PARA VER TODO EL CORREO HAGA
Un Curso Sobre Milagros
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T29.10 [68] 55 No es necesario que los sueños en los que se perdona duren mucho. 56 No se conciben para separar a la mente de lo que piensa, 57 ni intentan probar que el sueño lo está soñando otro. 58

Y en esos sueños se oye una melodía15 que cada uno recuerda, si bien no la ha oído desde antes de que todo tiempo empezara.

59 El perdón —una vez que se ha completado— acerca de tal manera la intemporalidad, que se puede oír el canto del Cielo, no con los oídos, sino con la santidad que nunca abandonó el altar que lleva todo el tiempo en lo más profundo del fuero interno del Hijo de Dios.

60 Y cuando vuelve a oír este canto, sabe que realmente nunca había dejado de escucharlo. 61 ¿Y adónde va a parar el tiempo, una vez que los sueños en los que se juzga se han dejado a un lado?

  UCSM TEXTO
CH 29 EL DESPERTAR
T29.10 EL SUEÑO QUE PERDONA
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Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
P A R T E 2  
¿Qué es EL JUICIO
FINAL? pár 1-5
LTe.10 (-L311).1 1 La Segunda Venida de Cristo1 le confiere al Hijo de Dios el don de poder oír a la Voz que habla por Dios2 proclamar que lo falso es falso, y que lo que es verdad nunca ha cambiado. 2 Y éste es el juicio por el cual le llega su fin a la percepción3. 3 Al comienzo, vas a ver un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al ser proyectado ahora desde una mente que ha sido corregida4. 4 Y al darse esta santa visión5, la percepción6 bendice silenciosamente para luego desaparecer, al haber alcanzado su meta y cumplido su misión.

LTe.10 (-L311).2 5 El Juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna, 6 pues ve al mundo como totalmente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. 7 Al no tener causa —y ahora, en la visión de Cristo— sin función, sencillamente se disuelve en la nada. 8 Ahí nació y ahí también termina. 9 Y todas las figuras del sueño con el que comenzó el mundo, desaparecen con él. 10 Ahora, los cuerpos no tienen ninguna utilidad, y por lo tanto, también desaparecerán, pues el Hijo de Dios7 es ilimitado.
1 … ver LTe.9 (-L301)
 
2 … el Espíritu Santo…
 
3 … en la separación, cuando pensamos con el ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por medio de nuestra razón, lógica y sentido común, que el Curso define como "Percepción equivocada".
 
4 … tu mente acertada
 
5 … de Cristo: La visión de Cristo, que es, en un instante santo en tu fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quieres perdonar y, cuando logras acceder al mundo real, ves su Alma perfecta y eterna fusionada con La tuya como Una sola, fusión unitaria que incluye a todas las Almas, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decidas pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con tu mente acertada, vas a percibir el mundo de otra manera, en la que, en tu fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirte a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
 
6 … Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5
 
7 … ahora que dejó de soñar…
P A R T E 2  
¿Qué es EL JUICIO
FINAL? 
pár 3-5
LTe.10 (-L311).3 11 Tú que creías que el Juicio Final de Dios condenaría el mundo al infierno conjuntamente contigo, acepta esta santa Verdad: el Juicio de Dios es el don de la corrección que depositó sobre todos tus errores; corrección que te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 12 Tenerle miedo a la gracia redentora de Dios es tener miedo de estar totalmente libre de sufrimiento, de regresar a la paz, de tener seguridad y felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad8.

LTe.10 (-L311).4 13 El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan9 para bendecir a Su Hijo, llamándolo a que regrese a la eterna Paz que Dios comparte con Él. 14 No tengas miedo del Amor10, 15 pues sólo Él puede curar todo pesar, enjugar todas las lágrimas, y despertar pausadamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. 16 No tengas miedo del Juicio Final. 17 La salvación te pide que Le des la bienvenida. 18 Y el mundo espera que Lo aceptes con agrado, lo cual lo liberará al mundo.

