“Dios Nos Espera”
23 agosto, 2020
Domingo 12 después de Pentecostés (Año A)
Éxodo 1:8-2:10; Salmos 124; Isaías 51:1-6; Romanos 12:1-8; Mateo 16:13-20
By Rev. M. Wayne Clark
“Dios nos espera . . . nuestras vidas no son asunto privado del individuo. El vivir es lo que un individuo hace con el tiempo de Dios, lo que un individuo hace con la palabra de Dios . . . los almas de individuos son vela del Señor, encendidas en el camino cósmico . . . y cada alma es indispensable a Dios.”*
¿Ha pensado jamás en el asunto? Dios nos espera a Ud. y a mí. Como A. J. Heschel escribe, “Individuos son necesitados. Son necesitados por Dios.” (ibid.) Como Jesús era la luz del mundo, Jesús manda que Ud. y yo permitamos que nuestra luz brille delante de personas no importa donde estén” . . . que puedan ver sus buena obras y glorifiquen a Dios que está en los cielos.” (Mateo 5:16).
Las escrituras son llenas de ejemplos de personas atreviéndose a permitir que su luz brille. El nacimiento y las primeras partes de su vida jamás habrían ocurrido si no hubieran actuado dinco mujeres valientes.
Los discípulos rumiaban sobre la pregunta que Jesús hizo: “¿Quién decís que soy yo?” Hasta hoy es posible que todavía estarían rumiando mientras intentando elaborar la respuesta correcta si Pedro no hubiera exclamado, “¡Tú eres el Cristo!” Aunque la luz de la vela de Pedro casi fue extinguida por los vientos de miedo, jamás se apagó. Su luz creció más y más fuerte como dio testimonio a la resurrección de Jesucristo. Su luz brillaba y mostró el camino para que personas pudieran creer y testificar que Jesús era el Hijo de Dios y su Salvador.
El mundo de oscuridad de Pablo disminuyó cuando él tuvo una experiencia de transformación y se encontró con el Cristo resucitado en el camino a Damasco. Siendo muy versado en las escrituras sagradas del Judaísmo en su día, Pablo se dio cuenta de que, “ . . . Jehová es mi luz y mi salvación” (Salmos 27:1) era en referencia a Jesucristo. La transformación y la confesión de Pablo avivaron las llamas de su vela y su misión de predicar el evangelio del Cristo resucitado y la salvación. Como fue con Pedro, el testigo de Pablo, provocado por el Espíritu Santo, trajo la luz de Cristo para brillar dentro de los corazones de hombres y mujeres en todas partes del mundo conocido en su día.
Durante todas nuestras vidas la luz que llevamos brilla más o brilla menos depende de las selecciones que hacemos como vivimos nuestra fe. Eli Wiesel recibió la pregunta una vez cómo podía creer en Dios mientras que estaba en el campo de exterminio. Respondió, “No tenía que creer, yo sabía.” “Que tu luz brille . . .”
*A. J. Heschel, I Asked for Wonder [Pedía Maravilla], pp. 78-79.
El Rvdo. M. Wayne Clark es presbítero jubilado en la Conferencia Anual de Iowa y es autor cuyas obras incluyen “La Navidad en Historias” y “Divinidad Diaria.”