Al Buen Entendedor...


Por: Sergio E. González Rubiera



Crónicas Sud 23

Parte III

Bariloche.

Sergio González Rubiera, ha contribuido de manera especial en el Desarrollo Turístico de Cancún y la Riviera Maya. Desde 1995 es Socio Director de la firma Acti Consultores en Turismo, con sede en Cancún, desde donde ha participado en Proyectos de Calidad. 

    

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La tarde era muy fría en Puerto Blest, cuando arribó el enorme catamarán que nos llevaría a Bariloche, venía retrasado. Mando, la “Niña Rosita”, Alice y yo jugábamos dominó en la sala de juegos, cuando nos vinieron a avisar que llegaba el barco. Nos despedimos de Puerto Blest para embarcarnos hacia Puerto Pañuelo, la que sería nuestra última parada. La última travesía por el hermoso Lago Nahuel Huapi, provincia de Río Negro, Argentina, en medio de los Andes Nevados, en un repleto barco de turistas que habían realizado el tour de un día desde Bariloche y algunos que venían desde Chile como nosotros haciendo todo el recorrido.

 

Gran ilusión teníamos todos por arribar a Bariloche, y en especial por llegar al lujoso, emblemático y legendario Hotel Llao Llao con tremenda historia, que fue inaugurado desde enero de 1939.

 

La Villa LLao LLao, fundada desde 1937, que es donde se ubica el legendario hotel, está a 25 kilómetros de San Carlos de Bariloche, y se une con la ciudad por una carretera costera que va bordeando el hermoso lago Nahuel Huapi, que tiene más de 100 kilómetros de largo y una increíble profundidad de 340 metros, con lo cual nunca se congela.

 

Al llegar al hotel y subir a la hermosa habitación, uno queda congelado con la hermosa vista al lago, las casitas de madera que lo rodean, que parecen salidas de un cuento. Aunque la habitación era cálida y confortable, se antojaba dejarla para bajar al lobby bar, con sus chimeneas y su mesa del té plagada de dulces y postres maravillosos, esos que no puedo ni probar, pero que están dignos de foto.

Luego de un Coñac argentino, Reserva San Juan, para calentarse, nos hicimos de una mesa en el Restaurante Patagonia, en donde nos deleitaron con una Fondue, que incluía además de los clásicos crotones de pan, alguna verdurita y otras cosas, un pollo al curry maravilloso, por supuesto acompañado de buena botella de vino argentino. Los primos descansaban, se la perdieron.

 

A la mañana siguiente, luego de admirar de nuevo la extasiante vista del lago desde la habitación, nos apersonamos en el enorme restaurante para el desayuno, en donde pude comprobar que hay de omelets a omelets. Un huevito de gallinita de la Patagonia, con solo jamón y queso que me dejó perplejo, lo comí los siguientes dos días

Luego del energético desayuno, dirigimos nuestros pasos hacia San Carlos de Bariloche, para conocer el emblemático Centro Cívico, la calle mitre, llena de tiendas de todo tipo, los chocolates de Mamushka y otras cosas, para culminar almorzando comida patagónica en Familia Weiss, luego de una larga espera para obtener una mesa, espera que se vio premiada con frías cervezas artesanales de la Patagonia.

 

Muchas fotos, mucha lluvia y mucho frío, estábamos a unos 10 grados, muy frío para estos alegres caribeños.

Regresamos al fabuloso y acogedor Llao Llao, para cenar, sino recuerdo mal un poco de suhi, ese hotel tiene de todo.

 

Al día siguiente emprendimos camino hacia el Cerro Catedral, lugar en donde se encuentra la base para el Sky de montaña y muy diversas actividades de nieve. Nos tocó nevada todo el día, poco pudimos hacer, pero la comida fue fantástica en el Hotel Pire Hue; una construcción de madera, tipo cabaña rústica, pero de gran clase. Ahí me comí unas increíbles albóndigas de cordero con queso parmesano inolvidables; tal fue mi gusto, que apenas si recuerdo los platillos de mis acompañantes en la aventura, que me parece a la distancia eran truchas patagónicas de buena manufactura. Buenos vinos por supuesto.

 

Por la noche y aunque mis ocho lectores no puedan creerlo, fuimos capaces de aventurarnos al Asador Criollo, para despedirnos del gran Llao Llao, con una paletilla de cordero a las brasas, que si bien, no era como las de España, si estaba digna de contarse y publicarse en estas crónicas de la Patagonia.

 

Al día siguiente, tomamos vuelo con destino Buenos Aires; me parece que la experiencia porteña, se las cuento en la cuarta y última parte de estas crónicas.


Al Buen Entendedor…

 

sgrubiera@acticonsultores.com


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