PARA VER TODO EL CORREO HAGA
Un Curso Sobre Milagros
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T27.3 [18] 51 De este modo, el milagro deshace todas las cosas que el mundo atestigua que jamás podrán deshacerse. 52 Y la desesperanza y la muerte tendrán que desaparecer ante el viejo clarín que llama a la Vida.

53 Este llamamiento es mucho más poderoso que los débiles y miserables gritos de muerte y culpa. 54 El antiguo Llamamiento13, que el Padre le hace a Su Hijo y, ahora, del Hijo a sí mismo, será el último clarinazo que va a oír el mundo.

55 Hermano, realmente la muerte14 no existe. 56 Y esto lo aprendes cada vez que tu único deseo es mostrarle a tu hermano que no hay en ti trazas de ningún daño que él te haya infligido.

57 Él cree que tu sangre mancha sus manos y que, por tanto, está condenado. 58 Pero te es dado demostrarle — mediante tu curación— que su culpa no es sino la trama de un sueño absurdo.

  UCSM TEXTO
CH 27 EL CUERPO Y EL SUEÑO
T27.3 EL MIEDO
A LA CURACIÓN
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2  
¿Qué es EL
ESPÍRITU SANTO? pár 1-5
LTe.7 (-L281).1 1 El Espíritu Santo1 es el que media entre las ilusiones2 y la Verdad3. 2 Puesto que el Espíritu Santo tiene que establecer un puente entre la Realidad4 y los sueños5, la percepción acertada6 conduce al conocimiento7 por medio de la gracia que Dios dio al Espíritu Santo, para que Ella sea el don8 que Dios le hace a todo aquel que acude al Espíritu Santo en busca de la Verdad. 3 Cruzando el puente9 que el Espíritu Santo provee, todos los sueños son llevados ante la Verdad para que la luz del conocimiento los disipe. 4 Allí, los sonidos y las imágenes se descartan para siempre, 5 y donde éstos se percibían antes, el perdonar10 ha hecho posible el tranquilo final de la percepción.
1 El Espíritu Santo: 1) En la eterna Unicidad de Dios, es Su Pensamiento de Amor que nos creó Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo; 2) En el mismo instante de la separación, el Espíritu Santo fue la Respuesta de Dios a la misma, cuyos impulsos milagrosos —cuando emergen desde lo más profundo de nuestro subconsciente y los tomamos en cuenta— nos invitan a: 2.1) aceptar el Redimir para nosotros mismos; 2.2) perdonar; 2.3) extender milagros al otro(s); 2.4) y, a aceptarlo como nuestro Guía para tomar decisiones, pensando con Él en nuestra mente acertada o espíritu; Ver: Algunos de Sus sinónimos en el Curso son: "Consolador", "Guía", "Intérprete", "Mediador", "Palabra de Dios", "Redimir", "Respuesta", "Traductor", "Verdad", "Voz que habla por Dios", "Voz de Dios". Ver T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281), M2.4
 
2 Ilusión o fantasía o alucinación —en el sueño de la separación o realidad del ego en la que creemos vivir— es todo lo "hecho" por el yo soñador o “idea seria,” que se produjo en el instante de la separación, por haber olvidado el Hijo reírse de la diminuta idea alocada (que Le era posible separarse de Su Padre y ponerse a crear por su cuenta), que se había colado en la Eternidad donde Todo es Uno con Dios. Entre las ilusiones hechas por el yo soñador, se encuentran el tiempo, el espacio, el universo en continua expansión y fragmentación, y el sistema de pensamiento del ego, que con sus leyes de la evolución y escasez rige todas las mencionadas ilusiones. Ver T8.5 [41], T16
 
3 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber visto su Alma con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y el espacio y el universo son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5 
 
4 La Realidad, con mayúscula, significa la infinita y eterna Unicidad de Dios, en la Cual, todos nosotros, sin excepción, cual Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, somos Uno con Nuestro Padre, compartiendo con Él Su Amor, el Espíritu Santo. Algunos de sus sinónimos son: Cielo, Eternidad, Reino, Reino de los Cielos, Universo. Ver T8.10, T11.4, T11.9, T18, T30.9
 
5 … o realidad según el ego; la del tiempo y espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez,
 
6 … pensando con el Espíritu Santo
 
7 Conocimiento, con mayúscula, es lo que saben todas nuestras Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, Almas que, en perfectas paz y alegría, están compartiendo con Dios Su Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, en minúscula, conocimiento: 1) es lo que experimentamos en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y unir como Una, su Alma con La mía; 2) es saber que esa experiencia es el reflejo aquí del eterno Conocimiento. Y cuando pensamos con el especialismo del ego, es lo que se puede llegar a conocer en este mundo, de acuerdo con sus leyes. Ver T3.5 [35] y [37], T25.4 [25]
 
8 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T20.6 [38], 26.5 [28], L166
 
9 … hacia el Mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Es el estado mental que, inicialmente, se experimenta cuando se logra perdonar totalmente a otro y fusionamos su Alma con La nuestra en la experiencia de Cristo. Luego, al perdonar una y otra vez totalmente a otros, vamos a querer extender esa experiencia de Amor a todo y a todos — como en un reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad, donde todo es Uno en Dios— en la espera que Dios dé el paso final. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9] Lte.8 (-L291) Lte.8 (-L291)
 
