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T27.3 [19] 59
¡Qué justos son los milagros!
60
Pues extienden el mismo presente de absoluta liberación de la culpa a tu hermano
y
a ti.
61
Tu
curación
le
evita dolores al igual que a ti, y
tú
te curas
porque
le deseaste todo lo mejor.
62
La ley que el milagro obedece es la siguiente: La curación no ve ningún especialismo
15
en absoluto.
63
La curación
no
proviene de la compasión, sino del Amor
16
.
64
Y el Amor prueba que
todo
sufrimiento no es sino un imaginar inútil, un deseo insensato que realmente
no
produce efectos.
65
Tu salud
17
, es el resultado de tu deseo de ver a tu hermano sin sangre que manche sus manos, ni culpa en su corazón, apesadumbrado por el testimonio del pecado.
66
Y lo que deseas
18
,
te es dad
o para que lo veas.
UCSM TEXTO CH 27 III
T27.3
EL MIEDO A LA CURACIÓN
|
Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 288
Hoy me olvidaré
del pasado de mi hermano.
|
L288.1 1
Padre, éste es el pensamiento que me conduce a Ti y me lleva a mi meta.
2
No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano.
3
Y para conocer mi Fuente, primero, tengo que reconocer Lo que Tú creaste Uno Conmigo
1
.
4
La mano de mi hermano es la que me conduce a Ti.
5
Sus pecados están en el pasado junto con los míos, y me he salvado porque el pasado dejó de ser.
6
No permitas que siga conservando el pasado en mi corazón, pues me haría perder el camino que me lleva a Ti.
7
Mi hermano es mi salvador
2
.
8
No dejes que ataque al salvador que Tú me has dado.
9
Por el contrario, déjame honrar a aquel que lleva Tu Nombre, para así poder recordar que es el Mío también.
L288.2 10
Así pues, perdóname hoy.
11
Y sabrás que me has perdonado si ves a tu hermano en la luz de la santidad.
12
Él no puede ser menos santo que yo, y tú no puedes ser más santo que él.
|
1
El
Hijo único de Dios
o Cristo, en Quien todos —como Almas— somos realmente Uno, es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver
T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
2
Salvador
, con mayúscula, significa algunas veces en el
Curso
: Dios, el Espíritu Santo, Cristo, y Jesús. Pero, en minúscula,
salvador
, cuando pensamos con el Espíritu Santo, su principal significado es el otro, los otros, a quienes hemos perdonado y/o con quienes hemos formado relaciones santas. Ellos son nuestros salvadores, porque cuando finalmente vemos interiormente con la visión de Cristo el reflejo de sus Almas, los hemos curado y salvado, y al hacerlo —porque realmente somos Uno con ellos— ellos también nos han curado y salvado. Cuando pensamos con el ego, salvador quiere decir cualquier salvador de cualquier cosa.
Ver
T22.3 [22], T24.3, T29.4, T29.6 [36], L78.9
|
Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo
27
EL CUERPO Y EL SUEÑO
T27.3
EL MIEDO A LA CURACIÓN
13-21
|
T27.3 [13] 1
¿Da miedo la curación
1
?
2
A muchos sí,
3
pues acusar constituye un obstáculo para amar, y los cuerpos dañados
acusan
.
4
Bloquean completamente el camino de la confianza y de la paz, proclamando que los débiles no
pueden
confiar, y que los que están dañados no
tienen
motivos para estar en paz.
5
¿Quién
2
—habiendo sido herido
por
su hermano— puede seguir queriéndolo y confiando en él?
6
Pues su hermano lo
ha atacado
y lo volverá a hacer.
7
No lo protejas, ya que tu cuerpo dañado demuestra que es a ti a quien se debe proteger
de
él.
8
Tal vez perdonar
3
sea un acto de caridad, pero él
no
se lo merece.
9
Se le puede
compadecer
por su culpa, pero
no
exonerar.
10
Y si le perdonas sus transgresiones
4
, estarías sólo
añadiendo
más culpa a toda la que realmente ya ha acumulado.
T27.3 [14] 11
Los que no se han curado
no pueden
perdonar verdaderamente,
12
pues su estado atestigua que perdonar sería injusto.
