L137.1 1 La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el que descansa la salvación2. 2 Pues la curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación. 3 Estar enfermo es retirarse de los demás y rehusar unirse a ellos. 4 La enfermedad se convierte en una puerta que se cierra sobre un yo separado3, manteniéndolo aislado y solo.
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1 … porque mi curación me viene primero, por haber curado a otro, a otros; luego por haber entablado relaciones santas, que son, aquí, un reflejo de Nuestra eterna Unicidad, Que es donde realmente estamos todos como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios. La individualidad separada de las demás individualidades contra las cuales compite interminablemente fue y es una hechura del ego, no de Dios, por consiguiente es irreal. Ver T2.3, T5, T8.9, T13.2, T17, M22, M23
2 La salvación es salvar a otro, porque —siendo su Alma la misma que La tuya— al salvar a su mente equivocada del ego, salvas a la tuya también. La salvación es un proceso que: 1) se inicia cuando ayudas a otro a concienciar que, además de pensar “yo”, “yo”, “yo” con su ego sobrevividor, también posee la alternativa de pensar “nos” a favor de otro(s), siempre y cuando le ponga cuidado a los impulsos milagrosos (o amorosos) que de vez en cuando emergen de su subconsciente. 2) Luego, pensando cada vez más “nos” —que es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo— lo llevará también cada vez más a perdonar al otro(s) y a extenderle(s) los milagros que el mismo Espíritu Santo le sugerirá. 3) Al multiplicarse estas experiencias, querrá creer que constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios por Su Hijo único —Que realmente son todas nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo— y que curará en su mente —ahora acertada— todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que creía que eran reales, y que sufría debido a la lealtad que les profesaba. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T11, T14, T22, T23.2 [13], T29.8, T31, L39, LTe.2 (-L231)
3 El ego: 1) Es el sistema de pensamiento que, "hace muchos millones de años", el Hijo creó en falso al separarse del eterno Presente de la Unicidad de Dios, con el fin de, por su cuenta, hacer y manejar el tiempo, el espacio, y todo lo que éstos contuvieron, contienen y contendrán, hasta que, "en un período similarmente largo, y tal vez aún más largo", termine el tiempo. 2) Hace unos 300 mil años, por medio de su yo, el soñador, el Hijo separado otorgó a algunos mamíferos —que denominamos "homo sapiens"— el libre albedrío sobre su instinto natural y, fraccionándose, se ha estado encarnando en cada uno de los humanos, añadiendo a su instinto natural el especialismo que sus cerebros procesan con la razón, lógica y sentido común en sus mentes equivocadas, para tratar de sobrevivir lo mejor y más largo posible. 3) Esa encarnación del Hijo separado en cada cuerpo ha sido parcial, ya que, hasta ahora, nadie ha recordado lo que sucedió en la separación, como tampoco nadie ha regresado de la muerte para contar su historia. Ver T2.6 [106], T3.6, T4.3, T4.6, T10, LTe.12 (- L331)
L137.2 5 Estar enfermo es aislarse. 6 Pues parece mantener a un yo separado de todo el resto, para sufrir lo que los otros no sienten. 7 Otorga al cuerpo el poder final para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en confinamiento solitario, escindida en dos, con los fragmentos mantenidos por una pared de carne enfermiza, a la cual no puede sobrepasar. 8 El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas.
L137.3 9 Es imposible que alguien pueda curarse solo. 10 En la enfermedad, tiene necesariamente que estar apartado y separado. 11 Pero la curación es el resultado de su decisión de volver a ser uno, y de aceptar a Su Yo4 con todas sus partes intactas y no asediadas. 12 En la enfermedad, su Yo aparenta estar desmembrado y sin la unidad que Le da Vida. 13 No obstante, logra curarse cuando comprende que el cuerpo no tiene poder para atacar la Unicidad universal del Hijo de Dios.
