PARA VER TODO EL CORREO HAGA
Un Curso Sobre Milagros
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T29.7 [42] 37 Este mundo te atará de pies y manos y destruirá tu cuerpo únicamente si piensas que fue hecho para crucificar al Hijo de Dios. 38 Pues, aunque era un sueño de muerte, no tienes por qué dejar que sea eso para ti.

39 Deja que esto cambie y todas las cosas en el mundo tendrán necesariamente que cambiar también. 40 Pues nada aquí está realmente definido según el propósito que tú le ves.

41 ¡Qué bello es el mundo cuyo propósito es perdonar al Hijo de Dios! 42 ¡Cuán libre de miedo está, y cuán repleto de bendiciones y felicidad!

43 ¡Y qué alegría es morar por un tiempo en un lugar tan feliz! 44 Pero no debemos olvidar que, en un mundo así, no transcurrirá mucho tiempo antes de que la Eternidad venga calladamente a ocupar el lugar del tiempo.

  UCSM TEXTO
CH 29 EL DESPERTAR
T29.6 LA MORADA
QUE NO CAMBIA
T29.7 EL PERDÓN Y LA PAZ
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Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
P A R T E 2  
¿Qué es LA SEGUNDA
VENIDA? pár 1-5
LTe.9 (-L301).1 1 La Segunda Venida de Cristo —Que es tan segura como que Dios existe— es sencillamente1 la corrección de todos los errores y el restablecimiento de la cordura2. 2 Es parte de la condición que reinstaura Lo que nunca se perdió y restablece Lo que es eternamente verdad de toda Eternidad y por toda Eternidad3. 3 Es la invitación que se le hace a la Palabra de Dios4 para que5 ocupe el lugar de las ilusiones6, la señal de que estás dispuesto a dejar que tu perdonar7 descanse sobre todas las cosas8 sin hacer excepciones y sin reservas.
1 … en tu mente acertada o espíritu,
 
2 Cordura, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su sistema de pensamiento en nuestra mente acertada o espíritu, que parte de la creencia en la Verdad y, que nuestra función aquí es tratar de ser reflejos de nuestra verdadera Realidad, aceptando el Redimir para nosotros mismos, perdonando, extendiendo milagros y entablando relaciones santas para multiplicar el perdón y la extensión de milagros hasta abarcar a todos. Y, cuando pensamos con nuestro ego, la cordura es el estado mental al que llega nuestro ego por medio del razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76], T17.7 [61]
 
3 Unicidad, con mayúscula, es, la idea que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de fusionar todas nuestras Almas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos el Hijo único de Dios. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
 
4 … al Espíritu Santo
 
5 … en nuestra mente acertada
 
6 … de la realidad del ego en nuestra mente equivocada
 
7 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo—en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego hecho por mi yo soñador, y el especialismo producido por mi mente separada que lo usa. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
 
8 En minúscula, las cosas, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son el reflejo aquí de las Cosas celestiales y, cuando pensamos con el ego, son aquí, las que perciben nuestros sentidos y que nos explicamos por medio de nuestro razonamiento, lógica y sentido común. Ver T8.3 [14], T12.6 [50], T12.7 [68]
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¿Qué es LA SEGUNDA
VENIDA? 
pár 2
LTe.9 (-L301).2 4 Es la naturaleza totalmente inclusiva de la Segunda Venida de Cristo lo que Le permite abrazar al mundo y mantenerte a salvo dentro de Su tranquilo advenir, el cual abarca a todas las cosas vivientes conjuntamente contigo. 5 No hay fin para la liberación9 que trae la Segunda Venida, pues la Creación de Dios10 tiene que ser necesariamente ilimitada. 6 El perdonar ilumina el camino de la Segunda Venida, porque brilla sobre todos al unísono.
9 Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad;
 