13
Prefieren conservar las
consecuencias
de la culpa que decidieron no seguir viendo
5
.
14
Por eso, nadie
puede
perdonar realmente un pecado que cree real.
15
Y lo que trae consecuencias
tiene
que ser real, pues lo que las
causó
está ahí, a la vista.
16
Perdonar de verdad
no
es tener compasión, la cual no hace sino tratar de perdonar lo que cree que realmente ocurrió.
17
No
es
posible devolver el bien por el mal, pues el verdadero perdón no
establece
primero que
se
ha cometido un pecado, para
luego
perdonarlo.
18
¿Quién puede decir
intencionalmente
: "Hermano, me has hecho daño, no obstante —puesto que soy el
mejor
de los dos— te perdono".
19
Su
perdón y el daño que
sufres no
pueden coexistir.
20
El uno
niega
al otro y
necesariamente
lo convierte en falso.
|
|
1
Curación
es el estado mental que se logra al final del proceso de curar en el que nuestra mente —ahora pensando y percibiendo con el Espíritu Santo— es llevada al mundo real y a la unión con todas las demás mentes en la experiencia de Cristo; y en el instante santo de esa experiencia, ella se cura de la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, del pensar del ego, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Ver
T2.3, T5, T8.9, T13.2, T17, M22, M23
2
… pensando y percibiendo con el razonamiento, la lógica y el sentido común del ego,
3
Perdonar
es un proceso que comienza cuando habiendo logrado en la vida el mejor lugar que he podido, dadas las circunstancias en las que me ha tocado nacer y vivir, me pregunto si habrá alguna otra manera de vivir en el mundo con menos competencia, agresividad, y defensas, y con algo de paz y alegría; decido que quiero ver al mundo de otra manera, y para lo cual invito al Espíritu Santo a pensar y percibir conmigo. Luego, al darme cuenta de que la clave de la salvación de la separación y del ego está en el otro, quiero verlo de otra manera, es decir, quiero perdonarlo aún sin saber muy bien qué es perdonar de verdad. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que, por estar pensando con el ego, es la guionista y hacedora de todo este mundo en el que creemos que vivimos. Entonces, el Espíritu Santo me dice: "Hermano mío, escoge de nuevo", que es el segundo paso. El tercer paso se da cuando me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonar aquí, porque no hay nada que perdonar en la Realidad — Donde quiero creer que como Almas estamos todos, Una en Cristo— y al lograr perdonar totalmente a ese otro en el mundo real de mi fuero interior, voy a vivir la divina experiencia de Amor de la unión con él que se va a extender a todos. Este es el último escalón que nos lleva conjuntamente a las puertas del Cielo. Ver
T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
4
… dándoles, de esa manera, realidad, aquí,
5
… cuando trataron de perdonar: La
culpa
o
culpabilidad
, aquí, cuando pensamos con el ego, es el sentimiento de haber faltado contra las normas que a lo largo de su vida según sus reflexiones, creencias y experiencias, cada uno ha considerado relevantes. En el Cielo no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas Una en el Alma de Su único Hijo, en el eterno Presente de Su perfecta Unicidad. En cambio, aquí reina la imperfección del ego y de sus obras: el tiempo, el espacio, y todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y de la escasez. Cuando creemos que ésa es nuestra realidad, sentimos culpabilidad por no estar a la altura de la perfección relativa que anhelamos. Pero cuando aceptamos el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente somos esas Almas perfectas y eternas que son Una con el Hijo y, por lo tanto, que no nos hemos separado de Dios. También, en nuestras mentes que ahora piensan con el Espíritu Santo, queremos ver las faltas imperdonables como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros, y de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos y hacemos en el Cielo, a saber: Almas que son Una en el Hijo, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo que así era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver
T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
|
|
T27.3
EL MIEDO A LA CURACIÓN
pár 15-17
|
|
T27.3 [15] 21
Ser víctima de un pecado y, no obstante, perdonarlo, es una paradoja que la razón
6
, no puede concebir.
22
Pues sostiene que el mal que se te ha hecho no
tiene
perdón.
23
Y, al
perdonarlo,
estás otorgando clemencia a tu hermano, pero conservando la prueba de que él no es
realmente
inocente
7
.
