No hay otro amigo. Quien Dios nombró no tiene substituto
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T26.7 [45] 10 No vivan sus insignificantes vidas en soledad, con una ilusión como su único amigo. 11 Ésa no es una amistad digna del Hijo de Dios, ni que podría satisfacerle a él. 12 En cambio, Dios le ha dado un mejor Amigo7, Que tiene todo el poder sobre la tierra y el Cielo. 13 La única ilusión que tú crees que es amiga8 te oculta Su gracia y majestad, e impide que des la bienvenida con los brazos abiertos a Su amistad y a Su perdón9. 14 Sin Él, no tienes10 amigos. 15 No busques otro amigo que ocupe Su lugar. 16 Realmente, no hay otro amigo. 17 Quien Dios nombró no tiene substituto. 18 Pues, ¿qué ilusión puede reemplazar a la Verdad11?
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UCSM TEXTO
CH 26 LA TRANSICIÓN
T26.7 EL AMIGO ASIGNADO
T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es CRISTO? pár 1-5
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LTe.6 (-L271).1 1 Cristo es el Hijo de Dios Tal como Él Lo creó. 2 Cristo es el Yo1 Que realmente compartimos y Que nos une Unos a Otros, y Todos a Dios. 3 Él es el Pensamiento Que sigue habitando la Mente2 Que es Su Fuente. 4 Él no ha abandonado Su santo Hogar ni ha perdido la Inocencia en la Que fue creado. 5 Él mora eternamente inmutable en la Mente de Dios.
LTe.6 (-L271).2 6 Cristo es el vínculo que te mantiene realmente Uno con Dios y que te garantiza que la separación no es sino una ilusión de desesperanza, 7 pues la esperanza habitará por siempre en Cristo. 8 Tu mente realmente forma parte de La Suya, y La Suya de La Tuya. 9 Él es la Parte de la Mente de Dios en la Que se encuentra la Respuesta de Dios: donde ya se han tomado todas las decisiones y donde se acabaron los sueños. 10 Nunca ha sido tocado por ninguna cosa que los ojos del cuerpo puedan percibir. 11 Pues, aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, no obstante Él sigue siendo el Yo Que, al igual que Su Padre, no sabe de pecado.
LTe.6 (-L271).3 12 Al ser Hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto únicamente en Dios, Cristo ciertamente permanece en paz en el reflejo del Cielo que se encuentra en tu santa mente3. 13 Ésa es la única parte de ti que en Verdad es real. 14 Lo demás son sueños. 15 No obstante, estos sueños Le serán entregados a Cristo para que se desvanezcan ante el reflejo de Su Gloria, y finalmente te revelen a Tu santo Yo, Cristo.
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
2 La Mente, con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
3 El Espíritu (o Alma) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Espíritu (o Alma) es eterno y nunca nació. El Espíritu sabe, ama y crea. Cuando los Espíritus (o Almas) perfectos y eternos —que realmente somos todos— se unifican como Uno en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. En minúscula, espíritu o mente acertada, es la otra parte de la mente del Hijo separado que todavía se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo. Nada puede llegar al Espíritu (o Alma) desde el ego, ni nada del Espíritu (o Alma) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Espíritu (o Alma) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
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P A R T E 2
¿Qué es CRISTO?
pár 4-5
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LTe.6 (-L271).4 16 Desde Cristo en ti, el Espíritu Santo abarca a todos tus sueños y los invita a venir a Él, para ser traducidos en la Verdad. 17 Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 18 Pues, cuando el perdón repose sobre el mundo y la paz4 haya llegado a cada Hijo de Dios, ¿qué podría quedar para seguir manteniendo las cosas separadas, cuando lo único que quedará por verse es la faz de Cristo5?
LTe.6 (-L271).5 19 ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es sino el símbolo de que el período de aprendizaje ha concluido y que la meta del Redimir6 ha sido finalmente alcanzada? 20 Por lo tanto, tratemos de encontrar la faz de Cristo y no mirar nada más. 21 Al contemplar el reflejo de Su Gloria, sabremos que ya no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percibir, ni del tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Yo, el Cristo Que Dios creó como Su Hijo.
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4 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
5 La faz de Cristo es la faz del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya Alma, en un instante santo del mundo real, experimentamos en nuestro fuero interno una completa identificación, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios, donde todas nuestras Almas, perfectas y eternas, están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo único. Ver T20.5 [32], T20.6 [42] Aceptar para sí mismo el Redimir —siempre con mayúscula— es un acto de Amor; es reconocer el Alma del que perdonamos; es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; es el acto de compartir desinteresadamente; es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T2.2 [36], T2.5 [86, 103], T3.3, T5.3, L139
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 280
¿Qué límites puedo
imponer yo al Hijo de Dios?
