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Un Curso Sobre Milagros
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Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones

P A R T E 2

¿Qué es UN MILAGRO?

pár 1-5

LTe.13 (-L341).1 1 Un milagro es una corrección1. 2 No crea, ni realmente cambia nada en absoluto2. 3 Sólo observa la devastación3 y le recuerda a la mente4 que lo que ve5 es falso. 4 El milagro deshace6 el error, pero sin intentar ir más allá de la percepción7, ni exceder la función del perdonar8. 5 Por consiguiente, se mantiene dentro de los límites del tiempo. 6 No obstante, allana el camino para el retorno del reflejo aquí del eterno Presente y el despertar del Amor9, pues el miedo10 ha de desvanecerse ante el suave remedio que el milagro trae consigo.

 

LTe.13 (-L341).2 7 El milagro contiene el don de la gracia, pues se da y se recibe como una sola cosa. 8 Y así, ilustra la ley de la Verdad11, la Cual el mundo12 no acata, por ser totalmente incapaz de entender los caminos de Aquella. 9 Un milagro invierte la percepción que antes percibía al revés13, poniendo fin así a las extrañas distorsiones que estaban manifiestas. 10 Ahora, la percepción14 es receptiva a la Verdad. 11 Ahora se considera justificado perdonar.

 

LTe.13 (-L341).3 12 El perdón es la morada de los milagros. 13 Los ojos de Cristo los extiende a todo aquello que miran con compasión y con Amor. 14 La percepción queda corregida en Su mirada y, aquello cuyo propósito era maldecir, ahora viene para bendecir. 15 Cada azucena que se da como muestra de haber perdonado ofrece al mundo entero el milagro silencioso del Amor. 16 Y cada una de ellas es colocada ante la Palabra de Dios, sobre el altar universal15 al Creador y a la Creación, a la luz de la perfecta Pureza y de la Alegría infinita.

 

LT13 (-L341).4 17 El milagro se acepta primero mediante un acto de fe, porque pedirlo implica que la mente ya está dispuesta a concebir lo que no puede ver ni comprender16. 18 No obstante, la fe convocará a sus testigos17 para demostrar que aquello en lo que se basa está realmente ahí. 19 Y así, el milagro18 justificará tu fe en él y demostrará que estaba fundado sobre un mundo más real19 que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido20 de lo que tú creías que veías.

 

LT13 (-L341).5 20 Los milagros caen del Cielo como la lluvia sobre un mundo árido y polvoriento, donde creaturas hambrientas y sedientas vienen a morir. 21 Pero ahora tienen agua; 22 ahora el mundo está lleno de verdor. 23 Y brotan señales de Vida21 por doquier, para demostrar que Lo que nace a la Vida nunca puede morir, pues Lo que tiene Vida es inmortal.

 

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1 … de tu forma habitual de pensar y actuar con los impulsos del especialismo que envía constantemente el yo, el soñador, que procesas con tu cerebro y que guardas en tu mente equivocada, habiéndote decidido a ponerle cuidado a los impulsos altruistas del Espíritu Santo y hacer algo al respecto, como puede ser, aceptar el Redimir para ti mismo, perdonar, y extender los milagros que te sugiera el propio Espíritu Santo, guardando todo ello en tu mente acertada

2 … en este mundo regido por las leyes de la evolución y escasez…

3 … de la realidad del mundo del ego

4 mente acertada, pues ahora está pensando con el Espíritu Santo,

5 … todavía con los ojos del cuerpo: Cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego, el cuerpo es un fragmento encarnado de el yo, el soñador, regido por las leyes de este mundo, y constituye la prueba viviente de que este mundo es real, y que evidentemente estamos separados de Dios y unos de otros. Pero, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno y, como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y caminamos el sendero con él. Ahora, nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes acertadas sirven para curar a las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)

6 … en la mente equivocada:

7 Percepción: En el eterno Presente de la Unicidad de Dios —Que es donde realmente estamos todos como Almas perfectas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre— la percepción no existe, porque el Conocimiento nos hace saber y experimentar que Todo es Uno y, por consiguiente, no hay nada que percibir. Pero en la separación, cuando pensamos con el especialismo del ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por medio de nuestra razón, lógica y sentido común, que el Curso define como "Percepción equivocada". Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5

8 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo— en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego y el especialismo hechos por mi yo, el soñador, y procesados por mi cerebro en mi mente equivocada. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)

9 Amor, con mayúscula, se refiere, en el eterno Presente de la Unicidad, al Espíritu Santo o Pensamiento de Amor de Dios, por medio del Cual, nos creó como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, cuando le ponemos cuidado a los impulsos milagrosos que nos envía el Espíritu Santo —que es lo mismo que decidir pensar con Él— es Su reflejo o Amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás, y se expresa en el perdonar y en la extensión de los milagros que el propio Espíritu santo nos sugiere. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195

10 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda. Ver T6, T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]

11 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber visto su Alma con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y el espacio y el universo son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5

12 … de la mente que se identifica y piensa con el ego

13 … alusión que la retina del ojo "ve" de forma invertida que el cerebro luego endereza…, en contraposición a la visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna fusionada con La mía como Una, fusión unitaria que incluye a todas las Almas, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]

14 …pensando con el Espíritu Santo,

15 … de la parte "espíritu" de la mente que ahora se identifica con y abarca a todos y a todo.