24
Los enfermos
8
siempre acusan,
25
pues no son capaces de perdonar a sus hermanos
y
perdonarse a sí mismos también.
26
Nadie en quien reine el verdadero perdonar
puede
sufrir.
27
Pues ha dejado de anteponer ante los ojos de su hermano la prueba de que el pecado es real.
28
Por consiguiente, su hermano lo
debe
de haber pasado por alto y eliminado de su propia vista.
29
El perdón
no puede
ser para uno y no para el otro.
30
El que perdona
se
cura.
31
Y en su curación radica la
prueba
de que ha perdonado verdaderamente, y de que no guarda ningún rastro de condena con la que todavía él quiera acusarse a sí mismo o a cualquier cosa viviente
9
.
T27.3 [16] 32
El perdón no será real
a menos que
les haya curado a ambos, a tu hermano
y
a ti.
33
Debes
atestiguar que sus pecados no tuvieron ningún efecto sobre
ti
, para demostrar que no eran reales.
34
¿De qué otra manera
podría
ser inocente?
35
¿Y cómo
podría
justificarse su inocencia
a menos que
sus pecados no tengan efectos que
garanticen
que hubo culpa?
36
Los pecados están más allá de todo perdón, simplemente
porque
entrañarían efectos que
no
se
podrían
deshacer ni pasar por alto completamente.
37
En haberlos
deshecho
radica la prueba de que eran tan sólo errores.
38
Déjate
curar para poder perdonar, ofreciendo así la salvación a tu hermano
y
a ti.
39
Un cuerpo dañado
10
demuestra que la mente
no
ha sido curada.
40
Un milagro que cure
11
prueba que la separación
no ha surtido
efecto.
41
Lo que tú quieras probar a tu hermano es lo que creerás.
42
El poder de tu testimonio
proviene
de lo que crees.
43
Y todo lo que le dices, haces o piensas de él, no hace sino atestiguar lo que le estás enseñando.
T27.3 [17] 44
Tu cuerpo
12
puede ser el medio para demostrar que realmente nunca sufrió a causa de tu hermano.
45
Y, una vez curado, puede ofrecerle un silencioso testimonio de su inocencia.
46
Este
testimonio es el que puede hablar con más elocuencia que mil lenguas.
47
Pues es el que le
prueba
que ha sido perdonado.
48
Un milagro no puede ofrecerle
menos
de lo que te ha dado a ti.
49
De esta manera, tu curación demuestra que tu mente está curada y que perdonó lo que él realmente
no
hizo.
50
Y así,
él
se convencerá de que jamás perdió su inocencia y se curará contigo.
|
|
6
… la lógica y el sentido común del ego
7
… ni aquí ni en el Cielo…
8
La
enfermedad
de todas las enfermedades, cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. Además, se quiere creer que Dios no tuvo ni tiene nada que ver con ella, ni con la hechura del tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen, ni con lo que ocurre a diario en el Cosmos, ya que nuestra verdadera Realidad —como las Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, que verdaderamente somos— es la de ser el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En cambio, cuando pensamos con el ego —que es lo que hacemos habitualmente— creemos que nuestra realidad es todo lo que percibimos con él, incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas, y dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte. Ver
T9.11, T27.6, T28.4, L136, M5.2, M5.3.3
9
Las
cosas vivientes
son las que vemos por medio de la visión de Cristo, que es la divina experiencia de Amor de la unión con el otro en el mundo real, unión que voy a extender a una unión universal con todo y todos, ya que quiero creer que todos somos realmente Almas, Una en Cristo, en la eterna Unicidad de Dios, nuestra única y verdadera Realidad. Ver
T24.6 [46]
10
… según la percepción del ego
11
… la mente la pone a pensar y a percibir con el Espíritu Santo
12
El
cuerpo
—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el
cuerpo
es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver
T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
|
|
T27.3
EL MIEDO A LA CURACIÓN
pár 18-19
|
|
T27.3 [18] 51
De este modo, el milagro
13
deshace todas las cosas que el mundo atestigua que jamás
podrán
deshacerse.
52
Y la desesperanza y la muerte
tendrán
que desaparecer ante el viejo clarín que llama a la Vida.
