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Un Curso Sobre Milagros
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M.22 ¿QUÉ RELACIÓN HAY ENTRE LA CURACIÓN Y EL REDIMIR?

M22.6 50 El ofrecimiento del Redimir es universal. 51 Es aplicable por igual a todos los individuos y en cualquier circunstancia. 52 Y en Él reside el poder de curar a todas las personas de todas las formas de enfermedades14. 53 No creer esto es ser injusto con Dios y, por consiguiente, serle infiel. 54 Una persona que está enferma se percibe a sí misma como separada de Dios. 55 ¿Tú también querrías verla como separada de ti? 56 Tu tarea es curar la sensación de separación que le hizo enfermar. 57 Tu función, reconocer por ella que lo que cree sobre sí misma no es la Verdad. 58 Y tu perdón, lo que se le debe demostrar. 59 Curar es muy sencillo. 60 El Redimir se recibe y se ofrece. 61 Si se ha recibido, tiene que ser aceptado. 62 Es en el recibir, pues, donde yace la curación. 63 Todo lo demás deriva de este único propósito.

UCSM MANUAL


Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
P A R T E 2  
¿QUÉ SOY YO1
REALMENTE2? pár 1-5
LTe.14 (-L351).1 1 Soy el Hijo de Dios, completo, curado y pleno de Completitud3, resplandeciendo en el reflejo de Su Amor. 2 En Mí, Su Creación es santificada y tiene garantizada Vida eterna. 3 En Mí, se perfecciona el Amor, el miedo4 es imposible y la alegría está establecida sin opuestos. 4 Soy el santo Hogar de Dios Mismo. 5 Soy el Cielo donde reside Su Amor. 6 Soy Su santa Impecabilidad5 Misma, pues en Mi Pureza mora la Suya Propia.
1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
 
2 Realmente se refiere en general a nuestra verdadera condición en el Cielo, Que es donde realmente estamos todos cual Almas Uno en Cristo, el Hijo único de Dios, que nunca se separó de su Padre, con Quien es eternamente Uno.
 
3 La Completitud, con mayúscula, en el Cielo, es de Dios y de todos nosotros como Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, Quien es Uno con Su Padre en el Amor del Espíritu Santo que Ambos comparten en la paz y alegría de la eterna Unicidad. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, la completitud es el reflejo aquí de la eterna Completitud, y se experimenta en nuestro fuero interno en un instante santo del mundo real cuando, después de haber perdonado totalmente a un hermano (s), nos unimos a él (ellos) como uno en la experiencia de Cristo. Y, cuando pensamos con el ego significa las definiciones que se pueden encontrar en el diccionario. Ver T2.5 [102], T6.3 [25], T15.8 [78], T29.3 [19]
 
4 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94] 
 
5 La Impecabilidad, con mayúscula, es la condición de nuestras Almas en la eterna Unicidad de Dios, Que es donde Todas realmente están y son Una en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa Condición eterna. El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
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¿QUÉ SOY YO REALMENTE?
pár 2
LTe.14 (-L351).2 7 Ahora, nuestra utilización de las palabras está llegando casi a su fin. 8 No obstante, durante los últimos días de este año que juntos, tú y yo, ofrecimos a Dios, descubrimos que compartimos un único propósito6. 9 Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy, tú también lo eres. 10 La Verdad de Lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 11 Sin embargo, aquí podemos saber cuál es nuestra función7, y de Ello pueden hablar las palabras y también enseñarlo, siempre que demos el ejemplo de las palabras que llevamos por dentro.
6 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
 
7 Nuestra función especial o verdadera es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: el Alma única del único Hijo de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el Amor o Espíritu Santo; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber: aceptado el Redimir para sí mismo, perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella, que es: perdonar a sus relaciones especiales hasta que, en la experiencia de Cristo, su Alma se identifica con el Alma del otro, convirtiendo la relación especial en santa. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], T25.7, L62, L64, L65, L66, L99
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¿QUÉ SOY YO REALMENTE?
pár 3
LTe.14 (-L351).3 12 Somos los portadores de la salvación8. 13 Aceptamos cumplir nuestra parte como salvadores del mundo, el cual es redimido por haberlo perdonado conjuntamente. 14 Y, por consiguiente, éste, nuestro presente9, nos es dado a nosotros. 15 Miramos a todos como hermanos y percibimos todas las cosas como propicias y buenas. 16 No andamos tras una función que se encuentra más allá de las puertas del Cielo. 17 El conocimiento10 regresará cuando hayamos cumplido nuestra parte. 18 Lo único que ahora nos interesa es dar la bienvenida a la Verdad11.
8 La salvación 1) es el proceso de deshacer la separación que nunca fue, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez; 2) es querer creer en el eterno Presente de la Realidad del Amor de Dios, en Cuya Unicidad estamos realmente todos, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; 3) es ir dejando cada vez más de lado el pensar, percibir y actuar egocentrista del ego y, en su lugar, pensar con el Espíritu Santo; 4) es aceptar el Redimir para nosotros mismos; 5) es perdonar al otro y a los demás y extender los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo; 6) es entablar relaciones santas y multiplicar el perdonar y la extensión de milagros. Ver T9.6, T11, T22, T31, LTe.2 (-L231)
 