16 Tener fe en algo que nuestra razón y/o lógica y/o sentido común no pueden explicar, es —para nuestro bienestar existencial— querer creer que ese algo de alguna manera, forma o estado existe. Y, en este caso, basado en los impulsos amorosos que emergen desde lo más profundo de mi subconsciente, pido al Espíritu Santo que me sugiera el correspondiente milagro que quisiera extender al otro, a los otros, a los que he perdonado….

17 … los impulsos amorosos que de vez en cuando emergen de lo más profundo del subconsciente, del residuo bendito que es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. Este reflejo se nos manifiesta en nuestro fuero interno mediante impulsos caritativos, compasivos, de compartir, de amor o amistad desinteresados que de vez en cuando emergen de nuestro subconsciente, y que sólo podemos tomar en serio cuando nos ponemos a pensar con el Espíritu Santo en nuestro espíritu (o mente acertada), que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Ver T5.7 [60] 7, T8.5 [33], T12.3 [11], T18.11 [98], T28.2

18 … por sus efectos

19 … el del reflejo aquí del Amor de Dios

20 Aceptar para ti mismo el Redimir, siempre con mayúscula: 1) es un acto de Amor general; 2) es fusionar tu Alma con La del que perdonas en Una sola, en la experiencia de Cristo; 3) es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; 4) es el acto de compartir desinteresadamente; 5) es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; 6) es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; 7) es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T3.3, T5.3, T11.9, L139

21 La Vida, con mayúscula, es la única Vida que realmente existe, pues fue creada por Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que todos, sin excepción, somos Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el único Hijo de Dios, Quien es Uno con Su Padre en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, vida quiere decir nuestra vida aquí, sea como reflejo de Nuestra Vida eterna cuando pensamos con el Espíritu Santo o, de acuerdo con las leyes de este mundo, cuando pensamos con el ego. Ver T4.4 [48], T6.6.1 [61], T23.5, L167



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L E C C I Ó N 342

Dejo que el perdón1

abarque todo, pues

así seré perdonado.

L342.1 1 Padre, gracias Te doy por Tu plan2 para salvarme del infierno que hice. 2 Este infierno no es real, y Tú me has proporcionado los medios para probarme a mí mismo su irrealidad. 3 Tengo la llave3 en mis manos, y he llegado ante la puerta tras la cual se halla el fin de los sueños. 4 Me encuentro ante las puertas del Cielo, preguntándome si debería entrar y sentirme en casa4. 5 Que hoy no vuelva a posponerlo una vez más. 6 Que perdone todas las cosas, dejando que la creación5 sea como Tú quieres que sea, que es Tal como realmente es. 7 Que recuerde que soy Tu Hijo, y cuando finalmente abra la puerta, que olvide las ilusiones ante la deslumbrante luz de la Verdad6, a medida que el recuerdo de Ti regresa a mí.  

 

L342.2 8 Hermano, perdóname ahora, 9 pues vengo a llevarte a casa conmigo. 10 Y a medida que avancemos, el mundo se nos unirá en nuestro caminar hacia Dios.

 

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1 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo— en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego y el especialismo hechos por mi yo, el soñador, y procesados por mi cerebro en mi mente equivocada. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121, L122, LTe.1 (-221)

2 El Plan de Dios para nuestra salvación: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más pensando con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios de amar en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es aprender lo que es la paz, porque la paz es la condición del Reino en nuestro fuero interno; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo del Amor de Dios, Amor que Él y Su Hijo comparten en el eterno Presente de la Unicidad en perpetua Armonía y alegre Concordia, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición para: 5.1) alcanzar aquí el reflejo del Conocimiento; 5.2) en nuestro fuero interno, entrar en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Ver T11, L71, L72, LTe.2 (-L231)

3 La llave del Curso y de la salvación es el otro, los demás, a quienes vas a perdonar, extender los milagros que te sugiera el Espíritu Santo, y con quienes vas a entablar relaciones santas. Ver 13.7 [62]

4 Casa, con mayúscula, es sinónimo del Cielo, Realidad, Unicidad, etc. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, casa es el espíritu o mente acertada, la parte de nuestra mente separada que aún se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo; y cuando pensamos con el especialismo del ego, es la morada que alberga nuestro cuerpo. Ver T5.5 [42]-[43], T9.8 [65], T10.4 [24], T11 [103]

5 En el Cielo, la Creación, con mayúscula, es todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, las Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos al perdonar a otro(s) y extenderle(s) los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el especialismo del ego, no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)

6 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber visto su Alma con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y el espacio y el universo son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5

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