LTe.14 (-L351).1 Soy el Hijo de Dios, completo, curado y pleno de Completitud3, resplandeciendo en el reflejo de Su Amor. 2 En Mí, Su Creación es santificada y tiene garantizada Vida eterna. 3 En Mí, se perfecciona el Amor, el miedo4 es imposible y la alegría está establecida sin opuestos. 4 Soy el santo Hogar de Dios Mismo. 5 Soy el Cielo donde reside Su Amor. 6 Soy Su santa Impecabilidad5 Misma, pues en Mi Pureza mora la Suya Propia.
LTe.14 (-L351).2 7 Ahora, nuestra utilización de las palabras está llegando casi a su fin. 8 No obstante, durante los últimos días de este año que juntos, tú y yo, ofrecimos a Dios, descubrimos que compartimos un único propósito6. 9 Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy, tú también lo eres. 10 La Verdad de Lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 11 Sin embargo, aquí podemos saber cuál es nuestra función7, y de Ello pueden hablar las palabras y también enseñarlo, siempre que demos el ejemplo de las palabras que llevamos por dentro.
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1 Mi Yo (con mayúscula), o mi Alma, conjuntamente con todas las demás Almas fusionadas en Una sola en Cristo, es el Hijo único creado por Dios en un Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Uno con Él en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que se profesan ese Amor Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En el Curso, la palabra Yo también es usada pocas veces como el Yo de Dios. Ver T8.4 [20], T23, LTe.14 (- 351)
2 Realmente se refiere en general a nuestra verdadera condición en el Cielo, Que es donde realmente estamos todos cual Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, que nunca se separó de su Padre, con Quien es eternamente Uno.
3 La Completitud, con mayúscula, en el Cielo, es de Dios y de cada uno de nosotros, como las Almas perfectas que realmente somos, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, en minúscula, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, la completitud es el reflejo de la eterna Completitud, y se experimenta en nuestro fuero interno en un instante santo del mundo real, en la experiencia de Cristo. Y cuando pensamos con el especialismo del ego, significa las definiciones que se pueden encontrar en el diccionario. Ver T2.5 [102], T6.3 [25], T15.8 [78], T29.3 [19]
4 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero, cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda. Ver T6, T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
5 La Impecabilidad, con mayúscula, es, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, la condición de nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa condición eterna, en la que todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
6 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos;
2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro; 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas —que realmente somos— están fusionadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T5, T11.8, T17.7, T17.9, T25.2 [9]
7 A cada persona —a la medida de sus talentos naturales y adquiridos— el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación de los otros que Él le envía, función que sólo ella puede desempeñar perdonando y extendiendo los milagros que Él le sugiera. Esta función se puede manifestar, entre otras: dando el ejemplo, enseñando, curando, ofreciendo psicoterapia, escribiendo, etc. Pero, siempre reflejará, de alguna manera, la Unicidad de Dios, en la que todas nuestras Almas están fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios Que, realmente, cada uno y todos somos. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], T25.7, L62, L64, L65, L66, L99
LTe.14 (-L351).3 12 Somos los portadores de la salvación8. 13 Aceptamos cumplir nuestra parte como salvadores del mundo, el cual es redimido por haberlo perdonado conjuntamente. 14 Y, por consiguiente, éste, nuestro presente9, nos es dado a nosotros. 15 Miramos a todos como hermanos y percibimos todas las cosas como propicias y buenas. 16 No andamos tras una función que se encuentra más allá de las puertas del Cielo. 17 El conocimiento10 regresará cuando hayamos cumplido nuestra parte. 18 Lo único que ahora nos interesa es dar la bienvenida a la Verdad11.
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8 La salvación es salvar a otro, porque —siendo su Alma la misma que La tuya— al salvar a su mente equivocada del ego, salvas a la tuya también. La salvación es un proceso que: 1) se inicia cuando ayudas a otro a concienciar que, además de pensar “yo”, “yo”, “yo” con su ego sobrevividor, también posee la alternativa de pensar “nos” a favor de otro(s), siempre y cuando le ponga cuidado a los impulsos milagrosos (o amorosos) que de vez en cuando emergen de su subconsciente. 2) Luego, pensando cada vez más “nos” —que es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo— lo llevará también cada vez más a perdonar al otro(s) y a extenderle(s) los milagros que el mismo Espíritu Santo le sugerirá. 3) Al multiplicarse estas experiencias, querrá creer que constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios por Su Hijo único —Que realmente son todas nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo— y que curará en su mente —ahora acertada— todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que creía que eran reales, y que sufría debido a la lealtad que les profesaba. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T11, T14, T22, T23.2 [13], T29.8, T31, L39, LTe.2 (-L231)
9 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T20.6 [38], T26.5 [28], L166
10 Conocimiento, con mayúscula, es lo que saben todas nuestras Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios; Almas que, en perfectas paz y alegría, están compartiendo con Dios Su Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, en minúscula, conocimiento: 1) es lo que experimentamos en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y unir como Una, su Alma con La mía; 2) es saber que esa experiencia es el reflejo aquí del eterno Conocimiento. Y cuando pensamos con el especialismo del ego, es lo que se puede llegar a conocer en este mundo, de acuerdo con sus leyes. Ver T3.5 [35] y [37], T25.4 [25]
11 .. en nuestras mentes y corazones: Las condiciones de la Verdad, con mayúscula, según el Curso, son querer creer que: 1) Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que Se profesan Uno a Otro en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) Dios no creó más nada; 3) Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazada, nada que no sea Ella, realmente existe; 4) En esto radica aquí, la paz de Dios. Ver T7.5, T14, T30.5
LTe.14 (-L351).4 19 Nuestros son los ojos por medio de los cuales la visión de Cristo12 ve a un mundo redimido de todo pensamiento de pecado13. 20 Nuestros son los oídos que oyen a la Voz que habla por Dios14 proclamar que el mundo está libre de pecado. 21 Nuestras son las mentes que se unen conjuntamente, a medida que bendecimos al mundo. 22 Y desde la unicidad que hemos logrado15, llamamos a todos nuestros hermanos para pedirles que compartan nuestra paz y que se sumen a nuestra alegría.