L137.4 14 La enfermedad quiere demostrar que las mentiras tienen que ser la Verdad. 15 Pero la curación demuestra que la Verdad es verdad. 16 La separación que la enfermedad quiere imponer realmente nunca tuvo lugar. 17 Curarse es sencillamente aceptar lo que siempre fue la sencilla Verdad, que seguirá siendo exactamente como siempre fue. 18 No obstante, a los ojos acostumbrados a las ilusiones se les debe mostrar que lo que miran es falso. 19 Así pues, la curación —que la Verdad nunca necesitó— tiene que demostrar que la enfermedad no es real.
L137.5 20 Con lo cual, la curación podría considerarse como un anti-sueño que anula el sueño de enfermedad en nombre de la Verdad, pero que en verdad no lo hace. 21 Así como el perdón pasa por alto5 todos los pecados que realmente nunca fueron cometidos, la curación sólo extirpa las ilusiones que nunca tuvieron lugar. 22 Y así como el mundo real6 emergerá para ocupar el lugar de lo que realmente nunca sucedió, la curación ofrece restituir el estado de la Verdad en lugar de los estados imaginarios y falsas ideas que los sueños habían tejido como imágenes de la Misma.
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4 Mi Yo (con mayúscula), o mi Alma, conjuntamente con todas las demás Almas fusionadas en Una sola en Cristo, es el Hijo único creado por Dios en un Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Uno con Él en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que se profesan ese Amor Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En el Curso, la palabra Yo también es usada pocas veces como el Yo de Dios. Ver T8.4 [20], T23, Lte.14 (-351)
5 … en tu pensar
6 Mundo real, es la meta de nuestro viaje con el Curso. Es el estado mental que, inicialmente, se experimenta cuando se logra perdonar totalmente a otro y fusionamos su Alma con La nuestra en la experiencia de Cristo. Luego, al perdonar una y otra vez totalmente a otros, vamos a querer extender esa experiencia de Amor a todo y a todos —como en un reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad, donde todo es Uno en Dios— en la espera que Dios dé el paso final. Ver T10.8, T11.4, T11.7, T30.6, L129, LTe.8 (-L291)
L137.6 23 Mas no vayas a pensar que curar es indigno de tu función aquí. 24 Pues el anticristo7 se vuelve más poderoso que Cristo8 en aquellos que sueñan que el mundo es real. 25 El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente. 26 Y el Amor9 se convierte en un sueño, mientras que el miedo continúa siendo la única realidad que puede verse, justificarse, y comprenderse plenamente.
L137.7 27 Así como el perdón desvanece con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de tus hechuras, la curación deberá reemplazar las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple Verdad. 28 Cuando se haya visto desaparecer la enfermedad —a pesar de todas las leyes que sostienen que no puede no ser real— todas las preguntas habrán quedado contestadas. 29 Y las leyes no podrán seguir siendo apreciadas ni obedecidas.
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7 … tú pensando todo el tiempo con el ego,
8 … tú, Cristo: 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que, por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que es resuelto en el proceso de extender milagros: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, Cristo también es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la fusión de mi Alma con el Alma del otro(a), experiencia de Amor general que se extiende a todas las demás Almas como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
9 Amor, con mayúscula, se refiere, en el eterno Presente de la Unicidad, al Espíritu Santo o Pensamiento de Amor de Dios, por medio del Cual, nos creó como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, cuando le ponemos cuidado a los impulsos milagrosos que nos envía el Espíritu Santo —que es lo mismo que decidir pensar con Él— es Su reflejo o Amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás, y se expresa en el perdonar y en la extensión de los milagros que el propio Espíritu santo nos sugiere. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
L137.8 30 Estar curado es ser libre. 31 Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la Verdad. 32 La curación se comparte. 33 Y, mediante este atributo, demuestra que las leyes que difieren de las que sostienen que la enfermedad es inevitable son más poderosas que las leyes enfermizas que sostienen lo contrario. 34 Estar curado es ser fuerte. 35 Pues, por medio de la delicada mano de la curación, se supera la debilidad. 36 Y las mentes que estaban tapiadas en cuerpos quedan liberadas para unirse a otras mentes y así ser eternamente fuertes.