10 En el Cielo, la Creación, con mayúscula, es todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, las Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos al perdonar a otro(s) y extenderle(s) los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego, no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)
P A R T E 2  
¿Qué es LA SEGUNDA
VENIDA? 
pár 3
LTe.9 (-L301).3 7 La Segunda Venida11 marca el fin de las enseñanzas del Espíritu Santo, allanando así el camino para el Juicio Final12, en el que el aprendizaje termina con un último resumen, el cual se extenderá más allá de sí mismo hasta llegar a Dios. 8 La Segunda Venida es el tiempo en el que todas las mentes se ponen en manos de Cristo13 para que14 sean regresadas al Espíritu15 en el nombre de la verdadera Creación y de la Voluntad de Dios16.
11 … en tu mente acertada o espíritu…
 
12 El Juicio Final en mi fuero interno de mi espíritu o mente acertada —después de haber experimentado a Cristo en el o los que he perdonado completamente— 1) Es el proceso de evaluar acertadamente lo que tiene valor y lo que no lo tiene. 2) Es comprender a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso, y que lo que es Verdad nunca ha cambiado. 3) Es el don de la corrección que Dios depositó sobre todos mis errores; corrección que me libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 4) Es saber que Nuestro Padre — Quien yo, al igual que Jesús antes de morir, creíamos que nos había abandonado a la injusticia de este mundo— por el contrario, nos dice a todos y a cada uno: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Por lo tanto, despierta, y regresa a Mí. Soy Tu Padre y Tú eres Mi Hijo." Ver T2.6, T3.8, T26.4 [21], LTe.10 (-L311)
 
13 Cristo: 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que, por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que es resuelto en el proceso de extender milagros: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, Cristo también es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la fusión de mi Alma con el Alma del otro(a), experiencia de Amor general que se extiende a todas las demás Almas como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
 
14 … en tu mente acertada o espíritu…
 
15 Alma (o Espíritu) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Alma es eterna y nunca nació. El Alma sabe, ama y crea. Cuando las Almas (o Espíritus) perfectas y eternas —que realmente somos todosse fusionan en Una sola en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. Nada puede llegar al Alma desde el ego, ni nada del Alma puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Alma no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
 
16 Voluntad de Dios en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas están fusionadas en Una sola en Cristo, Su Hijo único, Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada y perpetua en la Alegría de la Creación plena, eternamente receptiva y totalmente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es, por medio del perdón y de la extensión de milagros, que nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
P A R T E 2  
¿Qué es LA SEGUNDA
VENIDA? 
pár 4
LTe.9 (-L301).4 9 La Segunda Venida es el único acontecimiento en el tiempo al que el mismo tiempo no puede afectar. 10 Pues a cada uno que alguna vez vino a morir, o que aún ha de venir, o que se encuentra ahora aquí, es igualmente liberado de lo que17 fue hacedor18. 11 En esta igualdad, Cristo es reinstaurado como una única Identidad19, en la Cual todos los Hijos de Dios se dan cuenta de que todos son realmente Uno20. 12 Y Dios el Padre sonríe a Su Hijo, Su única Creación y Su única Alegría.
17 … su yo soñador: Mi yo soñador, es el Hijo de Dios soñando que —hace aproximadamente unos 14 mil millones de años— logró separarse de Dios y, siendo él "la idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales" (ver “Separación”), se puso a hacer: 1) el tiempo, el espacio y el universo; 2) el sistema de pensamiento del ego, con cuyos impulsos existenciales ha estado manejando la evolución de esos efectos reales; 3) con el aparente propósito de retar al Espíritu Santo, hace unos 4.500 millones de años, empezó a hacer la pizca de polvo cósmico que llamamos "mundo" y, en él, hace unos 200 mil años, otorgó al “homo sapiens” —que el Curso llama “hombre”— la facultad de manipular su instinto natural, obligándolo —para orientar su vida—, a decidir todo el tiempo con cuál de los dos sistemas de pensamiento quiere pensar: ¿con el del ego o, con el del Espíritu Santo? Ver: T27.9 [82], T1.1.28 [38]
 
