PARA VER TODO EL CORREO HAGA
Un Curso Sobre Milagros
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T20.8 [66] 66 Tu pregunta no debería ser "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" 67 Pregunta sólo: "¿Deseo realmente verlo impecable?" 68 Y al preguntarlo, no olvides que su impecabilidad constituye tu liberación del miedo26.

69 La salvación es la meta del Espíritu Santo. 70 El medio es la visión de Cristo. 71 Pues lo que ésta mira es la impecabilidad. 72 Nadie que ame puede juzgar, y lo que ve está libre de toda condena.

73 Y lo que él ve, no fue hecho por él, pues le fue dado para que viese, tal como era la visión que hizo posible que viera.

  UCSM TEXTO
CH 20 LA PROMESA
DE LA RESURRECCIÓN
T20.8 LA COHERENCIA DE
LOS MEDIOS Y DEL FIN
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Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN1 ?  pár 1-5
LTe.2 (-L231).1 1 La salvación es la promesa que Dios te hizo2 de que finalmente encontrarás tu camino hasta Él3. 2 Y no puede dejar de cumplirla. 3 Garantiza que4 al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que nacieron en él. 4 La Palabra de Dios5 es dada a cada mente que piensa que sostiene pensamientos de separación y, reemplazará estos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz6.
1 La salvación es salvar al otro, porque —siendo su Alma la misma que La tuya— al salvar a su mente equivocada del ego, salvas a la tuya también. La salvación es un proceso que: 1) se inicia cuando ayudas al otro a concienciar que, además de pensar “yo”, “yo”, “yo” con su ego sobrevividor, también posee la alternativa de pensar “nos” a favor de otro(s), siempre y cuando le ponga cuidado a los impulsos milagrosos (o amorosos) que de vez en cuando emergen de su subconsciente. 2) Luego, pensando cada vez más “nos” —que es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo— lo llevará también cada vez más a perdonar al otro(s) y a extenderle(s) los milagros que el mismo Espíritu Santo le sugerirá. 3) Al multiplicarse estas experiencias, querrá creer que constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios por Su Hijo único —Que realmente son todas nuestras Almas fusionada en Una sola en Cristo— y que curará en su mente —ahora acertada— todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que creía que eran reales, y que sufría debido a la lealtad que les profesaba. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T11, T14, T22, T23.2 [13], T29.8, T31, L39, LTe.2 (-L231)
 
2 … en el instante de la separación,
 
3 La meta del Curso: 1) es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
 
4 … en tu mente acertada…
 
5 La Palabra de Dios es sinónimo de la "Voz que habla por Dios" y de la "Voz de Dios", Que es el Espíritu Santo, que sólo sabe de Amor, y que se expresa —cuando he logrado acallar al casi permanente diálogo de mi "yo" egoísta y egóico conmigo mismo en mi fuero interno— por medio de los impulsos milagrosos o amorosos que emergen desde lo más profundo de mi subconsciente,
 
6 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, fusionadas todas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro —es decir, que nos damos cuenta de que no hay nada que perdonar, porque lo hemos reconocido como el Cristo que realmente es, como el Alma perfecta y eterna que realmente es, Alma que es exactamente igual a La mía y a Las de todos los demás— y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T19.5, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN?  
pár 2
LTe.2 (-L231).2 5 El Pensamiento de la Paz fue dado al Hijo en el mismo instante en que su mente pensó en guerrear7. 6 Antes de eso, no había necesidad de Él, pues la Paz había sido dada sin opuestos y sencillamente era. 7 No obstante, cuando la mente está escindida, necesita curarse8. 8 Y así, el Pensamiento9 que tiene el poder de curar la escisión, pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo realmente Una10, mente11 que no consiguió reconocer Su Unicidad. 9 Entonces, el fragmento de la mente no se conocía a sí mismo y pensó que había perdido su propia Identidad12.
7… cuando, en un sueño, el Hijo decidió que era posible separarse de Su Padre y ponerse a crear por su cuenta, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberla enviado al olvido, se convirtió en una idea seria (yo soñador), capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están las hechuras del tiempo, del espacio y de todo lo que éstos contienen en incesante expansión y fragmentación, regidos por el sistema de pensamiento del ego (o las leyes de la evolución y escasez). Ver T27.9 [82]]
 