10 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo—en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego hecho por mi yo soñador, y el especialismo producido por mi mente separada que lo usa. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
P A R T E 2  
¿Qué es EL
ESPÍRITU SANTO?  
pár 2-3
LTe.7 (-L281).2 6 La meta de las enseñanzas del Espíritu Santo es precisamente este acabar con los sueños. 7 Pues los sonidos e imágenes tienen que transformarse de testigos del miedo en testigos del Amor. 8 Y cuando esto se haya logrado totalmente, el aprendizaje habrá alcanzado la única meta que en verdad tiene. 9 Pues —a medida que el Espíritu Santo guía el aprendizaje hacia el resultado que ha percibido para él— éste se convierte en el medio para ir más allá de lo que enseña, y así, ser reemplazado por la Verdad Eterna11.

LTe.7 (-L281).3 10 Si supieses cuánto anhela Tu Padre que reconozcas tu impecabilidad12, no dejarías que la Voz que habla por Él te lo pidiese en vano, ni darías la espalda a Lo que Él te ofrece para reemplazar a todas las imágenes y sueños atemorizantes de los cuales tú has sido el hacedor13. 11 El Espíritu Santo entiende los medios de los que fuiste hacedor, por medio de los cuales14 querías alcanzar lo que siempre ha sido inalcanzable15. 12 Pero si se los ofreces al Espíritu Santo, Él se valdrá de esos medios de los que fuiste hacedor con el fin de exiliarte16, para restaurar tu mente al sitio donde verdaderamente se siente en casa17.
11 … sencillamente que Dios es, y nosotros, como Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el único Hijo de Dios, en Su eterna Unicidad.
 
12 La Impecabilidad, con mayúscula, es, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, la condición de nuestras Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa condición eterna, en la que todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
 
13 … por mi yo soñador, de quien, aquí, soy su fragmentación encarnada: Mi yo soñador, es el Hijo de Dios soñando que —hace aproximadamente unos 14 mil millones de años— logró separarse de Dios y, siendo él "la idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales" (ver “Separación”), se puso a hacer: 1) el tiempo, el espacio y el universo; 2) el sistema de pensamiento del ego, con cuyos impulsos existenciales ha estado manejando la evolución de esos efectos reales; 3) con el aparente propósito de retar al Espíritu Santo, hace unos 4.500 millones de años, empezó a hacer la pizca de polvo cósmico que llamamos "mundo" y, en él, hace unos 200 mil años, otorgó al “homo sapiens” —que el Curso llama “hombre”— la facultad de manipular su instinto natural o libre albedrío, obligándolo — para orientar su vida— a decidir todo el tiempo con cuál de los dos sistemas de pensamiento quiere pensar: ¿con el del ego o, con el del Espíritu Santo? Ver: T27.9 [82], T1.1.28 [38]
 
14 … como yo soñador del que soy un fragmento encarnado
 
15 … separarte de Dios
 
16 … del eterno Presente de la Unicidad de Dios
 
17 … que es la Unicidad
P A R T E 2  
¿Qué es EL
ESPÍRITU SANTO?  
pár 4-5
LTe.7 (-L281).4 13 Desde el conocimiento Donde Dios lo ubicó18, el Espíritu Santo te llama19 para que permitas que el perdón20 se pose sobre tus sueños y, de esa manera, recobres la cordura y la paz interior. 14 Si no perdonas21, tus sueños te seguirán aterrorizando 15 y la memoria de todo el Amor22 Que Tu Padre te tiene no regresará a ti como signo que a los sueños les ha llegado su fin.

LTe.7 (-L281).5 16 Acepta el don que Tu Padre te hace. 17 Es un llamamiento que el Amor hace al Amor, para que tan sólo sea Lo que es. 18 El Espíritu Santo es el don de Dios mediante el cual se restituye la quietud del Cielo al bienamado Hijo de Dios. 19 ¿Te negarías a asumir la función de completar a Dios23, cuando todo lo que Su Voluntad quiere es que tú te completes?
18 … la Respuesta de Dios a la separación: El mito de la separación cuenta que, en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, se adentró la diminuta idea alocada de separarse de Dios y crear por su cuenta, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. A causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en: 1) Una idea seria el “yo soñador” (o el Hijo de Dios soñando que logró separarse)capaz de lograr algo y de tener efectos reales, tales como las siguientes hechuras: 1.1) No sabemos cuándo empezó el tiempo y el espacio, porque hace unos 14.000 millones de años, el ”Big Bang destruyó todo lo que existía antes. Después de la explosión inició del universo (o Cosmos), y el sistema de pensamiento del ego, con el que manejará la evolución de esos efectos reales; 1.2) hace unos 4.500 millones de años, inició la pizca de polvo cósmico que llamamos "mundo"; 1.3) hace unos 200 a 300 mil años, no solamente otorgó al cerebro del homo sapiens, la facultad de manipular el instinto natural de su cuerpo o libre albedrío, sino que además, encarnó en él un fragmento de su mente (la mente equivocada) donde guardar los pensamientos e impulsos existenciales egóicos que le enviará y que procesará ese cerebro. 2) En el mismo instante de la separación, Dios dio su Respuesta a la misma, dotando al homo sapiens de una mente (la mente acertada) donde guardar los impulsos milagrosos que le enviará el Espíritu Santo, los cuales, cuando emergen desde lo más profundo de nuestro subconsciente y los tomamos en cuenta, nos invitan a aceptar el Redimir para nosotros mismos, a perdonar y a extender milagros al otro(s). Ver: T27.9 [82], T1.1.28 [38], T5.4 [21], M2.4.
 