53
Este llamamiento es
mucho
más poderoso que los débiles y miserables gritos de muerte y culpa.
54
El antiguo Llamamiento
14
, que el Padre le hace a Su Hijo y, ahora, del Hijo a sí mismo, será el último clarinazo que va a oír el mundo.
55
Hermano, realmente la muerte no
existe
.
56
Y esto lo aprendes cada vez que tu único deseo es mostrarle a tu hermano que no hay en ti trazas de ningún daño que él te haya infligido.
57
Él cree que tu sangre mancha sus manos y que, por tanto, está condenado.
58
Pero te es dado
demostrarle
— mediante tu curación— que su culpa no es sino la trama de un sueño absurdo.
T27.3 [19] 59
¡Qué justos son los milagros!
60
Pues extienden el mismo presente de absoluta liberación de la culpa a tu hermano
y
a ti.
61
Tu
curación
le
evita dolores al igual que a ti, y
tú
te curas
porque
le deseaste todo lo mejor.
62
La ley que el milagro obedece es la siguiente: La curación no ve ningún especialismo
15
en absoluto.
63
La curación
no
proviene de la compasión, sino del Amor
16
.
64
Y el Amor prueba que
todo
sufrimiento no es sino un imaginar inútil, un deseo insensato que realmente
no
produce efectos.
65
Tu salud
17
, es el resultado de tu deseo de ver a tu hermano sin sangre que manche sus manos, ni culpa en su corazón, apesadumbrado por el testimonio del pecado.
66
Y lo que deseas
18
,
te es dad
o para que lo veas.
|
|
13
Un
milagro
es la máxima expresión de
Amor
que podemos experimentar en nuestro
espíritu
cuando, después de haber aceptado el
Redimir
para nosotros mismos y haber logrado
perdonar
a nuestro hermano por lo que
realmente
no hizo, se corre en nuestra
mente
el velo que nos impedía verlo con la
visión de Cristo
, y nos extendemos a su
Alma
en una unión de Amor en la que también se encuentran incorporadas todas las demás Almas, ya que en el eterno Presente de la
Unicidad
—Que es Donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas— somos Una en Cristo
,
el Hijo único de Dios. En este sentido, al reflejar aquí las Leyes de Dios y la
Verdad
, el milagro trasciende las leyes de este mundo. El uso primario del milagro que hace el
Espíritu Santo
por medio de nuestro espíritu, es extender Su Amor para curar la mente del hermano que hemos perdonado de su creencia en la
realidad
del
ego
y, al mismo tiempo, consolidar la curación de la nuestra. El milagro es el medio para alcanzar la
meta
del Curso. El milagro no se pide sino que sucede, y al suceder, se acepta mediante un acto de
fe
. Ver las definiciones de las palabras en negrillas en el Glosario y,
LTe.13 (-L341)
14
El
Llamamiento de Dios
es la voz del Espíritu Santo en el nivel superior de tu subconsciente, que quiere avivar tu voluntad para que cures la separación que hay entre tú y tus hermanos y entre todos ustedes y Dios, renunciando a ella por medio del Redimir, hasta que tu mente nuevamente completa se reincorpore a crear, devolviendo a Dios Lo que es Suyo; es el llamamiento a regresar al pensar acertado, para que la Filiación se encamine a ser lo que nunca ha dejado de ser: todos, como las Almas eternas y perfectas que realmente somos, Una en Cristo, el único Hijo de Dios, y Uno con Él en Su eterna Unicidad. Ver
T5.3 [16], [19] y [20], T5.4, T27.3 [18]
15
El
especialismo
es la forma habitual de pensar de la individualidad nacida de la diminuta idea alocada del Hijo de Dios que pensó que podía separarse de Su Padre y "hacer cosas" por su cuenta. Al haber olvidado reírse de semejante idea, el pensamiento se convirtió en una idea seria de la que, entre otras cosas, resultó la ilusión de la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez. En esta realidad del ego, es el deseo de cada ser humano de estar separado y lo más arriba posible por encima de las demás seres humanos, de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que es merecedor —por encima y hasta en contra de los demás— de las escasas cosas buenas que ofrece el mundo. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, y las busca afanosamente en relaciones especiales en las que otros aparentemente le ofrecen amor, amistad y aprecio especiales, así como también a veces, la entrega de sus cuerpos y/o mentes igualmente especiales y, con ellos, de lo que poseen que nuestro ego cree que le hace falta. Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir de verdad, ya que por sí mismo constituye una traición y un ataque contra la eterna y amorosa Unicidad de Dios con Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas son Una. En consecuencia, el especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o error que puedan cometer; además de atacar a los que entre ellos, directa o indirectamente, interfieran o se opongan a sus designios interesados. Ver
T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
16
Amor
, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas Uno en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es
Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás.