9 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T20.6 [38], T26.5 [28], L166
 
10 Conocimiento, con mayúscula, es lo que saben todas nuestras Almas perfectas y eternas, Unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Almas que, en perfectas paz y alegría, están compartiendo con Dios Su Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, en minúscula, conocimiento es lo que experimentamos en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y unir como Una, su Alma con La mía, es saber que esa experiencia es el reflejo aquí del eterno Conocimiento. Y cuando pensamos con el ego, es lo que se puede llegar a conocer en este mundo, de acuerdo con sus leyes. Ver T3.5 [35] y [37], T25.4 [25]
 
11 .. en nuestras mentes y corazones: La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber visto su Alma con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5
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¿QUÉ SOY YO REALMENTE?
pár 4
LTe.14 (-L351).4 19 Nuestros son los ojos por medio de los cuales la visión de Cristo12 ve a un mundo redimido de todo pensamiento de pecado13. 20 Nuestros son los oídos que oyen a la Voz que habla por Dios14 proclamar que el mundo está libre de pecado. 21 Nuestras son las mentes que se unen conjuntamente, a medida que bendecimos al mundo. 22 Y desde la unicidad que hemos logrado15, llamamos a todos nuestros hermanos para pedirles que compartan nuestra paz y que se sumen a nuestra alegría.
12 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna, Una con La mía, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
 
13 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
 
14 La Voz que habla por Dios es el Espíritu Santo Quien es, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, el Pensamiento de Amor de Dios que nos creó como Almas, Una en Cristo, Su único Hijo. Aquí, al producirse la separación, el Espíritu Santo es, en la mente: el mediador que mantiene abierto para la revelación el canal directo de Dios hacia el hombre; la motivación para: pensar con los milagros la decisión de curar la separación renunciando a ella; ser aquí el reflejo de las Almas perfectas y eternas que realmente somos, Una en el Alma única del único Hijo de Dios. Ver T1.1.49 [81], T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
 
15 … el reflejo aquí de la Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
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¿QUÉ SOY YO REALMENTE?
pár 5
LTe.14 (-L351).5 23 Somos los santos mensajeros de Dios que hablan por Él y, al llevar Su Palabra a cada uno de los que Él nos ha enviado16, nos damos cuenta de que está impresa en nuestros corazones. 24 Y así, nuestras formas de pensar han cambiado con respecto al objetivo para el cual vinimos y al cual procuramos servir. 25 Llevamos buenas nuevas Al Hijo de Dios17 que pensaba que sufría. 26 Ahora está redimido. 27 Y cuando vea que las puertas del Cielo se abren de par en par ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.
16 … sobre todo por medio del ejemplo y actitudes…
 
17 El Hijo único de Dios o Cristo —en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)


Un Curso Sobre Milagros
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Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 360
Que la paz sea conmigo
como santo Hijo de Dios
que realmente soy1. Que la paz
sea con mi hermano, q
realmente es Uno Conmigo2.
Que el mundo entero sea
bendecido con paz por
 medio de nosotros.
L360 1 Padre, quiero dar Tu paz por haberla recibido de Ti. 2 Soy Tu Hijo, eternamente Tal como Me creaste, pues los Grandes Rayos permanecen eternamente tranquilos e imperturbados en Mí3. 3 Quiero alcanzarlos en silencio y con certeza, pues la certeza no se consigue en ninguna otra parte. 4 Que la paz sea conmigo y con el mundo entero. 5 En Santidad4 fuimos creados y en Santidad permanecemos. 6 Tu Hijo, al igual que Tú, está perfectamente libre de pecado. 7 Y con este pensamiento decimos alegremente "Amén".
1 El Hijo único de Dios o Cristo —en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
 
2 La experiencia de Cristo, aquí, en mi fuero interno, es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión de mi Alma con el Alma del otro(a) por haberlo(a) perdonado completamente, experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
 
3 , con mayúscula, quiere decir Tú, como el Alma perfecta y eterna, Que es Una con todas las demás Almas que son igualmente perfectas y eternas, Que realmente somos todos —los que fueron, son y serán— Almas que son Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre y Creador en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de la Unicidad o Cielo o Reino de los Cielos, etc. En minúscula. , cuando: decides pensar con el Espíritu Santo, has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado, extendido milagros y entablado relaciones santas, eres el reflejo aquí de Cristo, el Hijo único de Dios; y cuando piensas, percibes y actúas con el ego —como lo haces habitualmente— te identificas de esta manera con él.
 