LTe.10 (-L311).5 19 Éste es el Juicio Final de Dios: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. 20 Por lo tanto, despierta, y regresa a Mí. 21 Soy Tu Padre y Tú eres Mi Hijo".
8 Identidad, con mayúscula, es el Yo del único Hijo de Dios, Que somos realmente, como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Quien es Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu), y pensamos con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
 
9 El Plan de Dios para nuestra salvación: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más pensando con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios de amar en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es aprender lo que es la paz, porque la paz es la condición del Reino en nuestro fuero interno; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo del Amor de Dios, Amor que Él y Su Hijo comparten en el eterno Presente de la Unicidad en perpetua Armonía y alegre Concordia, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición para: 5.1) alcanzar aquí el reflejo del Conocimiento; 5.2) en nuestro fuero interno, entrar en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Ver T11, L71, L72, LTe.2 (-L231)
 
10 Amor, con mayúscula, se refiere, en el eterno Presente de la Unicidad, al Espíritu Santo o Pensamiento de Amor de Dios, por medio del Cual, nos creó como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, cuando le ponemos cuidado a los impulsos milagrosos que nos envía el Espíritu Santo —que es lo mismo que decidir pensar con Él— es Su reflejo o Amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás, y se expresa en el perdonar y en la extensión de los milagros que el propio Espíritu santo nos sugiere. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195


Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 313
Que ahora venga a mí
una nueva percepción.
L313.1 1 Padre, hay una visión que ve todas las cosas libres de pecado, de manera que el miedo1 ha desaparecido y, en su lugar, se ha invitado al Amor. 2 Éste vendrá donde quiera que se Le invite. 3 Esta visión es Tu don2. 4 Los ojos de Cristo observan un mundo perdonado.5 Ante Su mirada, todos los pecados3 de éste quedan perdonados, pues Él no ve pecado alguno en nada de lo que observa. 6 Permite ahora que Su verdadera percepción venga a mí, para que pueda despertarme del sueño en el que se peca y ver en mi fuero interno mi impecabilidad4, la cual conservaste completamente inmaculada en el altar a Tu santo Hijo, Que es el Yo con el Que me quiero identificar.

L313.2 7 Mirémonos hoy unos a otros con la visión de Cristo. 8 ¡Qué apuestos somos! 9 ¡Cuán santos y amorosos! 10 Hermano, ven hoy y únete a mí. 11 Salvamos al mundo cuando nos unimos. 12 Pues en nuestra visión el mundo se vuelve tan santo como la luz que está en nosotros.
1 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero, cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda. Ver T6, T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
 
2 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T20.6 n
 
3 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en: 1) Una idea seria el “yo soñador” (o el Hijo de Dios soñando que logró separarse)capaz de lograr algo y de tener efectos reales, tales como las siguientes hechuras: 1.1) el tiempo, el espacio, el inicio del universo (o Cosmos), y el sistema de pensamiento del ego, con el que el yo soñador manejará la evolución de esos efectos reales; 1.2) la pizca de polvo cósmico que llamamos "mundo"; 1.3) hace unos 200 a 300 mil años, otorgó al homo sapiens, la facultad de manipular su instinto natural o libre albedrío. . 2) En el mismo instante de la separación, Dios dio su Respuesta a la misma: el Espíritu Santo, cuyos impulsos milagrosos, cuando emergen desde lo más profundo de nuestro subconsciente y los tomamos en cuenta, nos invita a aceptar el Redimir para nosotros mismos, a perdonar y a extender milagros al otro(s). Ver: T27.9 [82], T1.1.28 [38], T5.4 [21], M2.4
 
4 La Impecabilidad, con mayúscula, es, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, la condición de nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa condición eterna, en la que todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]


Un Curso Sobre Milagros
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Capítulo 29
EL DESPERTAR