En minúscula,
amor
se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver
P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T4.4, T20.6 [38], L46, L67, L68, L195
17
… según el Espíritu Santo
18
… sea que pienses con el Espíritu Santo o con el ego,
|
|
T27.3
EL MIEDO A LA CURACIÓN
pár 20-21
|
|
T27.3 [20] 67
El "costo" de tu serenidad lo paga él.
68
Éste es el "precio" que el Espíritu Santo y el mundo interpretan de manera diferente.
69
El mundo lo percibe como una afirmación del "hecho" de que tu salvación
sacrifica
la de él.
70
El Espíritu Santo
sabe
que
tu
curación es el testimonio
de la de
tu hermano y que
no puede
darse sin que se dé la de él.
71
Mientras tu hermano quiera sufrir,
tú
no podrás curarte.
72
No obstante, puedes demostrarle que su sufrimiento no tiene propósito ni Causa alguna
19
.
73
Demuéstrale que
te
has curado, y él no querrá seguir sufriendo por más tiempo.
74
Pues su inocencia
habrá quedado
establecida en tu mirada
y
en la de él.
75
Y la risa
reemplazará
tus lamentos,
porque
el Hijo de Dios ha recordado que realmente
es
el Hijo de Dios.
T27.3 [21] 76
Frente a esto, ¿quién tiene miedo de curarse?
77
Sólo aquellos que ven el sacrificio y el dolor de su hermano como representantes de su propia serenidad.
78
La impotencia y debilidad que sufren son las bases sobre las que
justifican
el dolor de su hermano.
79
El continuo aguijón de culpa que sufre sirve para probarles que él es un esclavo, mientras que ellos son libres.
80
Pero el continuo dolor que
sufren
demuestra que son libres justamente
porque
lo mantienen aprisionado.
81
Y desean seguir enfermos, para impedir un cambio en la balanza del sacrificio.
82
¿Cómo se podría persuadir al Espíritu Santo para que —por un instante o incluso menos— se detuviese a razonar con semejante argumento a favor de la enfermedad?
83
¿Acaso tiene
tu
curación que demorarse porque has decidido hacer una pausa para escuchar a la demencia?
|
|
19
Dios, en Su eterna Unicidad, es la única
Causa
y, las Almas que Él creó a Su Semejanza, perfectas y eternas, Una en Cristo, Su Hijo, Su
Efecto
. En minúscula, aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo,
causa
y
efecto
, significa el reflejo de la Causa y Efecto divinos; y, cuando pensamos con el ego, son las causas y efectos de las leyes de la evolución y la escasez que rigen este mundo, según las percibimos con nuestros sentidos. Ver
T2.5 [97], T21.3 [25]-[26], T26.8 [60]
|
|
Capítulo
27
EL CUERPO Y EL SUEÑO
T27.3.1
Sobre la corrección
1
22-28
|
|
T27.3.1 [22] 1
[Corregir
2
no
es tu función.
2
Le corresponde a Aquel Que sabe de imparcialidad y
no
de culpa.
3
Si asumes el papel del que corrige,
perderás
la función de perdonar
3
.
4
Nadie puede perdonar hasta que aprende que corregir no es
otra cosa
que perdonar, y
nunca
acusar.
5
Por ti solo, tú
no puedes
darte cuenta de que corregir y perdonar son la misma cosa, y, por consiguiente, de que
no
es a ti a quien le corresponde corregir.
6
Identidad y función son una misma cosa, y
ejerciendo
tu función es como te conoces a ti mismo.
7
De modo que, si confundes tu función con la del Espíritu Santo, es porque necesariamente estás confundido acerca de ti mismo y sobre quién eres tú realmente.