8 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos liberarnos de la creencia en la realidad —según el ego— del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros. Este proceso llevará nuestra Alma (o Espíritu) a identificarse con el Alma del otro —al que estamos tratando de perdonar— con todas las demás Almas en Una sola en la experiencia de Cristo en el mundo real. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente equivocada de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
 
9 … el Espíritu Santo
 
10 … en el eterno Presente de la Unicidad
 
11 … separada: En esta realidad, el ego, es el deseo de cada ser humano de estar separado y lo más arriba posible por encima de los demás seres humanos, de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que es merecedor —por encima y hasta en contra de los demás— de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, y las busca afanosamente en relaciones especiales en las que otros aparentemente le ofrecen amor, amistad y aprecio especiales, así como también a veces, la entrega de sus cuerpos y/o mentes igualmente especiales y, con ellos, de lo que poseen que nuestro ego cree que le hace falta. Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir de verdad, ya que por sí mismo constituye una traición y un ataque contra la eterna y amorosa Unicidad de Dios con Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una. En consecuencia, el especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o error que puedan cometer; además de atacar a los que entre ellos, directa o indirectamente, interfieran o se opongan a sus designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
 
12 Identidad, con mayúscula, es el Yo del único Hijo de Dios, Que somos realmente, como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Quien es Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu), y pensamos con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN?  
pár 3
LTe.2 (-L231).3 10 La salvación es un deshacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de los sueños y de la malicia. 11 De esta manera, deja que las ilusiones desaparezcan13. 12 Al no apoyarlas, sencillamente las deja convertirse tranquilamente en polvo. 13 Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios, donde a partir de ahora se escribe Su Palabra, con los presentes14 de tu perdonar15 depositados ante él y, no mucho más atrás, la Memoria de Dios16.
13 … en tu mente…
 
14 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.6 [42] 24, T7.7 [65] 82, T7.8 [81]
 
15 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo—en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego hecho por mi yo soñador, y el especialismo producido por mi mente separada que lo usa. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien su Alma. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
 
16 … nuestros impulsos amorosos que son aquí, el reflejo del Amor de Dios en el eterno Presente de la Unicidad, Donde realmente están todas nuestras Almas, sin excepción, Una en el Alma única del Hijo único de Dios, con Quien es Uno…
P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN?
pár 4
LTe.2 (-L231).4 14 Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos unos momentos juntos17. 15 Aquí compartimos nuestro sueño final. 16 Es éste un sueño en el que no hay pesar, pues contiene un indicio de toda la Gloria Que Dios Nos dio. 17 En él, la hierba brota, los árboles florecen y los pájaros viene a construir nidos en su ramaje. 18 La tierra nace de nuevo, pero con una nueva percepción. 19 La noche se acabó, y ahora nos hemos reunido en la luz18.
17 … unos instantes santos en nuestro espíritu aquietado, habiendo acallado el interminable diálogo interno de mi "yo", "yo", "yo" con mi ego… Al entrar en un instante santo, ante todo, quieres reflejar en tu fuero interno, el eterno Presente de nuestra verdadera Realidad, en la que no hay pasado ni futuro. Para ello, silencias el continuo diálogo interno de tu "yo", "yo", "yo", e invitas al Espíritu Santo a comunicarse contigo, no como individuo —ya que este instante no es para ti solo— sino para Cristo, en Quien todas nuestras Almas están fusionadas en Una sola. Durante ese lapso de silencio, podrías abrirte a: 1) ver ciertas relaciones especiales de otra manera; 2) revisar tu proceso de Redimir; 3) perdonar en vez de juzgar; 4) terminar de extender los milagros que te hubiese sugerido el Espíritu Santo. Todo eso alentará a tu consciente a mejor reconocer los impulsos milagrosos que constantemente emergen de tu subconsciente, donde los envía el Mismo Espíritu Santo. Ver T15.5 a T15.9, L106, L109, L125, L157, L182, L189
 