T29.10 EL SUEÑO
QUE PERDONA pár 61-70
T29.10 [61] 1 El esclavo de los ídolos es un esclavo complaciente. 2 Y dispuesto tiene que estar para dejarse postrar en adoración ante lo que no tiene Vida, y buscar poder1 en lo que realmente carece de él. 3 ¿Qué le sucedió al santo Hijo de Dios para que su deseo fuese éste: dejarse caer más bajo que las piedras del suelo y esperar que lo levantaran los ídolos2? 4 Así que, escucha tu historia en el sueño que hiciste, y pregúntate si no es verdad que tú crees que esto no es un sueño 5 En la Mente3 que Dios creó perfecta como Él Mismo, se adentró un sueño en el que se juzgaba. 6 Y en ese sueño, el Cielo se volvió un infierno y Dios se convirtió en enemigo de Su Hijo.
1 Poder, con mayúscula, significa el Poder de Dios para crear o amar en el Cielo, un Poder que también dio a Su Hijo de manera que pudieran crear conjuntamente como Uno. En minúscula, poder —si estás pensando con el ego— significa el poder físico y/o psicológico del ego para hacer cosas y, si en vez, estás pensando con el Espíritu Santo, poder quiere decir el reflejo aquí del Poder de crear o amar de Dios y de Su Hijo. Ver T2.1 [15], T4.5 [63], T7.4 [24] y [25], T27.4
 
2 … todo eso empezó en mi mente … cuando el Hijo de Dios —que realmente somos como Almas fusionadas en Una sola en Cristo— en su sueño de separación, no sólo olvidó reírse de la diminuta idea alocada que podía separarse de Dios y crear por su cuenta, sino que, además, a causa de haberla olvidado, se convirtió en una idea seria —tu yo soñador— capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están las hechuras del tiempo, del espacio, del universo y del sistema de pensamiento del ego, con el que ha manejado la evolución y expansión de esas hechuras. Ver T27.9 [82]
 
3 En el eterno Presente de la Unicidad —Donde Todo es Uno en Dios— en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, la Mente (con mayúscula) o Pensar de Dios crea a Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas están fusionadas en Una sola, ya que, realmente, somos Su único Hijo. Aquí, nuestra mente (en minúscula) o pensar —que no hay que confundir con el cerebro— parece tener dos partes: 1) Nuestra mente acertada o espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta mayormente por medio de impulsos milagrosos y; 2) nuestro pensar o mente equivocada, que recibe del yo soñador, los impulsos egóicos de vida y de sobrevivencia que —al ser procesados consciente o subconscientemente por nuestro cerebro— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón de lo necesario para defenderlo y que logre sobrevivir lo mejor y lo más largo posible. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
T29.10 EL SUEÑO
QUE PERDONA
pár 62-63
T29.10 [62] 7 ¿Cómo puede despertar el Hijo de Dios de este sueño? 8 Al ser un sueño en el que se juzga, 9 se despertará en cuanto deje de juzgar4. 10 Pues, mientras forme parte del sueño, éste parecerá prolongarse. 11 No juzgues, pues el que juzga no sólo necesitará ídolos para evitar que sus juicios recaigan sobre él mismo; 12 sino que no podrá conocer al5 Yo6, que ha condenado. 13 Por tanto, no juzgues, pues si lo haces pasarás a formar parte de sueños malignos en los que los ídolos se convierten en tu "verdadera" identidad, así como en tu salvación del juicio que, lleno de terror y culpa, emitiste sobre ti mismo.