19 … por medio de Sus impulsos milagrosos…
 
20 … que me enseña que ninguna de las hechuras de mi yo soñador son reales, ya que no fueron creadas por Dios,
 
21 … al otro
 
22 Amor, con mayúscula, se refiere, en el eterno Presente de la Unicidad, al Espíritu Santo o Pensamiento de Amor de Dios, por medio del Cual, nos creó como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. Aquí, cuando le ponemos cuidado a los impulsos milagrosos que nos envía el Espíritu Santo —que es lo mismo que decidir pensar con Él— es Su reflejo o Amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás, y se expresa en el perdonar y en la extensión de los milagros que el propio Espíritu santo nos sugiere. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
 
23 A cada persona —a la medida de sus talentos naturales y adquiridos— el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación de los otros que Él le envía, función que sólo ella puede desempeñar extendiendo los milagros que Él le sugiera. Esta función se puede manifestar, entre otras: dando el ejemplo, enseñando, curando, ofreciendo psicoterapia, escribiendo, etc. Pero, siempre reflejará, de alguna manera, la Unicidad de Dios, en la que todas nuestras Almas están fusionadas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios Que, realmente, cada uno y todos somos. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], T25.7, L62, L64, L65, L66, L99


Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 288
Hoy me olvidaré del
pasado de mi hermano.
L288.1 1 Padre, éste es el pensamiento que me conduce a Ti y me lleva a mi meta. 2 No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano. 3 Y para conocer mi Fuente, primero, tengo que reconocer Lo que Tú creaste Uno Conmigo1. 4 La mano de mi hermano es la que me conduce a Ti. 5 Sus pecados2 están en el pasado junto con los míos, y me he salvado porque el pasado dejó de ser3. 6 No permitas que siga conservando el pasado en mi corazón, pues me haría perder el camino que me lleva a Ti. 7 Mi hermano es mi salvador4. 8 No dejes que ataque al salvador que Tú me has dado. 9 Por el contrario, déjame honrar a aquel que lleva Tu Nombre, para así poder recordar que es el Mío también5.

L288.2 10 Así pues, perdóname hoy. 11 Y sabrás que me has perdonado si ves a tu hermano en la luz de la santidad6. 12 Él no puede ser menos santo que yo, y tú no puedes ser más santo que él.
1 En el Cielo, la Creación, con mayúscula, es todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, las Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos al perdonar a otro(s) y extenderle(s) los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego, no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)
 
2 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en: 1) Una idea seria el “yo soñador” (o el Hijo de Dios soñando que logró separarse)capaz de lograr algo y de tener efectos reales, tales como las siguientes hechuras: 1.1) el tiempo, el espacio, el inicio del universo (o Cosmos), y el sistema de pensamiento del ego, con el que el yo soñador manejará la evolución de esos efectos reales; 1.2) la pizca de polvo cósmico que llamamos "mundo"; 1.3) hace unos 200 a 300 mil años, otorgó al homo sapiens, la facultad de manipular su instinto natural o libre albedrío. . 2) En el mismo instante de la separación, Dios dio su Respuesta a la misma: el Espíritu Santo, cuyos impulsos milagrosos, cuando emergen desde lo más profundo de nuestro subconsciente y los tomamos en cuenta, nos invita a aceptar el Redimir para nosotros mismos, a perdonar y a extender milagros al otro(s). Ver: T27.9 [82], T1.1.28 [38], T5.4 [21], M2.4
 
3 … en mi mente
 
4 Salvador, con mayúscula, significa algunas veces en el Curso: Dios, el Espíritu Santo, Cristo, y Jesús. Pero, en minúscula, salvador, cuando pensamos con el Espíritu Santo, su principal significado es el otro, los otros, a quienes hemos perdonado y/o con quienes hemos formado relaciones santas. Ellos son nuestros salvadores, porque cuando finalmente vemos interiormente con la visión de Cristo el reflejo de sus Almas, los hemos curado y salvado, y al hacerlo —porque realmente somos Uno con ellos— ellos también nos han curado y salvado. Cuando pensamos con el especialismo del ego, salvador quiere decir cualquier salvador de cualquier cosa. Ver T22.3 [22], T24.3, T29.4, T29.6 [36], L78.9
 
5 , con mayúscula, o mi Alma, conjuntamente con todas las demás Almas fusionadas en Una sola en Cristo, es el Hijo único creado por Dios en un Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Uno con Él en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que se profesan ese Amor Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. Ver Lte.14 (-351)
 
6 Santidad, con mayúscula, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, es el Estado de perfecto Amor que vivimos con Él en Paz y Alegría, como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, santidad, es la experiencia en mi fuero interno del reflejo de ese Estado. Ver T1.1.31 [42-44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39