18 … la separación y todas sus secuelas…
 
19 Identidad, con mayúscula, es el Yo del único Hijo de Dios, Que somos realmente, como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Quien es Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu), y pensamos con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
 
20 … en la experiencia de Cristo, en mi fuero interno, es la divina experiencia de la fusión de mi Alma con el Alma del otro(a) en Una sola, al haberlo(a) perdonado totalmente; experiencia de Amor que iré extendiendo a todo y a todos en un reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9], Lte.6 (-L271)
P A R T E 2  
¿Qué es LA SEGUNDA
VENIDA? 
pár 5
LTe.9 (-L301).5 13 Ora21 para que esta Segunda Venida llegue pronto, pero no te limites a eso, 14 pues Ella necesita tus ojos, tus oídos, tus manos y tus pies. 15 También necesita tu voz. 16 Pero, sobre todo, necesita tu disposición. 17 Alegrémonos de poder hacer la Voluntad de Dios y unirnos conjuntamente en Su santa luz22. 18 ¡Presten atención!, el Hijo de Dios es realmente Uno con Nosotros, y por eso podemos alcanzar el Amor de Nuestro Padre por medio de él.
21 La oración es, en el eterno Presente de la Unicidad, el mayor Don con el Cual Dios bendijo a Su Hijo al crearlo. la única Voz que eternamente nos profesamos Dios y todos nosotros como las Almas perfectas y eternas que realmente somos, Una en Cristo, Su único Hijo, en medio de la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo. Y en Ello, la Creación se extiende: Dios dando gracias a Su Extensión, Que es Su Hijo; y Éste, en el cantar de Su Crear en Nombre de Su Padre, dándole gracias a Él, por haberlo creado. Cuando termine el tiempo, el Amor Que Ellos comparten es Lo que toda oración será por toda la Eternidad, porque así era antes de que el tiempo pareciera existir. La oración que pide cosas de este mundo dará lugar a experiencias de este mundo. Si eso es lo que la oración del corazón pide, es lo que se le dará, porque es lo que recibirá. Al Hijo dormido de Dios sólo le queda este poder. Pero es suficiente. Sus palabras no tienen importancia. Sólo la Palabra de Dios tiene algún significado que sólo el Espíritu Santo comprende. Y eso, también, es suficiente. Ver T3.7 [56] y [60], T6.3 [32], L183.11, L254, M21.3, C1.in.
 
22 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93


Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 310
Paso este día sin
miedo1 y con Amor.
L310.1 1 Padre mío, quiero pasar este día Contigo, tal como Tú has dispuesto que deberían ser todos mis días. 2 Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo. 3 La alegría que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo2 desde el Cielo. 4 Este día será Tu agradable recordatorio para que Te recuerde, el atento llamamiento que haces a Tu santo Hijo, la señal de que Tu gracia me ha llegado y de que Tu Voluntad es que hoy quede libre.

L310.2 5 Este día lo pasaremos juntos, tú y yo. 6 Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro canto de gratitud y alegría hacia Aquel Que nos dio la salvación y nos liberó3. 7 Hemos sido restaurados a la paz y la santidad. 8 Hoy el miedo no tiene cabida en nosotros, pues hemos dado la bienvenida al Amor en nuestros corazones.
1 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero, cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda. Ver T6, T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
 
2 El Hijo único de Dios o Cristo, en Cuya única Alma, todas las Nuestras están fusionadas en Una sola y, Que es Una con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el especialismo del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
 
3 Libertad con mayúscula, es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)


Un Curso Sobre Milagros
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TEXTO
Capítulo 29
EL DESPERTAR