18 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN?
pár 5
LTe.2 (-L231).5 20 Desde aquí, extendemos19 la salvación al mundo, pues aquí fue donde la recibimos. 21 El cantar de nuestro regocijo proclama al mundo entero que la libertad20 ha regresado, que al tiempo casi le ha llegado su fin, y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante más para que recuerde a Su Padre, los sueños se desvanezcan, la Eternidad eclipse al mundo con Su Luz y, ahora, que el Cielo sea Lo único existe.
19 … en nuestra mente
 
20 Libertad con mayúscula, es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)


Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 233
Hoy doy mi vida a Dios para
que se encargue de ella.
L233.1 1 Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos1. 2 No quiero quedarme con ninguno. 3 En su lugar, dame los Tuyos2. 4 Asimismo, Te entrego todos mis actos3, de manera que pueda hacer Tu Voluntad4 en lugar de ir en pos de metas inalcanzables5 y perder el tiempo en vanas imaginaciones6. 5 Hoy vengo a Ti. 6 Me haré a un lado y, sencillamente, Te seguiré. 7 Sé Tú el Guía y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor7 Cuya ternura no puedo comprender, pero que, no obstante, es Tu perfecto Don8 para mí.

L233.2 8 Hoy nos dirige un solo Guía9. 9 Y mientras caminamos juntos, Le entregaremos este día sin reserva alguna. 10 Éste es Su día. 11 Y así, es un día de incontables dones y de infinitas gracias para nosotros.
1 … tratando de acallar lo más posible el continuo diálogo de mi "yo" conmigo mismo
 
2 … por medio de los impulsos milagrosos que me envía el Espíritu Santo: El Espíritu Santo envía impulsos milagrosos a nuestro subconsciente, del cual emergen a nuestra mente acertada o espíritu, entre otros, como impulsos compasivos, caritativos, de compartir, de amistad desinteresada, de verdadera empatía, de verdadero Amor…, y constituyen en este mundo, el único reflejo de la eterna Realidad. Ver T1.1.28 [36 a 38], T4.7 [88]
 
3 … que quieren ser de aceptar el Redimir para mí mismo, de perdonar a otros y de extenderles los milagros que me sugiera el Espíritu Santo…
 
4 Voluntad de Dios en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas están fusionadas en Una sola en Cristo, Su Hijo único, Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada y perpetua en la Alegría de la Creación plena, eternamente receptiva y totalmente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es, por medio del perdón y de la extensión de milagros, que nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
 
5 … propulsadas por la ambición y la búsqueda del mayor poder posible…
 
6 El especialismo: 1) es la forma de pensar de mi mente equivocada, cuando mi cerebro procesa los impulsos egóicos provenientes de mi yo soñador ("leyes de la evolución y escasez"), que es lo que hago casi todo el tiempo; 2) es el instinto evolutivo de sobrevivir, pero, manipulado por mi ego; 3) es mi deseo de estar separado(a) y por encima de los demás, tratando de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que soy merecedor(a) de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo; 4) es buscar interesadamente en relaciones especiales, el amor, la amistad y el aprecio especiales que puedan ofrecer, así como también, convencerlos de que entreguen sus cuerpos y/o mentes y/o posesiones igualmente especiales, que considero que me hacen falta. 5) Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir desinteresadamente, ya que, por sí mismo, constituye una traición y un ataque contra el Amor de Dios por cada una de nuestras Almas —Que realmente somos— fusionadas en Una sola en Cristo, Su Hijo único. 6) En consecuencia, mi especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o pecado que puedan cometer; además de atacar a los que interfieran o se opongan a mis designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
 