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L280.1 1 Aquel que Dios creó ilimitado1 es libre. 2 Puedo inventar una prisión para él, pero sólo en ilusiones2, no en la Verdad. 3 Ningún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de Su Padre; 4 ningún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; 5 ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. 6 ¿Puedo acaso imponer límites al Hijo de Dios, cuyo Padre quiso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y Amor?
L280.2 7 Padre, hoy quiero rendir homenaje a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino a Ti. 8 No impondré límite alguno al Hijo que amas y al que creaste ilimitado. 9 El honor que le rindo Te lo rindo a Ti, y lo que es Tuyo es mío también.
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1 … tú, el otro o la otra, los otros, todos somos realmente lo mismo: Su Hijo: El Hijo único de Dios o Cristo —en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
2 Ilusión o fantasía es todo lo "hecho" por nuestro ego primario, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, regidos por las leyes de la evolución y escasez. Ver T8.5 [41], T16
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 26
LA TRANSICIÓN
T26.7 EL AMIGO ASIGNADO pár 44-46
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T26.7 [44] 1 Cualquier cosa de este mundo que creas buena o valiosa, o que vale la pena luchar por ella, puede hacerte daño y lo hará. 2 No porque tenga el poder de hacerlo, sino únicamente porque tú1 has negado que sea algo más que una ilusión, y le has dado realidad2. 3 Y, ciertamente, es real para ti. 4 No es algo que no existe3. 5 Y, por medio de esa realidad que percibiste, ha penetrado en tu mente todo el mundo de las ilusiones enfermizas: 6 Todas las creencias en el pecado, en el poder del ataque, en herir y hacer daño, en el sacrificio y la muerte. 7 Pues nadie puede otorgar realidad a una ilusión4 y pretender escapar de las otras. 8 Pues ¿quién podría decidir quedarse sólo con las ilusiones que prefiere y, al mismo tiempo, encontrar la seguridad5 que sólo la Verdad puede dar? 9 ¿Quién puede creer6 que todas las ilusiones son iguales y, al mismo tiempo, mantener que al menos una es la mejor?
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1 … al estar pensando con el ego,
2 En minúscula, realidad significa la ilusión de la separación, la realidad del tiempo y del espacio que hicimos y, en la que habitualmente pensamos, percibimos y actuamos con el ego.
3 … según tu razonamiento, lógica y sentido común…
4 Ilusión o fantasía es todo lo "hecho" por nuestro ego primario, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, regidos por las leyes de la evolución y escasez. Ver T8.5 [41], T16
5 … mental
6 … pensando con el Espíritu Santo
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T26.7 EL AMIGO ASIGNADO
pár 45
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T26.7 [45] 10 No vivan sus insignificantes vidas en soledad, con una ilusión como su único amigo. 11 Ésa no es una amistad digna del Hijo de Dios, ni que podría satisfacerle a él. 12 En cambio, Dios le ha dado un mejor Amigo7, Que tiene todo el poder sobre la tierra y el Cielo. 13 La única ilusión que tú crees que es amiga8 te oculta Su gracia y majestad, e impide que des la bienvenida con los brazos abiertos a Su amistad y a Su perdón9. 14 Sin Él, no tienes10 amigos. 15 No busques otro amigo que ocupe Su lugar. 16 Realmente, no hay otro amigo. 17 Quien Dios nombró no tiene substituto. 18 Pues, ¿qué ilusión puede reemplazar a la Verdad11?