T29.6 LA MORADA QUE
NO CAMBIA pár 31-37
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
T29.6 [31] 1 Hay un lugar en ti en el que este mundo en su totalidad ha sido olvidado: donde no quedan memorias de pecado ni de ilusiones. 2 Hay un lugar en ti donde el tiempo se ha ido y en el que se oyen ecos de la Eternidad1. 3 Hay un lugar de descanso tan aquietado que no se oye ningún sonido excepto un himno al Cielo que se eleva para alegrar a Dios el Padre y al Hijo. 4 Donde Ambos moran, Ambos son recordados. 5 Y Donde Ellos están, es el Cielo y hay paz. 6 No creas que puedas cambiar el lugar donde Ellos moran. 7 Pues tu Identidad2 reside en Ellos, y Donde Ellos están 3 tienes que estar eternamente.
1 El residuo bendito es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. Este reflejo se nos manifiesta en nuestro fuero interno mediante impulsos caritativos, compasivos, de compartir, de amor o amistad desinteresados que de vez en cuando emergen de nuestro subconsciente, y que sólo podemos tomar en serio cuando nos ponemos a pensar con el Espíritu Santo en nuestro espíritu (o mente acertada), que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Ver T5.7 [60] 7, T8.5 [33], T12.3 [11], T18.11 [98], T28.2
 
2 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
 
3 , con mayúscula, quiere decir Tú, como el Alma perfecta y eterna que realmente eres, Que está fusionada con todas las demás Almas —igualmente perfectas y eternas— en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre y Creador en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de la Unicidad o Cielo o Reino de los Cielos, etc. En minúscula. , cuando: decides pensar con el Espíritu Santo, has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado, extendido milagros y entablado relaciones santas, eres el reflejo aquí de Cristo; y, cuando piensas, percibes y actúas con el ego —como lo haces habitualmente— te identificas con él. Ver T8.4 [20], T23
T29.6 LA MORADA QUE
NO CAMBIA
pár 32
T29.6 [32] 8 La inmutabilidad del Cielo está4 en ti, tan profundamente adentro que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin que se noten ni se vean. 9 La aquietada infinitud de una paz sin fin te envuelve afablemente en su cariñoso abrazo, tan fuerte y quieta, tranquila en el poder de su Creador, que nada puede perturbar al sagrado Hijo de Dios que se encuentra dentro de ti. 10 El papel que el Espíritu Santo te asigna a ti, que sirves al Hijo de Dios5 y que quieres verlo despierto y alegrarte por ello, es el siguiente: 11 Él forma parte de ti, y tú de él, porque él es el Hijo de su Padre y no por ningún otro propósito que tú puedas ver en él. 12 No se te pide otra cosa sino que aceptes lo que es inmutable y eterno en él, pues tu Identidad, está ahí. 13 La paz en ti sólo puedes encontrarla en él6. 14 Y cada pensamiento de Amor7 que le ofrezcas no hace sino acercarte más a tu despertar a la eterna Paz y a la infinita Alegría.
4 … realmente
 
5 … a la otra o al otro que has estado tratando de perdonar…
 
6 … ya que su Alma y La tuya son exactamente iguales, Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el único Hijo de Dios, que son realmente todos los que fueron, son y serán,
 
7 Amor, con mayúscula, se refiere, en el eterno Presente de la Unicidad, al Espíritu Santo o Pensamiento de Amor de Dios, por medio del Cual, nos creó como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, cuando le ponemos cuidado a los impulsos milagrosos que nos envía el Espíritu Santo —que es lo mismo que decidir pensar con Él— es Su reflejo o Amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás, y se expresa en el perdonar y en la extensión de los milagros que el propio Espíritu santo nos sugiere. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
T29.6 LA MORADA QUE
NO CAMBIA
pár 33
T29.6 [33] 15 Este sagrado Hijo de Dios es como tú: el reflejo del Amor de su Padre por ti, el afable recordatorio del Amor de su Padre mediante el cual fue creado, y que todavía mora en él, al igual que en ti. 16 Quédate muy quieto, y oye en él la Voz de Dios, y deja que Ella te diga cuál es la función8 de él. 17 Pues él fue creado9 para que pudieses ser completo, pues sólo los que son completos pueden formar parte de la Completitud10 de Dios, la Cual Te creó.
8 A cada persona —a la medida de sus talentos naturales y adquiridos— el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación de los otros que Él le envía, función que sólo ella puede desempeñar extendiendo los milagros que Él le sugiera. Esta función se puede manifestar, entre otras: dando el ejemplo, enseñando, curando, ofreciendo psicoterapia, escribiendo, etc. Pero, siempre reflejará, de alguna manera, la Unicidad de Dios, en la que todas nuestras Almas están fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios Que, realmente, cada uno y todos somos. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], T25.7, L62, L64, L65, L66, L99
 
