L122.1 1 ¿Qué podrías querer que el perdón no pueda ofrecerte? 2 ¿Quieres paz?, 3 El perdonar te la ofrece. 4 ¿Quieres felicidad, una mente serena, certeza de propósito y que te envuelva un sentimiento de valía y belleza que transcienda el mundo? 5 ¿Quieres cuidado, seguridad, y disponer siempre del calor de una segura protección? 6 ¿Quieres una quietud que no pueda ser perturbada, una afabilidad que nunca pueda ser herida, un profundo bienestar que te envuelva por completo y un descanso tan perfecto que nunca pueda ser alterado?
L122.2 7 Todo eso, y más, te ofrece el perdón. 8 Pone un destello de luz1 en tus ojos al despertar, y te infunde alegría con la cual hacer frente al día. 9 Acaricia tu frente mientras duermes, y reposa sobre tus párpados para que no tengas sueños de miedo o maldad, malicia o ataques. 10 Y, cuando despiertas de nuevo, te ofrece otro día de felicidad y de paz. 11 Todo eso, y más, te ofrece el perdón.
L122.3 12 El perdonar descorre el velo que oculta la faz de Cristo2 a los que miran al mundo sin piedad. 13 Te permite reconocer al Hijo de Dios, y borra de tu memoria todo pensamiento muerto, de manera que el recuerdo de Tu Padre pueda ascender al umbral de tu mente.
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1 Luz con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el especialismo del ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
2 La faz de Cristo es la faz del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya Alma, en un instante santo del mundo real, experimentamos en nuestro fuero interno una completa fusión, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios, donde todas nuestras Almas, perfectas y eternas, están fusionadas en Una sola en Cristo, Su Hijo único. Ver T20.5 [32], T20.6 [42]
L122.4 14 ¿Qué podrías querer que el perdonar no pudiese darte? 15 ¿Qué otros presentes, aparte de éstos, merecen procurarse? 16 ¿Qué imaginario valor, efecto trivial o promesa pasajera que nunca se ha de cumplir puede ofrecerte más esperanza que la que te aporta el perdonar? 17 ¿Por qué habrías de buscar una respuesta distinta de la que lo contesta todo? 18 He aquí la respuesta perfecta, la que se da a toda pregunta imperfecta, a las peticiones sin sentido, a tu media reticencia a escuchar, a tu menos que media aplicación y a tu confianza parcial.
L122.5 19 ¡He aquí la respuesta! 20 No la busques más. 21 No hallarás ninguna otra en su lugar. 22 El plan de Dios para tu salvación no puede cambiar ni fracasar. 23 Siéntete agradecido de que siga siendo exactamente como Él lo planeó. 24 Se alza inmutable ante ti como una puerta abierta, más allá de la cual se te está llamando con cariño, dándote la bienvenida, invitándote a entrar y a sentirte en casa, que realmente es La Tuya3.
L122.6 25 ¡He aquí la respuesta! 26 ¿Preferirías quedarte fuera cuando todo el Cielo te espera adentro? 27 Perdona y serás perdonado. 28 Tal como des, así recibirás. 29 No hay otro plan que éste para la salvación del Hijo de Dios. 30 Alegrémonos hoy de que así sea, pues la respuesta que aquí se nos da es clara y explícita y libre de todo engaño en su simplicidad. 31 Todas las complejidades de frágiles telarañas que el mundo ha tejido desaparecen ante el poder y majestuosidad de esta afirmación extremadamente sencilla de la Verdad4.
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3 Casa, con mayúscula, es sinónimo del Cielo, Realidad, Unicidad, etc. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, casa es el espíritu o mente acertada, la parte de nuestra mente separada que aún se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo; y cuando pensamos con el especialismo del ego, es la morada que alberga nuestro cuerpo. Ver T5.5 [42]-[43], T9.8 [65], T10.4 [24], T11 [103]
4 Si, según el Curso, quiero creer que los impulsos milagrosos que de vez en cuando emergen a mi consciente, provienen del Espíritu Santo, entonces, también querré creer que la Verdad es: 1) la Unicidad de Dios, la cual, no se puede describir ni tampoco explicar, pero sí se puede experimentar internamente un reflejo de Ella, cuando hemos: 1.1) aceptado el Redimir para nosotros mismos; 1.2) perdonado y 1.3) extendido a otro(s) el o los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu santo; 2) que Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo; 3) que Dios no creó más nada; 4) que por eso, nada de Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazada, nada que no sea Ella, realmente existe; 5) que en esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, la verdad es la verdad del hombre pensando con el sistema de pensamiento del ego, que le hace creer que el tiempo, el espacio y el universo que percibe son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez y, constituyen su única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5
L122.7 32 ¡He aquí la respuesta! 33 No le des la espalda para irte otra vez a vagar sin rumbo. 34 Acepta la salvación ahora. 35 Es el Don de Dios, no del mundo. 36 El mundo no puede dar ningún regalo de valor a la mente que ha aceptado como suyo Lo que Dios le ha dado. 37 Dios quiere que hoy se reciba la salvación y que los enredos de tus sueños no te sigan ocultando la nada que son.