Un Curso Sobre Milagros
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TEXTO
Capítulo 27
EL CUERPO Y EL SUEÑO

T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN pár 13-28
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
T27.3 [13] 1 ¿Da miedo la curación? 2 A muchos sí, 3 pues acusar constituye un obstáculo para amar, y los cuerpos dañados acusan. 4 Bloquean completamente el camino de la confianza y de la paz, proclamando que los débiles no pueden confiar, y que los que están dañados no tienen motivos para estar en paz. 5 ¿Quién —habiendo sido herido por su hermano— puede seguir queriéndolo y confiando en él? 6 Pues su hermano lo ha atacado y lo volverá a hacer. 7 No lo protejas, ya que tu cuerpo dañado demuestra que es a ti a quien se debe proteger de él. 8 Tal vez perdonar sea un acto de caridad, pero él no se lo merece. 9 Se le puede compadecer por su culpa, pero no exonerar. 10 Y si le perdonas sus transgresiones, estarías sólo añadiendo más culpa a toda la que realmente ya ha acumulado.

T27.3 [14] 11 Los que no se han curado no pueden perdonar verdaderamente, 12 pues su estado atestigua que perdonar1 sería injusto. 13 Prefieren conservar las consecuencias de la culpa2 que decidieron no seguir viendo3. 14 Por eso, nadie puede perdonar realmente un pecado que cree real. 15 Y lo que trae consecuencias tiene que ser real, pues lo que las causó está ahí, a la vista. 16 Perdonar de verdad no es tener compasión, la cual no hace sino tratar de perdonar lo que cree que realmente ocurrió. 17 No es posible devolver el bien por el mal, pues el verdadero perdón no establece primero que se ha cometido un pecado, para luego perdonarlo. 18 ¿Quién puede decir intencionalmente: "Hermano, me has hecho daño, no obstante —puesto que soy el mejor de los dos— te perdono". 19 Su perdón y el daño que sufres no pueden coexistir. 20 El uno niega al otro y necesariamente lo convierte en falso.
1 El perdonar —que forma parte del proceso de aceptar el Redimir para uno mismo—en un primer paso, es concienciar que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro que estoy tratando de perdonar, sino en el sistema de pensamiento del ego hecho por mi yo soñador, y el especialismo producido por mi mente separada que lo usa. En un segundo paso, decido pensar con el Espíritu Santo y trato de ver más bien el Alma de ese otro. El tercer paso se da, cuando conciencio que su Alma no tuvo nada que ver con lo que su cuerpo me pudo haber hecho, porque en la Unicidad —que es Donde quiero creer que realmente estamos todos como Almas, fusionadas en Una sola en Cristo— sólo hay Amor entre Dios y Su único Hijo. El último paso se da cuando, habiendo logrado perdonar a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la fusión de su Alma con la Mía, es decir, la experiencia del mundo real, que luego, trataré de extender a todo y a todos. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
 
2 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con Su Hijo único, Que somos todos nosotros, como Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el especialismo del ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino el único Hijo de Dios, de Quien nunca nos hemos separado. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
 
3 … cuando trataron de perdonar.
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 15
T27.3 [15] 21 Ser víctima de un pecado y, no obstante, perdonarlo, es una paradoja que la razón, no puede concebir. 22 Pues sostiene que el mal que se te ha hecho no tiene perdón. 23 Y, al perdonarlo, estás otorgando clemencia a tu hermano, pero conservando la prueba de que él no es realmente inocente4. 24 Los enfermos5 siempre acusan, 25 pues no son capaces de perdonar a sus hermanos y perdonarse a sí mismos también. 26 Nadie en quien reine el verdadero perdonar puede sufrir. 27 Pues ha dejado de anteponer ante los ojos de su hermano la prueba de que el pecado6 es real. 28 Por consiguiente, su hermano lo debe de haber pasado por alto y eliminado de su propia vista. 29 El perdón no puede ser para uno y no para el otro. 30 El que perdona se cura. 31 Y en su curación radica la prueba de que ha perdonado verdaderamente, y de que no guarda ningún rastro de condena con la que todavía él quiera acusarse a sí mismo o a cualquier cosa viviente.
4 … ni aquí ni en el Cielo
 
5 La enfermedad de todas las enfermedades, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. Además, se quiere creer que Dios no tuvo ni tiene nada que ver con ella, ni con la hechura del tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen, ni con lo que ocurre a diario en el Cosmos, ya que nuestra verdadera Realidad —como las Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, que verdaderamente somos— es la de ser el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En cambio, cuando pensamos con el especialismo del ego —que es lo que hacemos habitualmente— creemos que nuestra realidad es todo lo que percibimos con él, incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas y, dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte. Ver T9.11, T27.6, T28.4, L136, M5.2, M5.3.3
 