9 … por Dios en un Pensamiento de Amor, en la Unicidad, con mayúscula, es, la idea que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de fusionar todas nuestras Almas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos el Hijo único de Dios. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
 
10 La Completitud, con mayúscula, en el Cielo, es de Dios y de cada uno de nosotros, como las Almas perfectas que realmente somos, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, en minúscula, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, la completitud es el reflejo de la eterna Completitud, y se experimenta en nuestro fuero interno en un instante santo del mundo real, en la experiencia de Cristo. Y cuando pensamos con el especialismo del ego, significa las definiciones que se pueden encontrar en el diccionario. Ver T2.5 [102], T6.3 [25], T15.8 [78], T29.3 [19]
T29.6 LA MORADA QUE
NO CAMBIA
pár 34
T29.6 [34] 18 El único presente que te pide el Padre es que veas en toda creación11, únicamente la esplendorosa gloria12, del Don13 que Te dio. 19 Mira a Su Hijo, Su perfecto don, en quien su Padre realmente brilla eternamente y a quien toda creación le es dada como propia. 20 Y puesto que la posee, te es dada a ti, y allí donde reposa en él tú ves tu paz. 21 La calma que te rodea mora en él, y de esa quietud emanan los sueños felices en los que las manos de ustedes se unen en la inocencia, 22 porque éstas no son las manos que agarran en los sueños de dolor. 23 No están empuñando ninguna espada, pues han abandonado su apego a todas las vanas ilusiones del mundo. 24 Y, al estar vacías, reciben a cambio la mano de un hermano en la que yace la completitud14.
11 En el Cielo, la Creación, con mayúscula, es todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, las Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos al perdonar a otro(s) y extenderle(s) los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el especialismo del ego, no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)
 
12 … del reflejo aquí
 
13 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T20.6 [38], T26.5 [28], L166
 
14 La relación santa, aquí: 1) es el reflejo de la Relación de Amor de Dios en paz y alegría con todas las Almas perfectas que realmente somos, fusionadas todas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; 3) es un proceso que se inicia cuando dos personas que han perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s); este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; 4) finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, dos experimentan el mundo real, se produce en ellos, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor en paz y alegría a todos y a todo. Ver T17.6, T22
T29.6 LA MORADA QUE
NO CAMBIA
pár 35-37
T29.6 [35] 25 Si conocieses la gloriosa meta15 que se halla más allá del perdón, no te aferrarías a ningún pensamiento, por muy leve que parezca ser su roce con la maldad. 26 Pues comprenderías cuán grande es el costo que supone conservar cualquier cosa que Dios no dio a las mentes que pueden dirigir la mano para bendecir, y llevar al Hijo de Dios a la morada de su Padre. 27 ¿No te gustaría ser amigo de él, que fue creado por su Padre como Su morada? 28 Si Dios lo considera digno de Sí Mismo, ¿lo atacarías con las manos del odio? 29 ¿Quién que pone sus ensangrentadas manos sobre el propio Cielo podría esperar encontrar la paz de Éste? 30 Tu hermano cree que está sujetando la mano de la muerte. 31 Pero no le creas. 32 Aprende, más bien, cuán bendito eres tú, que lo puedes liberar sólo con ofrecerle tu paz.