L122.8 38 Abre hoy los ojos y observa un mundo feliz donde reinan la seguridad y la paz. 39 El perdón es el medio por el que éste viene a ocupar el lugar del infierno. 40 En la quietud, se alza para dar la bienvenida a tus ojos abiertos y llenar tu corazón de una profunda tranquilidad, a medida que afloran en tu concienciación antiguas verdades que siempre renacen. 41 Lo que entonces vas a recordar nunca se podrá describir. 42 No obstante, el perdón te lo ofrece.
L122.9 43 Recordando los presentes que nos da el perdonar, emprendemos nuestras prácticas de hoy con fe y esperanza de que éste sea el día de nuestra salvación5. 44 Hoy la buscaremos con seriedad y alegría sabiendo que tenemos la llave en nuestras manos; y aceptaremos la Respuesta que el Cielo ha dado al infierno que hicimos, pero donde ya no queremos permanecer.
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5 La salvación es salvar a otro, porque —siendo su Alma la misma que La tuya— al salvar a su mente equivocada del ego, salvas a la tuya también. La salvación es un proceso que: 1) se inicia cuando ayudas a otro a concienciar que, además de pensar “yo”, “yo”, “yo” con su ego sobrevividor, también posee la alternativa de pensar “nos” a favor de otro(s), siempre y cuando le ponga cuidado a los impulsos milagrosos (o amorosos) que de vez en cuando emergen de su subconsciente. 2) Luego, pensando cada vez más “nos” —que es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo— lo llevará también cada vez más a perdonar al otro(s) y a extenderle(s) los milagros que el mismo Espíritu Santo le sugerirá. 3) Al multiplicarse estas experiencias, querrá creer que constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios por Su Hijo único —Que realmente son todas nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo— y que curará en su mente —ahora acertada— todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que creía que eran reales, y que sufría debido a la lealtad que les profesaba. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T11, T14, T22, T23.2 [13], T29.8, T31, L39, LTe.2 (-L231)
L122.10 45 Por la mañana y por la noche, dedicaremos de buena gana un cuarto de hora a la búsqueda que garantiza el fin del infierno. 46 Comienza lleno de esperanza, pues hemos llegado al punto crucial a partir del cual el camino se vuelve mucho más fácil. 47 Y, a partir de ahora, el trecho que todavía nos queda por recorrer es corto. 48 Estamos ciertamente muy cerca del final del sueño6 que ha sido determinado.
L122.11 49 Sumérgete en la alegría al comenzar estas prácticas, pues en ellas hallarás la segura recompensa de las preguntas que ya han sido contestadas, así como lo que te ha traído tu aceptación de esas respuestas. 50 Hoy te será dado experimentar la paz que el perdonar ofrece, así como la alegría que te espera cuando descorras el velo.
L122.12 51 Ante la luz que hoy vas a recibir, el mundo se desvanecerá hasta desaparecer por completo, y verás surgir otro para cuya descripción no tendrás palabras. 52 Ahora nos encaminamos directa- mente hacia la luz y recibimos los dones que fueron guardados para nosotros desde que el tiempo empezó, aguardando este día de hoy7. 53 El perdonar te ofrece todo lo que quieres. 54 Hoy te serán dadas todas las cosas que quieres.
L122.13 55 No pierdas de vista tus dones, cuando a lo largo del día regreses nuevamente a enfrentarte a un mundo de constantes cambios y sombrías apariencias. 56 Conciencia claramente tus dones, a medida que veas qué es lo que no cambia en el cambiante corazón: la luz de la Verdad, que se encuentra tras las apariencias. 57 No caigas en la tentación de permitir que tus dones pasen desapercibidos y se pierdan en el olvido; por el contrario, mantenlos firmes en tu mente tratando de pensar en ellos al menos un minuto cada cuarto de hora.
L122.14 58 Recuerda cuán preciosos son estos dones con el recordatorio que sigue más abajo, que tiene el poder de mantenerlos en tu concienciación a lo largo del día:
L122.15 59 El perdón me ofrece todo lo que quiero.
60 Hoy he aceptado que esto es verdad.
61 Hoy he recibido los Dones de Dios.
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6 … en tu mente, sueño que empezó en la Eternidad, Donde Todo es Uno en Dios, se adentró una diminuta idea alocada, de la que el Hijo de Dios —que realmente somos nosotros— olvidó reírse. A causa de haberla enviado al olvido, ese pensar o sistema de pensamiento del ego, se convirtió en una idea seria —nuestro yo, el soñador— capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están las hechuras del tiempo, del espacio y de todo lo que éstos contuvieron, contienen y contendrán. Ver T27.9 [82]
7 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T20.6 [38], T26.5 [28], L166