¡Cristo ha resucitado! ¡Él ha resucitado! ¡Aleluya!
Soy la Obispa Brenda Bos del Sínodo del Suroeste de California, suscrita a la Iglesia Evangélica Luterana en América, y quiero desearles una Pascua bendecida. La pintura detrás de mí fue creada por la pastora Dawn Wilder para mi instalación. En realidad, son Rut y Naomi, pero mientras grabo este video hoy y lo veo detrás de mí, recuerdo a las mujeres que descubrieron la tumba vacía. Si bien no está en nuestras lecturas de este domingo, mi narración favorita de la historia de la Pascua es aquella en la que el ángel les dice a las dos mujeres: “Jesús no está aquí, se ha ido delante de ustedes. ¡Vayan a buscarle!”
Me encanta esa imagen: que Jesús no está donde esperábamos, pero ha avanzado, llamándonos a algo nuevo. Esa historia se encuentra a lo largo de la Biblia: Abraham fue llamado a un nuevo lugar, Moisés fue llamado a sacar a su pueblo de Egipto a la Tierra Prometida. Más tarde, cuando los israelitas son expulsados de su tierra, Dios los llama para restaurar el templo en Jerusalén. El Nuevo Testamento está lleno de historias de los apóstoles que dejaron sus hogares para llevar el evangelio a nuevos lugares.
Nosotros también estamos llamados a esto. Lo que esperamos de la vida, incluso de la muerte misma, como se ve en la historia de Jesús, cambia. Los amigos y seguidores de Jesús se sorprendieron, y entristecieron por la crucifixión, pero al menos lo entendieron: estaba muerto. Se terminó. Y aunque trágico, era explicable, comprensible, esperado. Y luego, el domingo de Pascua, las mujeres llegan, y descubren que nada es como esperaban.
Ese es nuestro llamado hoy: No asumas nada. Espera que Dios sea capaz de hacer cosas notables, milagrosas y que cambien vidas. Creemos que sabemos, cómo se supone debe suceder la vida. Y, sin embargo, el Salvador resucitado siempre nos está llamando a algo nuevo, algo sorprendente. Es incómodo, pero es lo que significa ser una persona de fe.
Ruego que esta Pascua sea especialmente sagrada para ti. También, oro para que encuentres confianza, y coraje en el llamado que Jesús te está ofreciendo: “Ven a un lugar nuevo. Me encontrarás allí.”
Que Dios te bendiga.