T29.6 [36] 33 Se te ofrece un sueño en el que tu hermano es tu salvador, no tu odiado enemigo. 34 Se te da un sueño en el que lo has perdonado por todos sus sueños de muerte: un sueño de esperanza que compartes con él, en vez de soñar por tu cuenta sueños de odio y maldad. 35 ¿Por qué parece tan difícil compartir este sueño? 36 Porque, a menos que el Espíritu Santo otorgue al sueño su función, fue hecho para odiar y seguirá al servicio de la muerte. 37 Cada forma que adopta pide de alguna manera la muerte a gritos. 38 Y los que sirven al señor de la muerte han venido a adorarlo en un mundo de separación —cada uno con su diminuta lanza y espada oxidada— para cumplir su vieja promesa de morir.

T29.6 [37] 39 Tal es el meollo del miedo16 en cada sueño que se haya apartado de Aquel Que ve una función diferente para el sueño. 40 Cuando los sueños se comparten, pierden la función de atacar y separar, si bien para eso fue concebido cada sueño. 41 No obstante, en el mundo de los sueños no hay nada que permanezca sin la esperanza de cambio y de mejora, pues no es ahí donde se encuentra la inmutabilidad. 42 Alegrémonos en verdad de que esto sea así, y no busquemos lo eterno en este mundo. 43 Los sueños de perdón son medios para dejar de soñar con un mundo externo a ti. 44 Y conducen finalmente, más allá de todo sueño, a la paz de la Vida eterna.
15 La meta del Curso: 1) es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
 
16 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero, cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda. Ver T6, T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]


Un Curso Sobre Milagros
edición original
TEXTO
Capítulo 29
EL DESPERTAR

T29.7 EL PERDÓN
Y LA PAZ pár 38-42
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
T29.7 [38] 1 ¿Cuán dispuesto estás a perdonar1 a tu hermano? 2 ¿Hasta qué punto deseas la paz2 en lugar de conflictos interminables, sufrimiento y dolor? 3 Estas preguntas son todas la misma pregunta, aunque formuladas de manera diferente. 4 El perdón constituye tu paz, pues en él se encuentra el fin de la separación y del sueño de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así como de aflicción y pérdida. 5 Éste es el "sacrificio" que pide la salvación y, a cambio, ofrece gustosamente la paz.
1 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo—en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego hecho por mi yo soñador, y el especialismo producido por mi mente separada que lo usa. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
 
2 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, fusionadas todas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro —es decir, que nos damos cuenta de que no hay nada que perdonar, porque lo hemos reconocido como el Cristo que realmente es, como el Alma perfecta y eterna que realmente es, Alma que es exactamente igual a La mía y a Las de todos los demás— y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el especialismo del ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T19.5, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
T29.7 EL PERDÓN
Y LA PAZ
pár 39
T29.7 [39] 6 ¡No jures morir, santo Hijo de Dios! 7 Pues eso es hacer un trato que no puedes realmente cumplir. 8 Al Hijo de la Vida no se le puede matar. 9 Es inmortal como su Padre. 10 Lo que él realmente es no se puede cambiar. 11 Él es lo único en todo el universo3 que tiene necesariamente que ser uno. 12 A todo lo que parece eterno le llegará su fin. 13 Las estrellas desaparecerán, y la noche y el día dejarán de ser. 14 Todas las cosas que van y vienen, las mareas, las estaciones del año y las vidas del hombre; todas las cosas que cambian con el tiempo y que florecen y se marchitan, se irán para no volver jamás. 15 Donde el tiempo ha fijado un final no es donde se encuentra Lo eterno. 16 El Hijo de Dios4 jamás puede cambiar por lo que los hombres han hecho de él. 17 Será como ha sido y es, pues el tiempo no fijó su destino, ni marcó la hora de su nacimiento ni la de su muerte. 18 El perdón no lo cambiará. 19 No obstante, el tiempo espera el perdón para que las cosas del tiempo puedan desaparecer, ya que no son de ninguna utilidad5.
3 Universo, con mayúscula, es sinónimo de la Unicidad de Dios, Cielo, Reino de los Cielos, Realidad, es decir, Todo lo creado por Dios, a saber: Nosotros como Almas perfectas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, en minúscula, universo puede significar todo lo que está contenido en el tiempo y el espacio según el ego o, si estás pensando con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de la Unicidad de Dios. Ver T28.3 [16], T29.7 [39] 
 