T29.10 [63] 14 Todas las figuras del sueño son ídolos, concebidos para salvarte de él. 15 No obstante, fueron hechos para salvarte de lo que forman parte. 16 De esta manera, el ídolo mantiene un sueño vivo y terrible, pues, ¿quién podría desear un ídolo a no ser que estuviese aterrorizado y desesperado? 17 Y como esto es lo que el ídolo representa, venerarlo es venerar la desesperación, el terror y también el sueño de donde provienen. 18 Juzgar constituye una injusticia contra el Hijo de Dios, y es hacer realmente justicia que aquel que lo juzgue no escape la pena que realmente se impuso a sí mismo7, dentro del sueño que hizo. 19 Dios sabe de justicia, no de castigos. 20 Pero en el sueño en el que se juzga, tú atacas y, a la vez, eres condenado; y además, deseas ser el esclavo de ídolos que se interponen entre tus juicios y el castigo que éstos conllevan.
4 El Juzgar, cuando pensamos con el ego, es el complemento de su percepción para sobrevivir en la realidad de este mundo: Nuestros sentidos nos informan de lo que perciben, información que interpretamos y juzgamos, para luego decidir qué es lo que nos conviene hacer o no al respecto. Pero, según el Curso, juzgar no es nuestra función, sino que pertenece al Espíritu Santo, cuya percepción acertada en nuestro espíritu, nos lleva al conocimiento. En efecto, después de haber aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado al otro y extendido los milagros sugeridos por el mismo Espíritu Santo, sabremos qué hacer en toda circunstancia para tratar de ser aquí —lo más posible— un reflejo de nuestra verdadera Identidad. Ver T3.8, T4.5 [64], T29.10 [62]-[63], M10, M15
 
5 … el reflejo aquí del
 
6 Mi Yo (con mayúscula), o mi Alma, conjuntamente con todas las demás Almas fusionadas en Una sola en Cristo, es el Hijo único creado por Dios en un Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Uno con Él en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que se profesan ese Amor Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En el Curso, la palabra Yo también es usada pocas veces como el Yo de Dios. Ver T8.4 [20], T23, Lte.14 (-351)
 
7 … ya que el hermano a quien ha juzgado y él mismo son realmente Uno en Cristo,
T29.10 EL SUEÑO
QUE PERDONA
pár 64
T29.10 [64] 21 No puede haber salvación8 en el sueño tal como lo estás soñando. 22 Pues los ídolos tienen que ser parte de él, para poder salvarte de lo que crees haber logrado y de lo que crees que has hecho para hacerte pecador y extinguir la Luz9 que se encuentra en ti. 23 Niños pequeños10, la Luz sigue ahí. 24 Solamente están soñando, y los ídolos son los juguetes con los que sueñan que juegan. 25 ¿Quiénes, sino los niños, tienen necesidad de juguetes? 26 Los niños juegan a gobernar el mundo y otorgan a sus juguetes el poder de moverse por doquier, hablar, pensar, sentir y, también, hablar por ellos. 27 No obstante, todo lo que los juguetes parecen hacer tiene lugar sólo en las mentes11 de los que juegan con ellos. 28 Y éstos, no solamente ansían olvidar que ellos mismos inventaron el sueño en el que sus juguetes son reales, sino que no quieren reconocer que los deseos de estos juguetes son los suyos propios.
8 La salvación es salvar al otro, porque —siendo su Alma la misma que La tuya— al salvar a su mente equivocada del ego, salvas a la tuya también. La salvación es un proceso que: 1) se inicia cuando ayudas al otro a concienciar que, además de pensar “yo”, “yo”, “yo” con su ego sobrevividor, también posee la alternativa de pensar “nos” a favor de otro(s), siempre y cuando le ponga cuidado a los impulsos milagrosos (o amorosos) que de vez en cuando emergen de su subconsciente. 2) Luego, pensando cada vez más “nos” —que es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo— lo llevará también cada vez más a perdonar al otro(s) y a extenderle(s) los milagros que el mismo Espíritu Santo le sugerirá. 3) Al multiplicarse estas experiencias, querrá creer que constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios por Su Hijo único —Que realmente son todas nuestras Almas fusionada en Una sola en Cristo— y que curará en su mente —ahora acertada— todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que creía que eran reales, y que sufría debido a la lealtad que les profesaba. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T11, T14, T22, T23.2 [13], T29.8, T31, L39, LTe.2 (-L231)
 
9 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el especialismo del ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
 
