Un Curso Sobre Milagros
edición original
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El pecado es la "gran ilusión" que subyace a toda la grandiosidad del ego. Pues debido a él, Dios Mismo cambia y se torna incompleto.
UCSM TX 19.3 pár 18
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T19.3 [19] 14 El Hijo de Dios puede estar equivocado, engañarse a sí mismo, e incluso usar el poder de su mente contra sí mismo13. 15 Pero no puede pecar realmente14. 16 No hay nada que pueda hacer que altere realmente Su Realidad de ninguna manera o que lo haga realmente culpable15. 17 Eso es lo que el pecado quisiera hacer, pues es su propósito. 18 Pero a pesar de toda la salvaje demencia inherente a toda la idea del pecado, éste sigue siendo realmente imposible. 19 Pues el costo del pecado es la muerte y, ¿cómo podría perecer Lo que es inmortal?
CH 19. MÁS ALLÁ DEL CUERPO
19.3 El PECADO versus el ERROR
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Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
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P A R T E 1
L E C C I Ó N 214
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No soy un cuerpo. Estoy libre,
pues sigo siendo Tal
como Dios Me creó.
L214 (L194) 1 Pongo el futuro en Manos de Dios1.
2 El pasado ya pasó y el futuro aún no existe. 3 Ahora me he liberado de ambos. 4 Pues Lo que Dios da sólo puede ser para el bien. 5 Y acepto únicamente Lo que Él da como Lo que me pertenece.
No soy un cuerpo. Estoy libre,
pues sigo siendo Tal
como Dios Me creó.
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1 Para que la oración "Pongo el futuro en Manos de Dios" tenga significado para ti y te traiga paz y alegría a tu vida, se requiere que: 1) previamente, hayas aceptado el Redimir para ti y lo estés practicando, es decir, que estés ejerciendo la función que Dios te ha dado de perdonar y extender milagros. 2) Luego, las experiencias de instantes santos en el mundo real, en las que no hay pasado ni futuro sino solamente el presente —reflejo aquí de nuestro eterno Presente en la Unicidad como Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios en Su Unicidad— van a reforzar la creencia que quieres creer que nuestra verdadera Realidad es Nuestra eterna Unicidad con Dios y no la realidad del ego que tus sentidos perciben. 3) Entonces, en esos instantes santos en los que experimentas únicamente el presente del mundo real, puedes decir con fe que pones el futuro de todas nuestras Almas unificadas como Una en Cristo, en las manos de Dios. Ver T5.8, T12.6 [48], T18.8 [66], T26.9 [71], L194
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Un Curso Sobre Milagros
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Texto
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Capítulo 19
MÁS ALLÁ DEL CUERPO
T19.3 El PECADO versus
el ERROR pár 17-24
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T19.3 [17] 1 Es esencial que no se confunda el error1 con el pecado2, ya que esta distinción es la que hace posible la salvación3. 2 Pues el error puede ser corregido y lo torcido, enderezado. 3 Pero el pecado, de ser4 posible, sería irreversible. 4 La creencia en el pecado está necesariamente basada en la firme convicción de que son las mentes, y no los cuerpos, las que atacan. 5 Y así, la mente es culpable y lo será siempre, a menos que una mente que no sea parte de ella pueda darle la absolución5. 6 El pecado6 exige castigo del mismo modo en que el error7 pide corrección, y la creencia de que el castigo constituye una corrección es claramente una locura.
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1 … según el Espíritu Santo,
2 … según el ego: El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
3 La salvación 1) es el proceso de deshacer la separación que nunca fue, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez; 2) es querer creer en el eterno Presente de la Realidad del Amor de Dios, en Cuya Unicidad estamos realmente todos, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; 3) es ir dejando cada vez más de lado el pensar, percibir y actuar egocentrista del ego y, en su lugar, pensar con el Espíritu Santo; 4) es aceptar el Redimir para nosotros mismos; 5) es perdonar al otro y a los demás y extender los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo; 6) es entablar relaciones santas y multiplicar el perdonar y la extensión de milagros. Ver T9.6, T11, T22, T31, LTe.2 (-L231)
4 … en el Cielo, realmente
5 … es el espíritu, que es la parte de la mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones… Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165.
6 … según el ego
7 … según el Espíritu Santo
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T19.3 El PECADO versus
el ERROR
pár 18
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T19.3 [18] 7 El pecado no es un error, pues el pecado implica una arrogancia de la cual carece el error. 8 Pecar supondría violar la Realidad8 y lograrlo. 9 El pecado es la proclamación de que el ataque es real y de que la culpa9 está justificada. 10 Asume que el Hijo de Dios es culpable y, por consiguiente, que ha conseguido perder su inocencia y también convertirse a sí mismo en algo que Dios no creó. 11 Así, la Creación10 se ve como que no es eterna y la Voluntad de Dios11, como susceptible de ser atacada y derrotada. 12 El pecado es la "gran ilusión" que subyace a toda la grandiosidad del ego12. 13 Pues debido a él, Dios Mismo cambia y se torna incompleto.