6 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en: 1) Una idea seria el “yo soñador” (o el Hijo de Dios soñando que logró separarse)capaz de lograr algo y de tener efectos reales, tales como las siguientes hechuras: 1.1) el tiempo, el espacio, el inicio del universo (o Cosmos), y el sistema de pensamiento del ego, con el que el yo soñador manejará la evolución de esos efectos reales; 1.2) la pizca de polvo cósmico que llamamos "mundo"; 1.3) hace unos 200 a 300 mil años, otorgó al homo sapiens, la facultad de manipular su instinto natural o libre albedrío. . 2) En el mismo instante de la separación, Dios dio su Respuesta a la misma: el Espíritu Santo, cuyos impulsos milagrosos, cuando emergen desde lo más profundo de nuestro subconsciente y los tomamos en cuenta, nos invita a aceptar el Redimir para nosotros mismos, a perdonar y a extender milagros al otro(s). Ver: T27.9 [82], T1.1.28 [38], T5.4 [21], M2.4
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 16
T27.3 [16] 32 El perdón no será real a menos que les haya curado a ambos, a tu hermano y a ti. 33 Debes atestiguar que sus pecados no tuvieron ningún efecto sobre ti7, para demostrar que no eran reales. 34 ¿De qué otra manera podría ser inocente? 35 ¿Y cómo podría justificarse su inocencia a menos que sus pecados no tengan efectos que garanticen que hubo culpa? 36 Los pecados están más allá de todo perdón, simplemente porque entrañarían efectos que no se podrían deshacer ni pasar por alto completamente. 37 En haberlos deshecho radica la prueba de que eran tan sólo errores. 38 Déjate curar8 para poder perdonar, ofreciendo así la salvación a tu hermano y a ti. 39 Un cuerpo dañado9 demuestra que la mente no ha sido curada. 40 Un milagro que cure10 prueba que la separación no ha surtido efecto. 41 Lo que tú quieras probar a tu hermano es lo que creerás. 42 El poder de tu testimonio proviene de lo que crees. 43 Y todo lo que le dices, haces o piensas de él, no hace sino atestiguar lo que le estás enseñando.
7 … en lo que tu mente quiere creer o cree… … … porque quiero creer que: 1) los impulsos amorosos que de vez en cuando emergen de mi subconsciente y que extiendo a otros en actos altruistas, constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios que inunda nuestros corazones; 2) Que Dios —a Quien nadie ha visto— existe, es perfecto y eterno y, en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos, sin excepción, a Su Semejanza, no como cuerpos, sino como Almas perfectas y eternas, fusionadas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, con Quien es Uno en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) Que, en Ésa, Su Realidad, Dios no creó más nada y, por eso, Allá, la realidad del ego que nuestros sentidos perciben no existe; 4) Que, al yo perdonar y extender cada vez más milagros, este querer creer se convertirá en creer, y curará en mi mente, todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que ella creía que eran reales, y que yo sufría debido a la lealtad que les profesaba. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
 
8 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero, cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu) y pensamos con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos liberarnos de la creencia en la realidad —según el ego— del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros. Este proceso llevará nuestra Alma (o Espíritu) a identificarse con el Alma del otro —al que estamos tratando de perdonar— con todas las demás Almas en Una sola en la experiencia de Cristo en el mundo real. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente equivocada de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
 
9 … según la percepción del ego
 
10 … la mente la pone a pensar y a percibir con el Espíritu Santo
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 17-18
T27.3 [17] 44 Tu cuerpo puede ser el medio para demostrar que realmente nunca sufrió a causa de tu hermano. 45 Y, una vez curado, puede ofrecerle un silencioso testimonio de su inocencia. 46 Este testimonio es el que puede hablar con más elocuencia que mil lenguas. 47 Pues es el que le prueba que ha sido perdonado. 48 Un milagro11 no puede ofrecerle menos de lo que te ha dado a ti. 49 De esta manera, tu curación demuestra que tu mente está curada y que perdonó lo que él realmente no hizo12. 50 Y así, él se convencerá de que jamás perdió su inocencia y se curará contigo.

T27.3 [18] 51 De este modo, el milagro deshace todas las cosas que el mundo atestigua que jamás podrán deshacerse. 52 Y la desesperanza y la muerte tendrán que desaparecer ante el viejo clarín que llama a la Vida. 53 Este llamamiento es mucho más poderoso que los débiles y miserables gritos de muerte y culpa. 54 El antiguo Llamamiento13, que el Padre le hace a Su Hijo y, ahora, del Hijo a sí mismo, será el último clarinazo que va a oír el mundo. 55 Hermano, realmente la muerte14 no existe. 56 Y esto lo aprendes cada vez que tu único deseo es mostrarle a tu hermano que no hay en ti trazas de ningún daño que él te haya infligido. 57 Él cree que tu sangre mancha sus manos y que, por tanto, está condenado. 58 Pero te es dado demostrarle — mediante tu curación— que su culpa no es sino la trama de un sueño absurdo.
11 Extender un milagro a otro, es la máxima expresión de Amor que puedes experimentar en tu fuero interno, cuando, después de haber aceptado el Redimir para ti mismo y logrado perdonar totalmente a un hermano, se corre el velo que te impedía verlo con la visión de Cristo, y fusionas tu Alma con La de él en una unión de Amor, en la que dar es recibir, que se extiende a todas las Almas, ya que, realmente, hay Una sola, La del Hijo único de Dios. El milagro trasciende las leyes de este mundo, remplazándolas por una verdadera empatía o altruismo, como reflejo aquí del Amor que nuestras Almas comparten en el Cielo, reflejo que cura la mente de tu hermano de su creencia en la realidad del ego y, al mismo tiempo, consolida tu propia curación. El milagro es el medio para alcanzar conjuntamente la meta del Curso, no se pide, sino que sucede y, al suceder, se acepta que su origen es divino, mediante un acto de fe. Ver: T1, Te.13 (-L341)
 