10 … los que seguimos en la relación especial, aquí: 1) es en la que, pensando, percibiendo y actuando con nuestro ego, entablamos con una o más personas especiales que poseen atributos especiales, con las cuales esperamos llenar nuestras necesidades igualmente especiales; 2) constituye la renuncia a la eterna y alegre concordia del perfecto Amor que nuestras Almas profesan unas con otras fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Que realmente somos; 3) es el intento del ego de asegurar para sí el especialismo que Dios le negó, nacido del deseo oculto de que Dios amara a Su Hijo, ahora separado, con un amor especial; 4) es el insincero interés, amor, amistad o aprecio por otra u otras personas que nuestro ego utiliza para constituir con ellas relaciones por medio de las cuales alcanzar algunos de sus objetivos personales; 5) a veces, estas relaciones especiales devienen en dependencia o codependencia, pero que, en todo caso, siempre constituyen ataques velados. Ver T15.6aT15.10, T16  
 
11 En la separación, la mente del Hijo separado, nuestra mente (en minúscula) o pensar —que no hay que confundir con el cerebro— parece tener dos partes: 1) Nuestra mente acertada o espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta mayormente por medio de impulsos milagrosos y; 2) nuestro pensar o mente equivocada, que recibe del yo soñador, los impulsos egóicos de vida y de sobrevivencia que —al ser procesados consciente o subconscientemente por nuestro cerebro— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón de lo necesario para defenderlo y que logre sobrevivir lo mejor y lo más largo posible. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
T29.10 EL SUEÑO
QUE PERDONA
pár 65-67
T29.10 [65] 29 Las pesadillas son sueños infantiles. 30 En ellas, los juguetes se han vuelto contra el niño que creyó haberles dado realidad. 31 Pero ¿puede atacar un sueño12? 32 ¿O puede volverse un juguete enorme y peligroso, feroz y salvaje? 33 Esto es lo que el niño cree, pues tiene miedo de sus propios pensamientos, y en vez de considerarlos propios prefiere atribuirlos a los juguetes. 34 Y la realidad de éstos se convierte en la suya propia, porque los juguetes parecen salvarlo de sus propios pensamientos. 35 No obstante, los juguetes mantienen los pensamientos del niño vivos y reales, pero como si estuviesen fuera de él, desde donde pueden volverse contra él puesto que los ha traicionado. 36 El niño cree que necesita los juguetes para poder escapar de sus pensamientos, porque cree que los pensamientos de ellos son reales. 37 Y así, lo convierte todo en un juguete, para hacer que su mundo siga siendo algo externo a él y jugar a que él no es más que una parte de ese mundo.

T29.10 [66] 38 Llega un momento en que la infancia debería dejarse atrás para siempre. 39 No sigas aferrándote a los juguetes de la infancia. 40 Déjalos todos a un lado, pues ya no los necesitas. 41 El sueño en el que se juzga no es más que un juego de niños, en el que el niño se convierte en el padre, poderoso, pero con la limitada sabiduría de un niño. 42 Lo que le hiere ha de ser destruido; lo que le ayuda, bendecido. 43 Con la salvedad de que juzga esto con el criterio de un niño, que no sabe distinguir entre lo que hace daño y lo que cura. 44 Y parece que le suceden adversidades, y tiene miedo del caos que ve en un mundo que cree gobernado por las leyes que él mismo redactó. 45 No obstante, el mundo real13 no se ve afectado por el mundo que el niño cree que es real, 46 ni sus leyes han cambiado porque él no las entendiera.