4 Santidad, con mayúscula, es el Estado de perfecto Amor o Espíritu Santo que —como Alma, unificada con TODAS las demás Almas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios— vivimos con Dios en perfectas Paz y Alegría, en el eterno Presente de Su Unicidad. En minúscula, santidad es la experiencia en mi fuero interno del reflejo aquí de ese Estado. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39


Un Curso Sobre Milagros
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Manual Para Los Maestros
M22. ¿QUÉ RELACIÓN
HAY ENTRE LA CURACIÓN
Y EL REDIMIR? pár 1-7
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
M22.1 1 La curación y el Redimir1 no están relacionados: son idénticos. 2 No hay grados de dificultad en los milagros2, porque no hay grados del Redimir. 3 Éste es el único concepto completo que es posible en este mundo, porque es la fuente de una percepción completamente unificada. 4 Un Redimir parcial es una idea sin significado, igual que es imposible que en el Cielo haya ciertas áreas reservadas para el infierno. 5 Acepta el Redimir y te curarás. 6 El Redimir es la Palabra de Dios3. 7 Acepta Su Palabra, y ya no quedará nada que posibilite la enfermedad4. 8 Acéptala y todo milagro se habrá realizado. 9 Perdonar5 es curar6. 10 El maestro de Dios ha decidido que aceptar el Redimir para sí mismo es su única función. 11 ¿Qué puede haber, entonces, que no pueda curar? 12 ¿Qué milagro se le podrá negar?
1 Aceptar para ti mismo el Redimir, siempre con mayúscula, es el camino de regreso a la Unicidad de Dios de la Que quieres creer que nunca te separaste. La 1ª etapa comienza cuando, frente al caos existencial regido por las leyes de la evolución y la escasez y el miedo que experimentas a diario, conciencias que anhelas vivir de otra manera que un cuerpo, separado de los demás cuerpos, que lleva una vida sin otro significado que el de sobrevivir lo mejor y lo más largo posible. La 2ª etapa consiste en observar que frente al especialismo habitual de tu ego, a veces, también te llegan impulsos compasivos, de compartir y de amistad desinteresada. 3ª etapa: Sin otras pruebas que ese anhelo y esos impulsos a favor de los demás, debes decidir si quieres creer que éstos tienen un origen divino o, más bien, que son un error de la evolución. Si te decides por la evolución, tu motivación para convertir esos impulsos en hechos concretos te vendrá de la ética o altruismo que adoptes. 4ª etapa. En cambio, si mediante un acto de fe, aceptas que su origen pueda ser divino, también querrás creer que hay otra vida fuera del tiempo y del espacio, en la que tu Alma es Una con todas las demás Almas en Cristo, el Hijo único de Dios. Este querer creer (hasta lograr creer) debería motivarte a pensar cada vez más con el Espíritu Santo, y cada vez menos con tu ego. En la última y 5ª etapa, el Espíritu Santo te enseñará cómo no juzgar, perdonar y extender milagros y, así, en instantes santos en tu fuero interno, accederás a la visión de Cristo en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje. Ver T3.3, T5.3, T11.9, T20, L139, M28
 
2 Un milagro es la máxima expresión de Amor que podemos experimentar en nuestro espíritu cuando, después de haber aceptado el Redimir para nosotros mismos y haber logrado perdonar a nuestro hermano por lo que realmente no hizo, se corre en nuestra mente el velo que nos impedía verlo con la visión de Cristo, y nos extendemos a su Alma en una unión de Amor en la que también se encuentran incorporadas todas las demás Almas, ya que en el eterno Presente de la Unicidad —Que es Donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas— somos Una en Cristo, el Hijo único de Dios. En este sentido, al reflejar aquí las Leyes de Dios y la Verdad, el milagro trasciende las leyes de este mundo. El uso primario del milagro que hace el Espíritu Santo por medio de nuestro espíritu, es extender Su Amor para curar la mente del hermano que hemos perdonado de su creencia en la realidad del ego y, al mismo tiempo, consolidar la curación de la nuestra. El milagro es el medio para alcanzar la meta del Curso. El milagro no se pide sino que sucede, y al suceder, se acepta mediante un acto de fe. Ver las definiciones de las palabras en negrillas en el Glosario y, LTe.13 (-L341)
 