12 … en la Unicidad, con mayúscula, es, la idea que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de fusionar todas nuestras Almas en Una sola en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos el Hijo único de Dios. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
 
13 … en el Cielo
 
14 Cuando pensamos con el especialismo del ego, la muerte es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Eso lo confirma el hecho de que nadie ha regresado de la muerte para contar su historia… Pero, cuando pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que la muerte no es nada, y que, cuando nuestro cuerpo haya fallecido y, con él, nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que —como Almas, fusionadas todas en Una sola en Cristo, el único Hijo de Dios— seguimos siendo Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en perpetua Armonía y alegre Concordia. Ver T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 19
T27.3 [19] 59 ¡Qué justos son los milagros! 60 Pues extienden el mismo presente de absoluta liberación de la culpa a tu hermano y a ti. 61 Tu curación le evita dolores al igual que a ti, y te curas porque le deseaste todo lo mejor. 62 La ley que el milagro obedece es la siguiente: La curación no ve ningún especialismo15 en absoluto. 63 La curación no proviene de la compasión, sino del Amor. 64 Y el Amor prueba que todo sufrimiento no es sino un imaginar inútil, un deseo insensato que realmente16 no produce efectos. 65 Tu salud17, es el resultado de tu deseo de ver a tu hermano sin sangre que manche sus manos, ni culpa en su corazón, apesadumbrado por el testimonio del pecado. 66 Y lo que deseas18, te es dado para que lo veas.
15 El especialismo: 1) es la forma de pensar de mi mente equivocada, cuando mi cerebro procesa los impulsos egóicos provenientes de mi yo soñador ("leyes de la evolución y escasez"), que es lo que hago casi todo el tiempo; 2) es el instinto evolutivo de sobrevivir, pero, manipulado por mi ego; 3) es mi deseo de estar separado(a) y por encima de los demás, tratando de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que soy merecedor(a) de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo; 4) es buscar interesadamente en relaciones especiales, el amor, la amistad y el aprecio especiales que puedan ofrecer, así como también, convencerlos de que entreguen sus cuerpos y/o mentes y/o posesiones igualmente especiales, que considero que me hacen falta. 5) Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir desinteresadamente, ya que, por sí mismo, constituye una traición y un ataque contra el Amor de Dios por cada una de nuestras Almas —Que realmente somos— fusionadas en Una sola en Cristo, Su Hijo único. 6) En consecuencia, mi especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o pecado que puedan cometer; además de atacar a los que interfieran o se opongan a mis designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
 
16 … en el Cielo, que es Donde realmente estamos todos como como Almas perfectas fusionadas en Una sola en Cristo, el único Hijo de Dios.
 
17 La salud es: el estado natural de todas las cosas, cuya interpretación se deja al Espíritu Santo, Quien percibe que no se está atacando a nada; el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin Amor; el comienzo de la acertada perspectiva de vivir bajo la dirección del único Maestro que sabe lo que es vivir, al ser la Voz de la Vida Misma. Ver T8.8 [79]
 
18 … sea que pienses con el Espíritu Santo o con el ego,
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 20-21
T27.3 [20] 67 El "costo" de tu serenidad lo paga él. 68 Éste es el "precio" que el Espíritu Santo y el mundo interpretan de manera diferente. 69 El mundo lo percibe como una afirmación del "hecho" de que tu salvación sacrifica la de él. 70 El Espíritu Santo sabe que tu curación es el testimonio de la de tu hermano y que no puede darse sin que se dé la de él. 71 Mientras tu hermano quiera sufrir, no podrás curarte. 72 No obstante, puedes demostrarle que su sufrimiento no tiene propósito ni Causa alguna19. 73 Demuéstrale que te has curado, y él no querrá seguir sufriendo por más tiempo. 74 Pues su inocencia habrá quedado establecida en tu mirada y en la de él. 75 Y la risa reemplazará tus lamentos, porque el Hijo de Dios ha recordado que realmente es el Hijo de Dios.

T27.3 [21] 76 Frente a esto, ¿quién tiene miedo de curarse? 77 Sólo aquellos que ven el sacrificio y el dolor de su hermano como representantes de su propia serenidad. 78 La impotencia y debilidad que sufren son las bases sobre las que justifican el dolor de su hermano. 79 El continuo aguijón de culpa que sufre sirve para probarles que él es un esclavo, mientras que ellos son libres. 80 Pero el continuo dolor que sufren demuestra que son libres justamente porque lo mantienen aprisionado. 81 Y desean seguir enfermos20, para impedir un cambio en la balanza del sacrificio. 82 ¿Cómo se podría persuadir al Espíritu Santo para que —por un instante o incluso menos— se detuviese a razonar con semejante argumento a favor de la enfermedad? 83 ¿Acaso tiene tu curación que demorarse porque has decidido hacer una pausa para escuchar a la demencia?
19 … porque Dios, Que es la Causa de todo lo que es real, es decir, eterno, no tiene injerencia alguna en su sufrimiento.
 