7 Amor, con mayúscula, se refiere, en el eterno Presente de la Unicidad, al Espíritu Santo o Pensamiento de Amor de Dios, por medio del Cual, nos creó como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, cuando le ponemos cuidado a los impulsos milagrosos que nos envía el Espíritu Santo —que es lo mismo que decidir pensar con Él— es Su reflejo o Amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás, y se expresa en el perdonar y en la extensión de los milagros que el propio Espíritu santo nos sugiere. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
 
8 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.6 [42] 24, T7.7 [65] 82, T7.8 [81]
 
9 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro; 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas —que realmente somos— están fusionadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T5, T11.8, T17.7, T17.9, T25.2 [9]


Un Curso Sobre Milagros
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TEXTO
Capítulo 20
LA PROMESA DE
LA RESURRECCIÓN

T20.8 LA COHERENCIA DE LOS
MEDIOS Y DEL FIN pár 58-66
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
T20.8 [58] 1 Hemos hablado mucho acerca de las discrepancias entre medios y fin, y de la necesidad de que éstos concuerden antes de que tu relación santa1 pueda aportarles únicamente alegría. 2 Pero también hemos dicho que los medios para alcanzar la meta del Espíritu Santo emanarán de la misma Fuente de la Que proviene Su propósito2. 3 Al ser tan sencillo y directo, en este Curso no hay nada que no sea coherente. 4 Las aparentes incoherencias, o las partes que te resultan más difíciles3 que otras, son simples indicaciones de las áreas en las que medios y fin todavía discrepan. 5 Y esto produce un gran desasosiego. 6 Pero no tiene por qué ser así. 7 Este Curso no requiere casi nada de ti4. 8 Es imposible imaginarse algo que pida tan poco o que pueda ofrecer más.
1 La relación santa, aquí: 1) es el reflejo de la Relación de Amor de Dios en paz y alegría con todas las Almas perfectas que realmente somos, fusionadas todas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; 3) es un proceso que se inicia cuando dos personas que han perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s); este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; 4) finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, dos experimentan el mundo real, se produce en ellos, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor en paz y alegría a todos y a todo. Ver T17.6, T22
 
2 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro; 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas —que realmente somos— están fusionadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T5, T11.8, T17.7, T17.9, T25.2 [9]
 
3 … de aplicar
 
4 … sólo que aceptes el Aceptar para sí mismo el Aceptar para ti mismo el Redimir, siempre con mayúscula: 1) es un acto de Amor general; 2) es fusionar tu Alma con La del que perdonas en Una sola, en la experiencia de Cristo; 3) es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; 4) es el acto de compartir desinteresadamente; 5) es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; 6) es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; 7) es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T3.3, T5.3, T11.9, L139
T20.8 LA COHERENCIA DE LOS
MEDIOS Y DEL FIN
pár 59
T20.8 [59] 9 El período de desasosiego que sigue al cambio súbito que se produce en una relación que está transitando del pecado5 a la santidad6 debería estar llegando a su fin. 10 En la medida en que todavía experimentas desasosiego, es porque en esa misma medida te estás negando a dejar los medios en manos de Aquel Que cambió el propósito de la relación. 11 Reconoces que quieres alcanzar la meta7. 12 ¿Es que no estás igualmente dispuesto a aceptar los medios8? 13 Si no lo estás, admitamos que eres incoherente. 14 Todo propósito se logra por ciertos medios, y si quieres alcanzar un cierto propósito, tienes que estar igualmente dispuesto a aceptar los medios correspondientes. 15 ¿Cómo se podría ser sincero y decir "Quiero esto por encima de todo lo demás, pero no quiero aprender los medios necesarios para lograrlo?"
5 … cuya expresión es el especialismo en la relación especial, aquí: 1) es en la que, pensando, percibiendo y actuando con nuestro ego, entablamos con una o más personas especiales que poseen atributos especiales, con las cuales esperamos llenar nuestras necesidades igualmente especiales; 2) constituye la renuncia a la eterna y alegre concordia del perfecto Amor que nuestras Almas profesan unas con otras fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Que realmente somos; 3) es el intento del ego de asegurar para sí el especialismo que Dios le negó, nacido del deseo oculto de que Dios amara a Su Hijo, ahora separado, con un amor especial; 4) es el insincero interés, amor, amistad o aprecio por otra u otras personas que nuestro ego utiliza para constituir con ellas relaciones por medio de las cuales alcanzar algunos de sus objetivos personales; 5) a veces, estas relaciones especiales devienen en dependencia o codependencia, pero que, en todo caso, siempre constituyen ataques velados. Ver T15.6aT15.10, T16
 