L137.9 37 Curar, perdonar e intercambiar gratamente todo el mundo del dolor por un mundo en el que la tristeza no puede entrar son los medios por los que el Espíritu Santo te urge a que lo sigas. 38 Sus tranquilas lecciones te enseñan que puedes alcanzar la salvación fácilmente y que necesitas poca práctica para permitir que sus leyes reemplacen a las que tú hiciste con el fin de mantenerte prisionero de la muerte.
L137.10 39 Su vida se vuelve la tuya propia a medida que extiendes a otro la pequeña ayuda que Él pide para liberarte de todo lo que realmente nunca te causó dolor. 40 Y, a medida que te permitas curarte, verás a todos los que te rodean, o a los que cruzan tu mente, o a los que tocas, o a los que aparentemente no tienen contacto contigo, curarse conjuntamente contigo. 41 Tal vez no los reconozcas a todos, ni te des cuenta de cuán grande es la ofrenda que haces al mundo cuando permites que la curación venga a ti. 42 Pero nunca te curas solo. 43 Y legiones y legiones de hermanos y hermanas recibirán el don que tú recibes cuando te curas.
L137.11 44 Los que se han curado se convierten en instrumentos de la curación. 45 Y no transcurre tiempo alguno entre el instante en que son curados y cuando toda la gracia de curar les es dada para que a su vez la den. 46 Lo que se opone a Dios no existe. 47 Y el que no acepta opuestos a Dios en su mente se convierte en refugio donde los que están cansados pueden hallar descanso. 48 Pues ahí se otorga la Verdad y ahí se llevan todas las ilusiones ante la Verdad.
L137.12 49 ¿Es que no vas a ofrecer refugio a la Voluntad de Dios? 50 Pues, si no estás sino invitando a tu Yo a estar en casa, ¿podría acaso rechazarse esta invitación? 51 Pide que ocurra lo inevitable y nunca fracasarás. 52 La otra opción es pedir que lo que no puede ser sea, y esto es algo que nunca tendrá éxito. 53 Pidamos hoy que sólo la Verdad10 ocupe nuestras mentes; que, en este día, los pensamientos de curación se desplacen desde lo que ya se ha curado a lo que todavía tiene que curarse, conscientes de que ambas cosas ocurrirán al unísono.
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10 Las condiciones de la Verdad, con mayúscula, según el Curso, son querer creer que: 1) Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que Se profesan Uno a Otro en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) Dios no creó más nada; 3) Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazada, nada que no sea Ella, realmente existe; 4) En esto radica aquí, la paz de Dios. Ver T7.5, T14, T30.5
L137.13 54 Cuando el reloj marque la hora, recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas para que podamos llevar la curación al mundo y así intercambiar maldición por bendición, dolor por alegría y la separación por la paz de Dios. 55 ¿Acaso no vale la pena dar un minuto de cada hora a cambio de un don como éste? 56 ¿Y no es un poco de tiempo un gasto mínimo a cambio de lo que lo es Todo.
L137.14 57 De todos modos, debemos prepararnos para recibir semejante don. 58 Así, que comenzaremos el día con esta preparación, dedicando diez minutos a los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales, también concluiremos este día por la noche:
L137.15 59 Cuando me curo, no me curo solo.
60 Y quiero compartir mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios,
Quien es mi único Yo.
L137.16 61 Permite que la curación se efectúe en ti hoy mismo. 62 Y mientras descansas en la quietud, prepárate a dar a medida que recibes, a conservar únicamente lo que das, y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todos los pensamientos absurdos que alguna vez imaginaste. 63 Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes se atacaba. 64 Para no olvidar nuestra función a medida que cada hora del día transcurra, la recordaremos con este pensamiento:
L137.17 65 Cuando me curo, no me curo solo.
66 Y quiero bendecir a mis hermanos, pues quiero curarme con ellos, así como ellos se curan conmigo.