20 … de la enfermedad de todas las enfermedades que es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas, y dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte.
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 22
T27.3.1 Sobre la corrección

T27.3.1 [22] 1 [Corregir no es tu función. 2 Le corresponde a Aquel21 Que sabe de imparcialidad y no de culpa. 3 Si asumes el papel del que corrige22, perderás la función de perdonar. 4 Nadie puede perdonar hasta que aprende que corregir no es otra cosa que perdonar, y nunca acusar. 5 Por ti solo, tú no puedes darte cuenta de que corregir y perdonar son la misma cosa, y, por consiguiente, de que no es a ti a quien le corresponde corregir. 6 Identidad y función son una misma cosa, y ejerciendo tu función es como te conoces a ti mismo. 7 De modo que, si confundes tu función con la del Espíritu Santo, es porque necesariamente estás confundido acerca de ti mismo y sobre quién eres tú realmente. 8 ¿Qué es la separación sino el deseo de arrebatar a Dios Su Función23 para luego negar que es Suya? 9 No obstante, si no es Suya, tampoco es tuya, pues necesariamente vas a perder lo que has querido apropiarte].
21 … el Espírtu Santo
 
22 El Juzgar, cuando pensamos con el ego, es el complemento de su percepción para sobrevivir en la realidad de este mundo: Nuestros sentidos nos informan de lo que perciben, información que interpretamos y juzgamos, para luego decidir qué es lo que nos conviene hacer o no al respecto. Pero, según el Curso, juzgar no es nuestra función, sino que pertenece al Espíritu Santo, cuya percepción acertada en nuestro espíritu, nos lleva al conocimiento. En efecto, después de haber aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado al otro y extendido los milagros sugeridos por el mismo Espíritu Santo, sabremos qué hacer en toda circunstancia para tratar de ser aquí —lo más posible— un reflejo de nuestra verdadera Identidad. Ver T3.8, T4.5 [64], T29.10 [62]-[63], M10, M15
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 23-24
T27.3.1 [23] 10 [En una mente escindida, la identidad tiene necesariamente que verse dividida. 11 Igualmente, nadie puede percibir que una función está unificada, si ésta tiene propósitos conflictivos y metas diferentes. 12 Para una mente tan escindida como ésta, corregir tiene necesariamente que ser una manera de castigar pecados que —a sabiendas de que son tuyos— achacas a otro. 13 Y así, ese otro se convierte en tu víctima —no en tu hermano— diferente de ti por ser más culpable que tú y, por tanto, necesitado de tu corrección por ser tú más inocente que él. 14 Esto escinde su función de la tuya, y asigna a los dos papeles diferentes. 15 Y así, no se les puede percibir como si fueran uno y ejercieran una única función, lo cual significaría que comparten una misma identidad y un solo fin].

T27.3.1 [24] 16 [La corrección que querrías hacer necesariamente los va a separar, pues ésa es la función que le asignaste. 17 Cuando24, percibas que corregir es lo mismo que perdonar sabrás también que la Mente del Espíritu Santo y la tuya son realmente Una25. 18 Y así hallarás tu verdadera identidad26. 19 Pero mientras sigas pensando con tu ego, Él27 tiene que trabajar con lo que se Le da, y tú Le das acceso sólo a la mitad de tu mente28. 20 Y así, Él representa a la otra mitad29, de tu mente, que parece tener un propósito diferente al que tú das valor y que piensas que es verdaderamente el tuyo. 21 De este modo, tu función parece estar dividida, con la mitad de tu mente opuesta a la otra. 22 Y estas dos mitades parecen representar una escisión dentro de un yo que se percibe como si fuese dos]30.
23 … de Crear, en el Cielo, es el eterno y conjunto Pensar amoroso entre Dios y Su Hijo. Cuando aquí, pensando con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonamos, extendemos milagros y producimos creaciones, son un reflejo de las Creaciones que, como Su Hijo, creamos conjuntamente con Dios en el Cielo
 
24 … te hayas decidido a pensar con el sistema de pensamiento del Espíritu Santo y…
 
25 En el eterno Presente de la Unicidad —Donde Todo es Uno en Dios— en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, la Mente (con mayúscula) o Pensar de Dios crea a Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas están fusionadas en Una sola, ya que, realmente, somos Su único Hijo. Aquí, nuestra mente (en minúscula) o pensar —que no hay que confundir con el cerebro— parece tener dos partes: 1) Nuestra mente acertada o espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta mayormente por medio de impulsos milagrosos y; 2) nuestro pensar o mente equivocada, que recibe del yo soñador, los impulsos egóicos de vida y de sobrevivencia que —al ser procesados consciente o subconscientemente por nuestro cerebro— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón de lo necesario para defenderlo y que logre sobrevivir lo mejor y lo más largo posible. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
 
26 Identidad, con mayúscula, es el Yo del único Hijo de Dios, Que somos realmente, como Almas fusionadas en Una sola en Cristo, Quien es Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos identificarnos con nuestra Alma (o Espíritu), y pensamos con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
 
27 … el Espíritu Santo
 
28 … la parte de la mente separada, el ego, que es completamente ilusoria y sólo es hacedora de ilusiones.
 