8
¿Qué es la separación sino el deseo de arrebatar a Dios Su Función para luego
negar
que es Suya?
9
No obstante, si
no
es Suya, tampoco es
tuya
, pues necesariamente
vas
a perder lo que has querido apropiarte].
T27.3.1 [23] 10
[En una mente escindida, la identidad
tiene
necesariamente que verse dividida.
11
Igualmente, nadie puede percibir que una función está unificada, si ésta tiene propósitos conflictivos y metas diferentes.
12
Para una mente tan escindida como ésta, corregir
tiene
necesariamente que ser una manera de castigar pecados que —a sabiendas de que son
tuyos
— achacas a otro.
13
Y así, ese otro se convierte en tu víctima —
no
en tu hermano—
diferente
de ti por ser
más culpable
que tú y, por tanto, necesitado de tu corrección por ser tú
más inocente
que él.
14
Esto escinde
su
función de la tuya, y asigna a los dos papeles
diferentes
.
15
Y así,
no
se les
puede
percibir como si fueran uno y ejercieran una única función, lo cual
significaría
que comparten una misma identidad y
un solo
fin].
T27.3.1 [24] 16
[La corrección que
querrías
hacer necesariamente los va a separar, pues ésa es la función que
tú
le asignaste.
17
Cuando
4
, percibas que corregir es lo
mismo
que perdonar sabrás también que la Mente del Espíritu Santo y la tuya son realmente Una
5
.
18
Y así hallarás tu
verdadera
identidad
6
.
19
Pero mientras sigas pensando con tu ego, Él tiene que trabajar con lo que se Le
da
, y tú Le das acceso sólo a la
mitad
de tu mente
7
.
20
Y así, Él representa a la
otra
mitad
8
, de tu mente, que parece tener un propósito
diferente
al que tú das valor y que
piensas
que es verdaderamente el tuyo.
21
De este modo, tu función parece estar
dividida
, con la mitad de tu mente
opuesta
a la otra.
22
Y estas dos mitades parecen representar una escisión dentro de un yo que se percibe como si fuese dos]
|
|
1
… Se han insertado del UrText T27 C10, 11 y 12, Los párrafos T27.3.1 [22, 23 y 24]
2
… a los demás
3
Perdonar
es un proceso que comienza cuando decido que quiero ver al mundo de otra manera, para lo cual invito al Espíritu Santo a pensar y percibir conmigo. Luego, al darme cuenta de que la clave de la salvación de la separación y del ego está en el otro, quiero verlo de otra manera, es decir, quiero perdonarlo aún sin saber muy bien qué es perdonar de verdad. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que, por estar pensando con el ego, es la guionista y hacedora de todo este mundo en el que creemos que vivimos. Entonces, el Espíritu Santo me dice: "Hermano mío, escoge de nuevo", que es el segundo paso. El tercer paso se da cuando me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonar aquí, porque no hay nada que perdonar en la Realidad —Donde quiero creer que como Almas estamos todos, Una en Cristo— y al lograr perdonar totalmente a ese otro en el mundo real de mi fuero interior, voy a vivir la divina experiencia de Amor de la unión con él que se va a extender a todos. Este es el último escalón que nos lleva conjuntamente a las puertas del Cielo. Ver
T15.9 [79] 6, T16, T17.7, LTe.1 (- L221)
4
… te hayas decidido a pensar con el sistema de pensamiento del Espíritu Santo y…
5
… en el Cielo y aquí, porque decidiste pensar con el sistema de pensamiento del Espíritu Santo.
6
Identidad
, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas, somos realmente Uno, y Quien es Uno con Dios. En minúscula, es la
identidad
del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios. Ver
T7.10 [97], T20.9 [68]
7
… la parte de la mente separada, el ego, que es completamente ilusoria y sólo es hacedora de ilusiones.
8
… el espíritu, que es la parte de la mente separada que aún se mantiene en contacto con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien, aunque mora en esta parte, también ve a la otra.
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T27.3.1
Sobre la corrección
1
pár 25-28
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T27.3.1 [25] 23
Observa cómo esta autopercepción
tiene
necesariamente que extenderse, y no pases por alto el hecho de que
todo
pensamiento se extiende, porque ése es su propósito, siendo lo que realmente
es
.