6 Santidad, con mayúscula, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, es el Estado de perfecto Amor que vivimos con Él en Paz y Alegría, como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, santidad, es la experiencia en mi fuero interno del reflejo de ese Estado. Ver T1.1.31 [42-44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
 
7 La meta del Curso: 1) es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
 
8 … aceptar el Redimir para ti mismo, no juzgar, perdonar y extender los milagros que te sugiera el Espíritu Santo…
T20.8 LA COHERENCIA DE LOS
MEDIOS Y DEL FIN
pár 60-61
T20.8 [60] 16 Para obtener la meta, el Espíritu Santo pidió ciertamente muy poco. 17 No pide nada más para proporcionar también los medios. 18 Los medios son secundarios con respecto a la meta. 19 Y, cuando vacilas, es porque el propósito te aterroriza, no los medios. 20 Recuerda esto, pues de lo contrario, cometerás el error de creer que los medios son difíciles9. 21 No obstante, ¿cómo van a ser difíciles si sólo te son dados? 22 Los medios garantizan la meta y están perfectamente alineados con ella. 23 Antes de examinarlos más detenidamente, recuerda que si piensas que son imposibles10, será porque tu deseo de lograr la meta ha sido menoscabado. 24 Pues si una meta puede alcanzarse, los medios para lograrlo tienen que ser también posibles.

T20.8 [61] 25 Es imposible ver a tu hermano libre de pecado y, al mismo tiempo, mirarlo como si fuese un cuerpo11. 26 ¿No es esto acaso perfectamente coherente con la meta de la santidad? 27 Pues la santidad es simplemente el resultado de dejar que los efectos del pecado sean sacados, de manera que lo que siempre fue verdad pueda reconocerse12. 28 Ver un cuerpo libre de pecado es imposible, pues la santidad es positiva y el cuerpo es simplemente neutral. 29 No es pecaminoso, pero tampoco impecable13. 30 Como la nada que es, no se le puede revestir significativamente con los atributos de Cristo o del ego. 31 Tanto lo uno como lo otro tendría necesariamente que ser un error, pues ambos colocarían los atributos donde no pueden estar. 32 Y ambos errores tendrían que ser corregidos en aras de la Verdad14.
9 … de aprender y aplicar,
 
10 … en vez de difíciles,
 
11 Tu cuerpo no fue creado por Dios en un pensamiento de Amor, sino "hecho" por tu yo soñador, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria (yo soñador), capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, espacio y universo en continua expansión y fragmentación, todo eso regido por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
 
12 … que al no ser realmente cuerpos sino Almas o Espíritus Tal como Dios nos creó, ¡somos realmente libres…!
 
13 La Impecabilidad, con mayúscula, es, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, la condición de nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa condición eterna, en la que todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
 