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7 … el Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de los impulsos naturales (del Alma) o amorosos que emergen de nuestro subconsciente y, entre otros, que son los impulsos compasivos, caritativos, de compartir, de amistad desinteresada, de verdadera empatía…Impulsos que constituyen la única realidad de este mundo. Ver T1.1.28 [36 a 38], T4.7 [88]
8 … el ego individual: El ego es —en el eterno Presente de la de la Unicidad de Dios, donde nuestras Almas perfectas están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo—el pensar individual que adentró la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Dios, y crear por su cuenta. Al haber el Hijo olvidado reírse de su locura, ésta se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos reales, tales como "hacer" el tiempo, el espacio, y todo lo que estos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez; es la substitución de la Verdad por la ilusión, de lo Infinito por lo temporal, de la Vida por la muerte, de la Completitud por la fragmentación; es la voluntad egoísta opuesta a la Voluntad de Amor de Dios; es la otra parte de nuestra mente que cree ser una mente individual y egoísta, oculta dentro de un trocito de barro, separada de las demás mentes, contra las cuales, en relaciones especiales, compite caótica e interminablemente hasta la muerte del cuerpo. Ver T3.6, T4.3, T4.6, T10, LTe.12 (-L331)
9 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de toda esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
10 … verdaderos
11 La Verdad, con mayúscula, según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse, en un instante santo del mundo real en nuestro fuero interno, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haberlo visto con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. Sus condiciones son querer creer que: 1) Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, Cristo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que Se profesan Uno a Otro en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) Dios no creó más nada. 3) Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazado, nada que no sea Ella, realmente existe. 4) En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, la verdad es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia de que la percepción que tiene del tiempo y del espacio, y de todo lo que estos contienen, es que son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen su única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29
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T26.7 EL AMIGO ASIGNADO
pár 46
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T26.7 [46] 19 Quien mora con sombras, ciertamente está solo, y la soledad no es la Voluntad de Dios12. 20 ¿Permitirías que una sombra usurpase el trono que Dios dispuso para tu Amigo, si te dieses cuenta de que el vacío de ese trono dejó igualmente vacío y desocupado el tuyo? 21 No conviertas a ninguna ilusión en amiga pues, si lo haces, no hará otra cosa que ocupar el lugar de Aquel que Dios llamó tu Amigo. 22 Y Él es el único Amigo que en verdad tienes. 23 Te trae presentes que no son de este mundo, y sólo Él —a Quien fueron confiados— puede asegurarse de que tú los recibas. 24 Él los depositará ante tu trono, cuando hagas sitio para Él en el Suyo.
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12 La Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 26
LA TRANSICIÓN
T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS pár 47-58
[continuará]
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T26.8 [47] 1 Éste es Un Curso sobre Milagros. 2 Y por ser eso, es necesario comprender previamente las leyes de la curación1 para luego poder alcanzar el propósito del curso. 3 Repasemos los principios que hemos estudiado, y organicémoslos a modo de resumen de lo que debe ocurrir para que la curación2 sea posible. 4 Pues cuando es posible, tiene necesariamente que tener lugar. 5 Toda enfermedad3 tiene su origen en la separación. 6 Cuando se niega la separación4, la enfermedad desaparece. 7 Pues desaparece tan pronto como se cura la idea que la produjo5 y es reemplazada por la cordura6. 8 Al pecado7 y a la enfermedad se les consideran respectivamente consecuencia y causa, en una relación que se oculta a la concienciación a fin de mantenerla excluida de la luz de la razón8.
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1 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
2 … de la parte de la mente que llamamos "ego"
3 La enfermedad de todas las enfermedades, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. Además, se quiere creer que Dios no tuvo ni tiene nada que ver con ella, ni con la hechura del tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen, ni con lo que ocurre a diario en el Cosmos, ya que nuestra verdadera Realidad —como las Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, que verdaderamente somos— es la de ser el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En cambio, cuando pensamos con el ego —que es lo que hacemos habitualmente— creemos que nuestra realidad es todo lo que percibimos con él, incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas y, dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte. Ver T9.11, T27.6, T28.4, L136, M5.2, M5.3.3