29 … el espíritu, que es la parte de la mente separada que aún se mantiene en contacto con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien, aunque mora en esta parte, también ve a la otra.
 
30 … Se han insertado del UrText T27 C10, 11 y 12, Los párrafos T27.3.1 [22, 23 y 24]
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 25-26
T27.3.1 [25] 23 Observa cómo esta autopercepción tiene necesariamente que extenderse, y no pases por alto el hecho de que todo pensamiento se extiende, porque ése es su propósito, siendo lo que realmente es. 24 De la idea de un yo que son dos, surge la necesaria intención de que su función se divida entre los dos. 25 Y lo que quieres corregir con la mitad de tu mente será solamente la mitad del error, aunque tú creas que sea la totalidad del mismo. 26 Así, los pecados de tu hermano se convierten en el blanco central de la corrección, no vaya a ser que tus errores y los suyos se vean como si fuesen los mismos. 27 Los tuyos son equivocaciones, pero los suyos son pecados y, por ende, no iguales a los tuyos. 28 Los suyos merecen castigo, mientras que los tuyos —si vamos a ser justos— deberían pasarse por alto.

T27.3.1 [26] 29 Con esta forma de interpretar la corrección, ni siquiera verás tus propios errores. 30 Pues habrás trasladado el centro de interés de la corrección fuera de ti mismo, sobre uno que no podrá ser parte de ti mientras perdure esa percepción. 31 Lo que se ha condenado no puede regresar nunca a su acusador, que lo odiaba y lo sigue odiando. 32 Éste es tu hermano, el centro de interés de tu odio, que no es digno de formar parte de ti y, por consiguiente, está fuera de ti mismo: en la otra mitad de tu mente, la cual31, niegas. 33 Y sólo lo que queda que no contiene su presencia es lo que percibes como lo que eres totalmente. 34 Ante esta mitad que queda, el Espíritu Santo debe representar a la otra mitad, hasta que reconozcas que esta mitad es realmente la misma que la otra32. 35 Y lo hace asignando a los dos, a ti y a tu hermano, la misma función y no una diferente a cada uno.
31 … mientras estés pensando con el ego,
 
32 … siendo un reflejo aquí de Nuestra eterna Unicidad con Dios
T27.3 EL MIEDO A
LA CURACIÓN
pár 27-28
T27.3.1 [27] 36 Así, corregir es la función que se da a ambos, pero a ninguno de los dos por separado. 37 Y cuando se lleva a cabo compartiéndola33, tiene necesariamente que corregir errores en los dos. 38 No podría dejar errores en uno sin curar y liberar al otro. 39 Eso sería un propósito dividido, que no sería posible compartir y, por consiguiente, no puede ser la función que el Espíritu Santo ve como la Suya. 40 Y pueden estar seguros de que no llevará a cabo una función que no comprenda ni reconozca como Suya. 41 Pues sólo así puede Él mantener la de ustedes intacta, a pesar del punto de vista separado que ustedes sostienen sobre cuál es la función que deben desempeñar. 42 Si Él apoyase una función dividida, estarían ciertamente perdidos. 43 Pero Su incapacidad de ver Su meta dividida y como algo distinta para cada uno de ustedes, es lo que impide al Yo34, de ustedes concienciar cualquier otra función que no sea la Suya Propia. 44 Y, de esta manera, la curación le es dada a ambos.

T27.3.1 [28] 45 La corrección debe dejarse en manos del Que sabe que la corrección y el perdón son realmente lo mismo35. 46 Con solo la mitad de la mente36, esto es incomprensible. 47 Por consiguiente, deja la corrección en manos de la Mente que está realmente unida y que funciona como Una porque, al no estar dividida en cuanto a su propósito se refiere, concibe una sola función como la única que tiene. 48 Ésta es la función que Le ha sido dada, concebida para que fuese la Suya Propia, y que no está separada de la que Su Dador guarda, justamente por haber sido compartida. 49 En Su aceptación de esta función residen los medios por los cuales tu mente se unifica. 50 Su único propósito unifica las dos mitades de ti que percibes como separadas. 51 Y cada una perdona a la otra, de manera que él pueda aceptar la otra mitad como parte de él.
33 La relación santa, aquí: 1) es el reflejo de la Relación de Amor de Dios en paz y alegría con todas las Almas perfectas que realmente somos, fusionadas todas en Una sola en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; 3) es un proceso que se inicia cuando dos personas que han perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s); este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; 4) finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, dos experimentan el mundo real, se produce en ellos, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor en paz y alegría a todos y a todo. Ver T17.6, T22
 
34 Mi Yo (con mayúscula), o mi Alma, conjuntamente con todas las demás Almas fusionadas en Una sola en Cristo, es el Hijo único creado por Dios en un Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Uno con Él en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que se profesan ese Amor Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En el Curso, la palabra Yo también es usada pocas veces como el Yo de Dios. Ver T8.4 [20], T23, Lte.14 (-351)
 
35 … ¿De cuántas maneras diferentes podemos realmente ver a nuestro hermano?
 
36 … la que piensa con el ego,
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