3 La Palabra de Dios es sinónimo de la "Voz que habla por Dios" y de la "Voz de Dios", Que es el Espíritu Santo.
 
4 La enfermedad de todas las enfermedades, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. Además, se quiere creer que Dios no tuvo ni tiene nada que ver con ella, ni con la hechura del tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen, ni con lo que ocurre a diario en el Cosmos, ya que nuestra verdadera Realidad —como las Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, que verdaderamente somos— es la de ser el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En cambio, cuando pensamos con el ego —que es lo que hacemos habitualmente— creemos que nuestra realidad es todo lo que percibimos con él, incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas y, dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte. Ver T9.11, T27.6, T28.4, L136, M5.2, M5.3.3
 
5 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de toda esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
 
6 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
M22. ¿QUÉ RELACIÓN
HAY ENTRE LA CURACIÓN
Y EL REDIMIR?
pár 2-3
M22.2 13 El progreso del maestro de Dios puede ser lento o rápido, dependiendo de si reconoce el estado de completa inclusión del Redimir o si, por un algún tiempo, excluye de Él ciertas áreas problemáticas. 14 En algunos casos, se alcanza una súbita y completa concienciación de la perfecta aplicabilidad de la lección del Redimir a todas las situaciones, pero esto es comparativamente raro. 15 El maestro de Dios puede haber aceptado la función que Dios le ha encomendado mucho antes de darse cuenta de todo lo que esa aceptación comporta para él7. 16 Sólo el final es seguro. 17 En cualquier momento, a lo largo de su camino, puede que llegue a darse cuenta de lo necesaria que es la inclusión. 18 Si el camino le parece largo, que se anime. 19 Ya ha decidido qué rumbo quiere tomar. 20 ¿Qué más se le había pedido? 21 Y habiendo cumplido lo que le fue requerido, ¿le va a negar Dios lo demás?

M22.3 22 Para poder progresar, el maestro de Dios tiene que comprender que perdonar es curar. 23 La idea de que el cuerpo8 puede enfermar es uno de los conceptos fundamentales del sistema de pensamiento del ego. 24 Este pensar otorga autonomía al cuerpo, lo separa de la mente, y mantiene intacta la idea de ataque. 25 Si el cuerpo pudiese realmente enfermar, el Redimir sería imposible. 26 Un cuerpo que pudiese ordenar a la mente hacer lo que a él le plazca, podría sencillamente ocupar el lugar de Dios y probar que la salvación es imposible. 27 ¿Qué quedaría entonces que necesitase curación? 28 Pues el cuerpo se habría enseñoreado de la mente. 29 ¿Cómo podría devolverse la mente al Espíritu Santo sin destruir el cuerpo? 30 ¿Y quién querría la salvación a ese precio?
7 Nuestra función especial o verdadera es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: el Alma única del único Hijo de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el Amor o Espíritu Santo; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber: aceptado el Redimir para sí mismo, perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella, que es: perdonar a sus relaciones especiales hasta que, en la experiencia de Cristo, su Alma se identifica con el Alma del otro, convirtiendo la relación especial en santa. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], T25.7, L62, L64, L65, L66, L99
 
8 El cuerpocuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
M22. ¿QUÉ RELACIÓN
HAY ENTRE LA CURACIÓN
Y EL REDIMIR?
pár 4
M22.4 31 Ciertamente, no parece que la enfermedad sea una decisión, 32 como tampoco nadie cree que lo que verdaderamente quiere es estar enfermo. 33 Tal vez pueda aceptar la idea en teoría, pero muy rara vez la va a aplicar de manera consistente a todas las clases de enfermedad9 que percibe en sí mismo o en los demás. 34 No es tampoco en este nivel donde el maestro de Dios invoca el milagro de la curación. 35 Él mira más allá de la mente y del cuerpo, y ve únicamente la faz de Cristo10 resplandeciendo ante él, corrigiendo todos los errores y curando toda percepción. 36 La curación es el resultado —por parte del maestro de Dios— de darse cuenta de quién es el que necesita ser curado. 37 Este darse cuenta no se refiere sólo a algunas cosas, 38 sino que es verdad con respecto a, todas las Cosas Que Dios creó11. 39 En este darse cuenta, todas las ilusiones12 se curan.
9 … de la mente
 