4 El Hijo único de Dios o Cristo, en Cuya única Alma, todas las Nuestras están fusionadas en Una sola y, Que es Una con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el especialismo del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
 
5 … en el Cielo, Que es Donde todos, como Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el único Hijo de Dios, realmente estamos.
T29.7 EL PERDÓN
Y LA PAZ
pár 40-41
T29.7 [40] 20 Nada sobrevive a su propósito. 21 Si algo fue concebido para morir, morirá, a no ser que se niegue a aceptar ese propósito como suyo. 22 El cambio es lo único que aquí se puede convertir en una bendición, donde ningún propósito es fijo, por muy inmutable que parezca ser. 23 No creas que puedes fijar una meta que sea diferente al propósito que Dios ha fijado para ti, y establecerla como si fuese inmutable y eterna. 24 Puedes asignarte un propósito que realmente no es tuyo. 25 Pero no puedes deshacerte del poder de cambiar tu pensar, y ver ahí otro propósito. 26 Poder cambiar es el mayor don que Dios dio a todo lo que quisieras hacer eterno, para asegurarse de que el Cielo fuese lo único que no desapareciese.

T29.7 [41] 27 No naciste para morir. 28 No puedes realmente cambiar, ya que tu Función6, ha sido fijada por Dios. 29 Todas las metas operan en el tiempo y cambian la manera de perpetuarlo, excepto una. 30 El perdón no se propone conservar el tiempo, sino terminar con él una vez que deje de ser útil. 31 Y ya sin un propósito, desaparecerá. 32 Y donde una vez parecía reinar, ahora se restaura con plena concienciación la Función que Dios estableció para Su Hijo. 33 El tiempo no puede fijar un final para Su logro ni para Su inmutabilidad. 34 Realmente no hay muerte, porque los que viven comparten7, la Función que su Creador les asignó. 35 La función de la Vida8 no puede ser morir. 36 Tiene que ser la extensión de la Vida, para que sea Una de toda y para toda Eternidad, sin final.
6 … de crear y amar con Dios
 
7 … el reflejo aquí de 
 
8 La Vida, con mayúscula, es la única Vida que realmente existe, pues fue creada por Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que todos, sin excepción, somos Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el único Hijo de Dios, Quien es Uno con Su Padre en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, vida quiere decir nuestra vida aquí, sea como reflejo de Nuestra Vida eterna cuando pensamos con el Espíritu Santo o, de acuerdo con las leyes de este mundo, cuando pensamos con el especialismo del ego. Ver T4.4 [48], T6.6.1 [61], T23.5, L167
T29.7 EL PERDÓN
Y LA PAZ
pár 42
T29.7 [42] 37 Este mundo te atará de pies y manos y destruirá tu cuerpo únicamente si piensas que fue hecho para crucificar al Hijo de Dios. 38 Pues, aunque era un sueño de muerte, no tienes por qué dejar que sea eso para ti. 39 Deja que esto cambie y todas las cosas en el mundo tendrán necesariamente que cambiar también. 40 Pues nada aquí está realmente definido según el propósito que tú le ves. 41 ¡Qué bello es el mundo cuyo propósito es perdonar al Hijo de Dios! 42 ¡Cuán libre de miedo está, y cuán repleto de bendiciones y felicidad! 43 ¡Y qué alegría es morar por un tiempo en un lugar tan feliz! 44 Pero no debemos olvidar que, en un mundo así, no transcurrirá mucho tiempo antes de que la Eternidad venga calladamente a ocupar el lugar del tiempo.
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