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8 La Realidad, con mayúscula, significa la infinita y eterna Unicidad de Dios, en la Cual, todos nosotros, sin excepción, cual Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, somos Uno con Nuestro Padre, compartiendo con Él Su Amor, el Espíritu Santo. Algunos de sus sinónimos son: Cielo, Eternidad, Reino, Reino de los Cielos, Universo. En minúscula, realidad significa la ilusión de la separación, la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez que hicimos, realidad en la que habitualmente creemos, percibimos, pensamos y actuamos con el ego. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, estudiamos y aplicamos el Curso, podemos trascender esta realidad en nuestro fuero interno, ingresando al mundo real, que es el reflejo aquí de la eterna Realidad. Ver T8.10, T11.4, T11.9, T18, T30.9
9 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
10 La Creación, con mayúscula, en el Cielo, es la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad o Realidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos —cuando perdonamos al otro, a los otros, y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego —según el Curso— no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)
11 La Voluntad de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad —en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
12 El ego es —en el eterno Presente de la de la Unicidad de Dios, donde nuestras Almas perfectas están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo—el pensar individual que adentró la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Dios, y crear por su cuenta. Al haber el Hijo olvidado reírse de su locura, ésta se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos reales, tales como "hacer" el tiempo, el espacio, y todo lo que estos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez; es la substitución de la Verdad por la ilusión, de lo Infinito por lo temporal, de la Vida por la muerte, de la Completitud por la fragmentación; es la voluntad egoísta opuesta a la Voluntad de Amor de Dios; es la otra parte de nuestra mente que cree ser una mente individual y egoísta, oculta dentro de un trocito de barro, separada de las demás mentes, contra las cuales, en relaciones especiales, compite caótica e interminablemente hasta la muerte del cuerpo. Ver T3.6, T4.3, T4.6, T10, LTe.12 (-L331)
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T19.3 El PECADO versus
el ERROR
pár 19-21
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T19.3 [19] 14 El Hijo de Dios puede estar equivocado, engañarse a sí mismo, e incluso usar el poder de su mente contra sí mismo13. 15 Pero no puede pecar realmente14. 16 No hay nada que pueda hacer que altere realmente Su Realidad de ninguna manera o que lo haga realmente culpable15. 17 Eso es lo que el pecado quisiera hacer, pues es su propósito. 18 Pero a pesar de toda la salvaje demencia inherente a toda la idea del pecado, éste sigue siendo realmente imposible. 19 Pues el costo del pecado es la muerte y, ¿cómo podría perecer Lo que es inmortal?
T19.3 [20] 20 Uno de los más importantes credos de la religión demente del ego es que el pecado no es un error sino la verdad, y que es la inocencia la que pretende engañarnos. 21 La pureza se considera arrogancia, y la aceptación de nuestro yo como pecador se percibe como santidad. 22 Y esta doctrina es la que reemplaza a la Realidad del Hijo de Dios tal como su Padre Lo creó, y tal como quiso que fuese eternamente. 23 ¿Es esto humildad? 24 ¿O más bien un intento de sacar a la Creación fuera de la Verdad16 y mantenerla separada?
T19.3 [21] 25 Cualquier intento de reinterpretar el pecado como un error siempre será indefendible para el ego. 26 La idea del pecado es absolutamente sacrosanta en su sistema de pensamiento, y sólo puede abordarse con respeto y miedo reverente. 27 Es el concepto más "sagrado" del sistema del ego: gratificante y poderoso, completamente cierto, y que tiene necesariamente que ser protegido por todas las defensas que el ego tiene a su disposición. 28 Pues en el pecado radica su "mejor" defensa, a la que todas las demás se pliegan. 29 El pecado es su armadura, su protección y el propósito fundamental de la relación especial17 tal como el ego la interpreta.
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13 … fabricando o haciendo en un sueño —¿duermen las Almas…?— el tiempo y el espacio y todo lo que éstos han contenido, contienen y contendrán…
14 … porque realmente, no es uno de los innumerables cuerpos que su evolución ha hecho, en esta realidad del ego, que sean concebidos, nazcan, crezcan, multipliquen, desmejoren, enfermen, se maten entre sí, en vejezcan y/o, finalmente, desaparezcan en la nada de donde vinieron…
15 … pues la eterna Unicidad de Dios es inmutable y, en Ella, Que es donde todos realmente estamos, no puede haber pecado ni culpa, sólo Amor eterno y Alegría eterna.