10 La faz de Cristo es la faz del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya Alma, en un instante santo del mundo real, experimentamos en nuestro fuero interno una completa identificación, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios, donde todas nuestras Almas, perfectas y eternas, están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo único. Ver T20.5 [32], T20.6 [42]
 
11 Las Creaciones de Dios son, en el Cielo, la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros como Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte Su Amor o Espíritu Santo en la eterna Unicidad o Santísima Trinidad. No creó nada más. Ver T1.1.31 [43], T1.1.34 [48], T1.1.39 [56], T5.2 [10]
 
12 Ilusión o fantasía es todo lo "hecho" por nuestro ego primario, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, regidos por las leyes de la evolución y escasez. Ver T8.5 [41], T16
M22. ¿QUÉ RELACIÓN
HAY ENTRE LA CURACIÓN
Y EL REDIMIR?
pár 5-6
M22.5 40 Cuando un maestro de Dios no logra curar, es porque ha olvidado Quién es él realmente. 41 De esta forma, la enfermedad de otro pasa a ser suya. 42 Al permitir que esto suceda, se identifica con el ego de otro y, por consiguiente, confunde a éste con un cuerpo. 43 Al hacer eso, se niega a aceptar el Redimir para sí mismo, y difícilmente lo podrá ofrecer a su hermano en el Nombre de Cristo. 44 De hecho, será totalmente incapaz de reconocer a su hermano, pues Su Padre no creó cuerpos y, por consiguiente, sólo estará viendo en su hermano lo irreal. 45 Un error no puede corregir otro error, y una percepción distorsionada no cura. 46 Retrocede tus pasos, maestro de Dios. 47 Has estado equivocado. 48 No señales el camino, pues has perdido el rumbo. 49 Dirígete de inmediato a tu Maestro13, y deja que te cure.

M22.6 50 El ofrecimiento del Redimir es universal. 51 Es aplicable por igual a todos los individuos y en cualquier circunstancia. 52 Y en Él reside el poder de curar a todas las personas de todas las formas de enfermedades14. 53 No creer esto es ser injusto con Dios y, por consiguiente, serle infiel. 54 Una persona que está enferma se percibe a sí misma como separada de Dios. 55 ¿Tú también querrías verla como separada de ti? 56 Tu tarea es curar la sensación de separación que le hizo enfermar. 57 Tu función, reconocer por ella que lo que cree sobre sí misma no es la Verdad. 58 Y tu perdón, lo que se le debe demostrar. 59 Curar es muy sencillo. 60 El Redimir se recibe y se ofrece. 61 Si se ha recibido, tiene que ser aceptado. 62 Es en el recibir, pues, donde yace la curación. 63 Todo lo demás deriva de este único propósito.
13 … el Espíritu Santo
 
14 … de la mente, secuelas de la separación…
M22. ¿QUÉ RELACIÓN
HAY ENTRE LA CURACIÓN
Y EL REDIMIR?
pár 7
M22.7 64 ¿Quién puede limitar el poder de Dios Mismo15? 65 ¿Quién, por consiguiente, puede determinar quién se puede curar y de qué, y qué debe permanecer más allá del poder de perdonar de Dios? 66 Esto ciertamente es una locura. 67 No corresponde a los maestros de Dios imponerle límites, ya que no es su función juzgar a Su Hijo. 68 Y juzgar a Su Hijo es limitar a su Padre. 69 Ambas cosas están igualmente desprovistas de significado. 70 Sin embargo, esto no se comprenderá hasta que el maestro de Dios reconozca que juzgar y limitar son el mismo error. 71 Con esto, el maestro de Dios recibe el Redimir, pues deja de juzgar al Hijo de Dios16 y lo acepta Tal como el Padre Lo creó. 72 Ya no se encuentra separado de Dios, determinando dónde se debe administrar la curación y dónde debe negarla. 73 Ahora puede decir con Dios: "Éste es mi Hijo amado, Que fue creado perfecto y Que permanecerá así eternamente". 
15 Poder, con mayúscula, significa el Poder de Dios para crear o amar en el Cielo, un Poder que también dio a Su Hijo de manera que pudieran crear conjuntamente como Uno. En minúscula, poder —si estás pensando con el ego— significa el poder físico y/o psicológico del ego para hacer cosas y, si en vez, estás pensando con el Espíritu Santo, poder quiere decir el reflejo aquí del Poder de crear o amar de Dios y de Su Hijo. Ver T2.1 [15], T4.5 [63], T7.4 [24] y [25], T27.4
 
16 El Hijo único de Dios o Cristo —en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
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