando quieren pensar con él, aceptar el Redimir para sí mismos, perdonar al otro y a los demás, y extender los milagros que les sugiera el Espíritu Santo.
16 Cuando pensamos con el ego, la muerte es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Eso lo confirma el hecho de que nadie ha regresado de la muerte para contar su historia… Pero, cuando pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que la muerte no es nada y, cuando nuestro cuerpo haya fallecido y, con él, nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que, como Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, seguimos siendo Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en perpetua Armonía y alegre Concordia. Ver T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
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