24
De la idea de un yo que
son dos
, surge la
necesaria
intención de que su función se divida
entre
los dos.
25
Y lo que quieres corregir con la mitad de tu mente será solamente la
mitad
del error, aunque tú creas que sea la
totalidad
del mismo.
26
Así, los pecados
de tu hermano
se convierten en el blanco central de la corrección, no vaya a ser que tus errores y los suyos se vean como si fuesen los mismos.
27
Los
tuyos
son equivocaciones, pero los
suyos
son pecados y, por ende,
no
iguales a los tuyos.
28
Los
suyos
merecen castigo, mientras que los tuyos —si vamos a ser justos— deberían pasarse por alto.
T27.3.1 [26] 29
Con
esta
forma de interpretar la corrección, ni siquiera
verás
tus propios errores.
30
Pues habrás trasladado el
centro de interés
de la corrección
fuera
de ti mismo, sobre uno que
no podrá
ser parte de ti mientras perdure esa percepción.
31
Lo que se ha condenado no puede regresar nunca a su acusador, que lo odiaba y
lo sigue odiando
.
32
Éste es tu hermano, el centro de interés de tu odio, que no es digno de formar parte de ti y, por consiguiente, está
fuera
de ti mismo: en la otra mitad de tu mente, la cual
9
, niegas.
33
Y sólo lo que queda que
no contiene
su presencia es lo que percibes como lo que eres
totalmente
.
34
Ante esta mitad que queda, el Espíritu Santo debe representar a la
otra
mitad, hasta que reconozcas que esta mitad
es
realmente la misma que la otra
10
.
35
Y lo hace asignando a
los dos, a ti y a tu hermano,
la misma función y
no
una diferente a cada uno.
T27.3.1 [27] 36
Así, corregir
es
la función que se da a
ambos
, pero a ninguno de los dos por separado.
37
Y cuando se lleva a cabo
compartiéndola, tiene
necesariamente que corregir errores en los dos.
38
No podría
dejar errores en uno sin curar y liberar al otro.
39
Eso
sería un propósito
dividido
, que no
sería
posible compartir y, por consiguiente,
no puede
ser la función que el Espíritu Santo ve como la Suya.
40
Y pueden estar seguros de que
no
llevará a cabo una función que no comprenda ni reconozca como Suya.
41
Pues sólo así puede Él mantener la
de ustedes
intacta,
a pesar del
punto de vista separado que ustedes sostienen sobre cuál
es
la función que deben desempeñar.
42
Si Él
apoyase
una función dividida, estarían ciertamente perdidos.
43
Pero Su
incapacidad
de ver Su meta dividida y como algo distinta para cada uno de ustedes, es lo que impide al Yo
11
, de ustedes concienciar cualquier
otra
función que no sea la Suya Propia.
44
Y, de esta manera, la curación le es dada a
ambos
.
T27.3.1 [28] 45
La corrección
debe
dejarse en manos del Que sabe que la corrección y el perdón
son
realmente lo mismo
12
.
46
Con solo la
mitad
de la mente
13
, esto es
incomprensible
.
47
Por consiguiente, deja la corrección en manos de la Mente que
está
realmente unida y que funciona como Una
porque
, al no estar dividida en cuanto a su propósito se refiere, concibe una sola función como la
única
que tiene.
48
Ésta es la función que Le ha sido dada, concebida para que fuese la Suya Propia, y que
no
está separada de la que Su Dador guarda, justamente
por
haber sido compartida.
49
En Su
aceptación
de esta función residen los medios por los cuales tu mente se unifica.
50
Su
único
propósito unifica las dos mitades de ti que percibes como separadas.
51
Y cada una perdona a la otra, de manera que él pueda aceptar la
otra
mitad como
parte
de él.
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9
… mientras estés pensando con el ego,
10
… siendo un reflejo aquí de Nuestra eterna Unicidad con Dios.
11
… el reflejo aquí en nosotros de Nuestro eterno Yo de Cristo, en Quien todos —como Almas— somos realmente Uno,
12
… ¿De cuántas maneras diferentes podemos realmente ver a nuestro hermano?
13
… la que piensa con el ego,
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