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12 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna fusionada con La mía como Una, fusión unitaria que incluye a todas las Almas, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
13 El pecado de todos los pecados fue —hace muchos millones de años— la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en: 1) Una idea seria — el “yo, el soñador” (o el Hijo de Dios soñando que logró separarse)— capaz de lograr algo y de tener efectos reales, tales como las siguientes hechuras (o creaciones en falso): 1.1) el tiempo, el espacio; 1.2) hace unos 14.000 millones de años, después del "Big Bang", el inicio del universo (o Cosmos), que expandirá constantemente; .1.3) el sistema de pensamiento del ego, con el que el mismo yo, el soñador manejará la evolución de esos efectos reales; 1.4) hace unos 4.500 millones de años, empezó la pizca de polvo cósmico que llamamos "mundo"; 1.5) hace unos 300 mil años, el yo, el soñador se encarnó fragmentado en los homo sapiens, a los que otorgó el libre albedrío o la facultad de manipular sus instintos naturales, dotándolos, además, de la razón, lógica y sentido común que, en sus mentes equivocadas, procesará los impulsos del especialismo que el mismo yo, el soñador, les enviará y que sus cerebros procesarán. Ver: T2.6 [106], 19.4, T26.5, T27.9 [82], LTe.4 (-L251)
14 La Voz que habla por Dios es el Espíritu Santo Quien, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, es el Pensamiento de Amor de Dios que nos crea como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, al producirse la separación, la Voz que habla por Dios: 1) es la que nos llega por medio de los impulsos milagrosos (o amorosos) y nos llaman a perdonar al otro y a extenderle milagros; 2) es el llamamiento a tu hermano por tu intermedio, a aceptar el Redimir para sí mismo, de manera de restaurar la integridad de la mente; 3) es la aquietada voz que habla de paz; 4) es la invitación a la fe más allá del cuestionamiento, como preparación para ser sin cuestionamiento. Ver T1.1.49 [81], T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
15 … el reflejo aquí de la Unicidad, con mayúscula, es, la idea que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de fusionar todas nuestras Almas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos el Hijo único de Dios. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
LTe.14 (-L351).5 23 Somos los santos mensajeros de Dios que hablan por Él y, al llevar Su Palabra a cada uno de los que Él nos ha enviado16, nos damos cuenta de que está impresa en nuestros corazones. 24 Y así, nuestras formas de pensar han cambiado con respecto al objetivo para el cual17 vinimos y al cual procuramos servir. 25 Llevamos buenas nuevas Al Hijo de Dios18 que pensaba que sufría. 26 Ahora está redimido. 27 Y cuando vea que las puertas del Cielo se abren de par en par ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.
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16 … sobre todo por medio del ejemplo y actitudes…
17 … aplicar el especialismo: 1) es el sistema de pensamiento adicional al del instinto natural de la evolución, que el Hijo separado de Dios o yo, el soñador, hace unos 300 mil años, dotó al homo sapiens, a quien había otorgado el libre albedrío sobre su instinto natural; 2) es la forma de pensar de mi mente equivocada, cuando mi cerebro procesa adicionalmente a los impulsos existenciales de la evolución, los impulsos egóicos provenientes también de mi yo, el soñador, que es lo que hago casi todo el tiempo; 3) es mi deseo de estar separado(a) y por encima de los demás, tratando de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que soy merecedor(a) de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo; 4) es buscar interesadamente en relaciones especiales, el amor, la amistad y el aprecio especiales que puedan ofrecer, así como también, convencerlos de que entreguen sus cuerpos y/o mentes y/o posesiones igualmente especiales, que considero que me hacen falta. 5) Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir desinteresadamente, ya que, por sí mismo, constituye una traición y un ataque contra el Amor de Dios por cada una de nuestras Almas —Que realmente somos— fusionadas en Una sola en Cristo, Su Hijo único. 6) En consecuencia, mi especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o pecado que puedan cometer; además de atacar a los que interfieran o se opongan a mis designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
18 El Hijo único de Dios o Cristo, en Cuya única Alma, todas las Nuestras están fusionadas en Una sola y, Que es Una con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el especialismo del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTe.14 (-L351)