14 Si, según el Curso, quiero creer que los impulsos milagrosos que de vez en cuando emergen a mi consciente, provienen del Espíritu Santo, entonces, también querré creer que la Verdad es: 1) la Unicidad de Dios, la cual, no se puede describir ni tampoco explicar, pero sí se puede experimentar internamente un reflejo de Ella, cuando hemos: 1.1) aceptado el Redimir para nosotros mismos; 1.2) perdonado y 1.3) extendido a otro(s) el o los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu santo; 2) que Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo; 3) que Dios no creó más nada; 4) que por eso, nada de Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazada, nada que no sea Ella, realmente existe; 5) que en esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, la verdad es la verdad del hombre pensando con el sistema de pensamiento del ego, que le hace creer que el tiempo, el espacio y el universo que percibe son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez y, constituyen su única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5
T20.8 LA COHERENCIA DE LOS
MEDIOS Y DEL FIN
pár 62
T20.8 [62] 33 El cuerpo es el medio por el que el ego trata de hacer que la relación no santa parezca real. 34 El instante no santo es el tiempo de los cuerpos. 35 Pero además, el propósito del cuerpo aquí es pecar. 36 Sólo puede lograrse en la ilusión15 y, así, la ilusión de un hermano como cuerpo está bastante alineada con el propósito de lo que no es santo. 37 Debido a esta coherencia, los medios no se cuestionan mientras se siga apreciando el fin. 38 La visión se adapta a lo que se quiere, pues la mirada siempre sigue al deseo. 39 Y si lo que ves es el cuerpo, es porque has optado por el juicio16 en vez de por la visión17. 40 Pues la visión, al igual que las relaciones santas, no admite gradación. 41 O ves realmente o no ves.
15 Ilusión o fantasía —en el sueño de la separación o realidad del ego en la que creemos vivir— es todo lo "hecho" por el yo soñador o “idea seria,” que se produjo en el instante de la separación, por haber olvidado el Hijo reírse de la diminuta idea alocada (que Le era posible separarse de Su Padre y ponerse a crear por su cuenta), que se había colado en la Eternidad donde Todo es Uno con Dios. Entre las ilusiones hechas por el yo soñador, se encuentran el tiempo, el espacio, el universo en continua expansión y fragmentación, y el sistema de pensamiento del ego, que con sus leyes de la evolución y escasez rige todas las mencionadas ilusiones. Ver T8.5 [41], T16
 
16 El Juzgar, cuando pensamos con el ego, es el complemento de su percepción para sobrevivir en la realidad de este mundo: Nuestros sentidos nos informan de lo que perciben, información que interpretamos y juzgamos, para luego decidir qué es lo que nos conviene hacer o no al respecto. Pero, según el Curso, juzgar no es nuestra función, sino que pertenece al Espíritu Santo, cuya percepción acertada en nuestro espíritu, nos lleva al conocimiento. En efecto, después de haber aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado al otro y extendido los milagros sugeridos por el mismo Espíritu Santo, sabremos qué hacer en toda circunstancia para tratar de ser aquí —lo más posible— un reflejo de nuestra verdadera Identidad. Ver T3.8, T4.5 [64], T29.10 [62]-[63], M10, M15
 
17 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna fusionada con La mía como Una, fusión unitaria que incluye a todas las Almas, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
T20.8 LA COHERENCIA DE LOS
MEDIOS Y DEL FIN
pár 63
T20.8 [63] 42 Todo aquel que ve el cuerpo de un hermano ha emitido un juicio sobre él y, por lo tanto, no lo ve18. 43 No es que lo vea realmente19 como un pecador20, sino que no lo ve en absoluto. 44 En la oscuridad del pecado, su hermano21 es invisible. 45 Sólo se le puede imaginar en la oscuridad y es ahí donde las fantasías que tienes acerca de él no se comparan con su realidad22. 46 Ahí, las ilusiones se mantienen separadas de la Realidad23. 47 Ahí, las ilusiones nunca se llevan ante la Verdad y siempre se mantienen ocultadas de Ella. 48 Y ahí, en la oscuridad, se imagina que la realidad de tu hermano es un cuerpo, que sostiene relaciones no santas con otros cuerpos, sirviendo la causa del pecado durante un instante, antes de morir.
18 … como el Hijo de Dios que realmente es.
 
19 Realmente se refiere en general a nuestra verdadera condición en el Cielo, Que es donde todos nosotros, las Almas (o Espíritus) perfectas y eternas —que realmente somos todos— se fusionan en Una sola en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad.
 