T29.10 [67] 47 Y es que el mundo real sigue siendo un sueño. 48 Excepto que en él, los personajes han cambiado, 49 y ya no se ven como ídolos que traicionan. 50 Es un sueño en el que no se utiliza a nadie para que sea substituto de otra cosa, ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve. 51 No se utiliza a ninguna persona para algo que ella realmente no es, pues todas las cosas infantiles han sido dejadas a un lado. 52 Y lo que una vez fue un sueño en el que se juzgaba, se ha convertido ahora en uno en el que todo es alegría, porque ése es su verdadero propósito. 53 Sólo los sueños en los que se perdona14 pueden entrar aquí, pues el tiempo está a punto de finalizar. 54 Y las formas que entran en el sueño se perciben ahora como hermanos, a los que ya no se les juzga, sino que se les ama.
12 … a la Unicidad, con mayúscula, es, la idea que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de fusionar todas nuestras Almas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos el Hijo único de Dios. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
 
13 Mundo real, es la meta de nuestro viaje con el Curso. Es el estado mental que, inicialmente, se experimenta cuando se logra perdonar totalmente a otro y fusionamos su Alma con La nuestra en la experiencia de Cristo. Luego, al perdonar una y otra vez totalmente a otros, vamos a querer extender esa experiencia de Amor a todo y a todos — como en un reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad, donde todo es Uno en Dios— en la espera que Dios dé el paso final. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9] Lte.8 (-L291) Lte.8 (-L291)
 
14 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo—en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego hecho por mi yo soñador, y el especialismo producido por mi mente separada que lo usa. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
T29.10 EL SUEÑO
QUE PERDONA
pár 68-69
T29.10 [68] 55 No es necesario que los sueños en los que se perdona duren mucho. 56 No se conciben para separar a la mente de lo que piensa, 57 ni intentan probar que el sueño lo está soñando otro. 58 Y en esos sueños se oye una melodía15 que cada uno recuerda, si bien no la ha oído desde antes de que todo tiempo empezara. 59 El perdón —una vez que se ha completado— acerca de tal manera la intemporalidad, que se puede oír el canto del Cielo, no con los oídos, sino con la santidad que nunca abandonó el altar que lleva todo el tiempo en lo más profundo del fuero interno del Hijo de Dios. 60 Y cuando vuelve a oír este canto, sabe que realmente nunca había dejado de escucharlo. 61 ¿Y adónde va a parar el tiempo, una vez que los sueños en los que se juzga se han dejado a un lado?

T29.10 [69] 62 Cada vez que sientes miedo16, en la forma que sea —y tienes miedo si no te sientes profundamente contento, no estás seguro de que dispones de ayuda, o no te embarga la tranquila confianza de que el Cielo te acompaña— ten por seguro que has hecho un ídolo, y que crees que te va a traicionar. 63 Pues, bajo tus esperanzas de que el ídolo te salve, yace la culpa17 y el dolor de la auto-traición y de la incertidumbre, tan profundos y amargos que el sueño no puede ocultar completamente tu sensación de fracaso. 64 Tu autotraición tiene necesariamente que producirte miedo, pues tener miedo es juzgar, y ello conduce inevitablemente a la frenética búsqueda de ídolos y de la muerte.
15 … de Amor
 
16 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero, cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda. Ver T6, T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
 
17 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con Su Hijo único, Que somos todos nosotros, como Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el especialismo del ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino el único Hijo de Dios, de Quien nunca nos hemos separado. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
T29.10 EL SUEÑO
QUE PERDONA
pár 70
T29.10 [70] 65 En cambio, los sueños en los que se perdona te recuerdan que realmente vives seguro, y de que no te has atacado a ti mismo. 66 De esta manera, tus terrores infantiles se desvanecen y los sueños se convierten en señal de que has emprendido un nuevo comienzo, y no otro intento de venerar ídolos y mantener vigente el ataque. 67 Los sueños en los que se perdona son buenos con todo el que forma parte de ellos, 68 porque liberan completamente de miedo al soñador de los sueños. 69 Así, él no teme sus propios juicios, pues no ha juzgado a nadie ni ha intentado —mediante juicios— liberarse de lo que los propios juicios tienen necesariamente que imponer. 70 Y durante todo este tiempo, él recuerda continuamente lo que había olvidado cuando los juicios parecían ser la manera de salvarlo18 de la sanción que ellos mismos imponen.
18 … realmente
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