16 Las condiciones de la Verdad, con mayúscula, según el Curso, son querer creer que: 1) Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que Se profesan Uno a Otro en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) Dios no creó más nada. 3) Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazado, nada que no sea Ella, realmente existe. 4) En esto radica aquí, la paz de Dios. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
17 La relación especial, aquí: 1) Es en la que, pensando, percibiendo y actuando con nuestro ego, entablamos con una o más personas especiales que poseen atributos especiales, con las cuales esperamos llenar nuestras necesidades igualmente especiales. 2) Constituye la renuncia a la eterna y alegre concordia del perfecto Amor que nuestras Almas profesan unas con otras unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Que realmente somos. 3) Es el intento del ego de asegurar para sí el especialismo que Dios le negó, nacido del deseo oculto de que Dios amara a Su Hijo, ahora separado, con un amor especial. 4) Es el insincero interés, amor, amistad o aprecio por otra u otras personas que nuestro ego utiliza para constituir con ellas relaciones por medio de las cuales alcanzar algunos de sus objetivos personales. 5) A veces, estas relaciones especiales devienen en dependencia o codependencia, pero que, en todo caso, siempre constituyen ataques velados. Ver T15.6aT15.10, T16
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T19.3 El PECADO versus
el ERROR
pár 22-23
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T19.3 [22] 30 Puede afirmarse ciertamente que el ego edificó su mundo sobre el pecado. 31 Únicamente en un mundo así podría todo ser al revés18. 32 Ésta es la extraña ilusión que hace que las nubes de la culpa parezcan densas e impenetrables. 33 La solidez que los cimientos de este mundo parecen poseer, descansa en ello. 34 Pues el pecado ha modificado la Creación, de ser una Idea de Dios a ser un ideal que el ego quiere: un mundo gobernado por él, integrado por cuerpos que son inconscientes y capaces de caer en la más completa corrupción y decadencia. 35 Si esto es una equivocación, la Verdad lo puede deshacer fácilmente, 36 pues todo error puede ser corregido sólo con que se permita a la Verdad juzgarlo. 37 Pero si al error se le otorga el estatus de la verdad, ¿ante qué se podría llevar? 38 La "santidad" del pecado se mantiene intacta debido únicamente a este extraño mecanismo. 39 En cuanto que verdad, el pecado es inviolable, y todo se lleva ante él para ser juzgado. 40 Pero si es un error, es él el que tiene que ser llevado ante la Verdad. 41 Es imposible tener fe en el pecado, pues el pecado es falta de fe. 42 No obstante, sí es posible tener fe19 en el hecho de que cualquier error puede ser corregido.
T19.3 [23] 43 No hay una sola piedra en toda la ciudadela fortificada del ego defendida más celosamente que la idea de que el pecado es real: constituye la expresión natural de lo que el Hijo de Dios ha hecho de sí mismo y de lo que es. 44 Para el ego eso no es una equivocación. 45 Pues ésa es su realidad: la "verdad" de la que siempre será imposible escapar20. 46 Éste es su pasado, presente, y futuro. 47 Pues de alguna manera se las ha arreglado para corromper a su Padre y hacerle cambiar Su Pensar por completo. 48 ¡Llora, pues, la muerte de Dios, a Quien el pecado ha asesinado! 49 Éste sería el deseo del ego, que en su demencia cree haber logrado.
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18 … de la Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
19 Tener fe es creer en algo que nuestros sentidos no pueden verificar pero que pensamos que es verdad, porque nos lo asegura una autoridad en la materia en la que confiamos o, porque lo deducimos de nuestras propias experiencias. Las leyes de la evolución y de la escasez que rigen este mundo hacen que, para sobrevivir, el hombre racional actúe con egoísmo, aunque a veces, le dé por actuar irracionalmente con altruismo. A los actos de altruismo, el Curso los llama "milagros" y, además, nos propone que tengamos fe en que aquí, constituyen el reflejo del eterno Amor de Dios que inunda nuestros corazones. Basados en esa experiencia trascendente, el Curso nos propone deducir que ese Dios amoroso existe, es perfecto y eterno, y que, en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos a Su Semejanza, Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien es Uno en el eterno Presente de Su Unicidad. En Ésa, Su Realidad, Dios no creó más nada y, por eso, Allá, la realidad del ego —que nuestros sentidos perciben— no existe. Ver T17.7, T17.8, T19.1, T19.2, T21.4, L327)
20 … para los cuerpos cuyas mentes creen en la realidad del ego (aquí, tocas madera… Pero, ¿con qué estas tocando esa madera? ¿Con tus dedos, que pertenecen a la misma realidad de la madera que están tocando y de los sentidos que nos informan sobre nuestros cuerpos… De esa realidad percibida con el sistema de pensamiento del ego nadie se puede escapar. Ni el propio Jesús pudo escapar de la muerte. Sólo podemos tratar de ver al mundo de otra manera. Podemos tratar de verlo a través del prisma del Amor que nos trae y nos enseña el Espíritu Santo por medio de nuestros impulsos amorosos.
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T19.3 El PECADO versus
el ERROR
pár 24
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T19.3 [24] 50 ¿No preferirías que todo esto no fuese más que una equivocación, completamente corregible, y de la que fuese tan fácil escapar que rectificarla totalmente sería tan sencillo como atravesar la neblina y llegar hasta al sol? 51 Pues eso es todo lo que es. 52 Quizá te sientas tentado de coincidir con el ego en que es mucho mejor ser pecador que estar equivocado. 53 Pero piensa detenidamente antes de permitirte tomar esa decisión. 54 No la tomes a la ligera, pues es elegir entre Cielo e infierno.
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Un Curso sobre Milagros – Preliminares
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COURSE IN MIRACLES SOCIETY
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