20 … puesto que en el Cielo, Que es donde estamos todos realmente, no hay pecado,
 
21 … como el Hijo de Dios
 
22 … el reflejo aquí de la eterna Realidad de y con Dios.
 
23 La Realidad, con mayúscula, significa la infinita y eterna Unicidad de Dios, en la Cual, todos nosotros, sin excepción, cual Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, somos Uno con Nuestro Padre, compartiendo con Él Su Amor, el Espíritu Santo. Algunos de sus sinónimos son: Cielo, Eternidad, Reino, Reino de los Cielos, Universo. En minúscula, realidad significa la ilusión de la separación, la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez que hizo nuestro yo soñador, realidad en la que habitualmente creemos, percibimos, pensamos y actuamos con el ego. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, estudiamos y aplicamos el Curso, podemos trascender esta realidad en nuestro fuero interno, ingresando al mundo real, que es el reflejo aquí de la eterna Realidad. Ver T8.10, T11.4, T11.9, T18, T30.9
T20.8 LA COHERENCIA DE LOS
MEDIOS Y DEL FIN
pár 64-66
T20.8 [64] 49 Ciertamente existe una clara diferencia entre este vano imaginar y la visión. 50 La diferencia no estriba en ellos, sino en su propósito24. 51 Ambos son sólo medios, cada uno de ellos apropiado para el fin para el que se emplea. 52 Ninguno puede servir el propósito del otro, pues cada uno constituye en sí la elección de un propósito, que será empleado para propiciarlo. 53 Cada uno carece de significado sin el fin para el que fue concebido, y tampoco se le valora como algo separado de la intención. 54 Los medios parecen reales debido a que se valora la meta. 55 Y juzgar carece de valor a menos que la meta sea el pecado.

T20.8 [65] 56 No se puede observar el cuerpo excepto juzgándolo. 57 Ver el cuerpo es señal de que te falta la visión, y que has negado los medios que el Espíritu Santo te ofrece para que sirvas a Su propósito. 58 ¿Cómo podría una relación santa lograr su meta mediante los medios del pecado? 59 Juzgar te lo enseñaste a ti mismo; pero la visión se aprende de Aquel Que quiere deshacer tu aprendizaje. 60 Su visión no puede ver el cuerpo porque no puede ver el pecado. 61 Y, de esta manera, te conduce hacia la Realidad. 62 Tu santo hermano —el hecho de verlo supone tu liberación— no es una ilusión. 63 No trates de verlo en la oscuridad, pues ahí lo que te imagines sobre él, te parecerá real. 64 Cerraste los ojos25 para excluirlo. 65 Tal fue tu propósito, y mientras ese propósito parezca tener algún sentido, los medios para lograrlo se considerarán apropiados para ver, y, por lo tanto, no verás.

T20.8 [66] 66 Tu pregunta no debería ser "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" 67 Pregunta sólo: "¿Deseo realmente verlo impecable?" 68 Y al preguntarlo, no olvides que su impecabilidad constituye tu liberación del miedo26. 69 La salvación es la meta del Espíritu Santo. 70 El medio es la visión de Cristo. 71 Pues lo que ésta mira es la impecabilidad. 72 Nadie que ame puede juzgar, y lo que ve está libre de toda condena. 73 Y lo que él ve, no fue hecho por él, pues le fue dado para que viese, tal como era la visión que hizo posible que viera.
24 El propósito del ego es que, o bien consideremos a Dios como un Ente caprichoso y castigador al que hay que tenerle miedo o, que no existe en absoluto; mientras que la visión de Cristo propulsada por el Espíritu Santo en nuestro espíritu, es de querer ver solamente las Almas de los demás, queriendo creer que la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen es una ilusión, porque, evidentemente no pudieron haber sido creados por un Dios que sólo sabe de Amor…
 
25 … de la visión de Cristo, no quisiste tomar en cuenta los impulsos amorosos que emergían de tu subconsciente
 
26 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda. Ver T6, T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
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