4 … al dejar de pensar con el ego y aceptar para ti mismo el Redimir, siempre con mayúscula, es el camino de regreso a la Unicidad de Dios de la Que quieres creer que nunca te separaste. La 1ª etapa comienza cuando, frente al caos existencial regido por las leyes de la evolución y la escasez y el miedo que experimentas a diario, conciencias que anhelas vivir de otra manera que un cuerpo, separado de los demás cuerpos, que lleva una vida sin otro significado que el de sobrevivir lo mejor y lo más largo posible. La 2ª etapa consiste en observar que frente al especialismo habitual de tu ego, a veces, también te llegan impulsos compasivos, de compartir y de amistad desinteresada. 3ª etapa: Sin otras pruebas que ese anhelo y esos impulsos a favor de los demás, debes decidir si quieres creer que éstos tienen un origen divino o, más bien, que son un error de la evolución. Si te decides por la evolución, tu motivación para convertir esos impulsos en hechos concretos te vendrá de la ética o altruismo que adoptes. 4ª etapa. En cambio, si mediante un acto de fe, aceptas que su origen pueda ser divino, también querrás creer que hay otra vida fuera del tiempo y del espacio, en la que tu Alma es Una con todas las demás Almas en Cristo, el Hijo único de Dios. Este querer creer (hasta lograr creer) debería motivarte a pensar cada vez más con el Espíritu Santo, y cada vez menos con tu ego. En la última y 5ª etapa, el Espíritu Santo te enseñará cómo no juzgar, perdonar y extender milagros y, así, en instantes santos en tu fuero interno, accederás a la visión de Cristo en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje. Ver T3.3, T5.3, T11.9, T20, L139, M28
5 … en tu mente, que empezó cuando en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, se adentró una diminuta idea alocada, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. A causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales. (... tales como, entre otras cosas, la hechura del tiempo y del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la pizca de polvo cósmico que llamamos Tierra y, sobre ella, nuestro cuerpo individual separado y compitiendo con los demás cuerpos por las escasas cosas "buenas"…). Ver T27.9 [82]
6 Cordura, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su sistema de pensamiento en nuestro espíritu, que parte de la creencia en la Verdad y, que nuestra función aquí es tratar de ser reflejos de nuestra verdadera Realidad, aceptando el Redimir para nosotros mismos, perdonando, extendiendo milagros y entablando relaciones santas para multiplicar el perdón y la extensión de milagros hasta abarcar a todos. Y, cuando pensamos con nuestro ego, la cordura es el estado mental al que llega nuestro ego por medio del razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76], T17.7 [61]
7 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
8 Razón, con mayúscula, en la eterna Unicidad, es: 1) el Pensamiento de Amor de Dios o Espíritu Santo Que Dios comparte con nosotros como Almas Una en Cristo, Su único Hijo; y 2) a veces, es sinónimo del Espíritu Santo. Aquí, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, razón, es nuestro pensar con Él, que quiere ser el reflejo de ese eterno Pensamiento de Amor por medio del perdón y la extensión de milagros; y, cuando pensamos con el ego, se refiere a nuestro pensar con el ego que se basa en la racionalidad, lógica y el sentido común que derivamos de la percepción de las causas y efectos según las leyes de este mundo. Ver T21.6, T21.7, T22.4, L192.7, M10.4
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T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS
pár 48
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T26.8 [48] 9 La culpa9 clama por que se le castigue, y su petición le es concedida. 10 No en verdad10, sino en el mundo de ilusiones y sombras construido sobre el pecado. 11 El Hijo de Dios percibe lo que quiere ver, porque la percepción es un deseo colmado. 12 La percepción cambia, pues fue concebida para substituir al inmutable conocimiento. 13 Pero la Verdad no ha cambiado. 14 No se puede percibir, sino sólo conocerse. 15 Lo que se percibe adopta muchas formas, pero ninguna de ellas tiene significado11. 16 Si se lleva ante la Verdad, su falta de significado resulta muy evidente. 17 Pero si se mantiene apartado de la Verdad, parece tener un significado y ser real.
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9 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
10 … no en el Cielo, que es Donde verdaderamente estamos como Almas, Una en el Alma única del Hijo de Dios, Quien es Uno con Su Padre y Creador en el eterno Presente de la Unicidad.
11 Significado, con mayúscula es, en el eterno Presente de la Unicidad, el de la relación de Amor de Dios con Nosotros, como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en perfectas paz y alegría. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, significado es el reflejo aquí de ese eterno Significado y, cuando pensamos con el ego, es el significado que damos aquí a nuestra existencia separada, según las leyes de este mundo. Ver T2.2 [21], T2.6, T7.5 [26], T7.6 [46], T30.8, L14]
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T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS
pár 49-50
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T26.8 [49] 18 Las leyes de la percepción12 son lo opuesto a la Verdad, y lo que es verdadero con respecto al Conocimiento13 no lo es con ninguna cosa que se encuentre separada de Él. 19 Aun así, Dios ha dado Respuesta14 al mundo de la enfermedad, que es aplicable por igual a todas sus formas15. 20 La Respuesta de Dios es eterna, aunque opera en el tiempo, que es donde se necesita. 21 Pero como Ella proviene de Dios, las leyes del tiempo no afectan a Su eficacia. 22 La Respuesta de Dios se encuentra en este mundo, pero realmente no forma parte de él. 23 Pues es ciertamente real, y mora Donde toda Realidad tiene que estar. 24 Las ideas no abandonan su fuente, y sus efectos sólo parecen existir apartados de ellas. 25 Las ideas son de la mente. 26 Lo que se proyecta fuera y parece ser externo a la mente no está fuera de ella en absoluto, sino que es un efecto de lo que lleva por dentro y no ha abandonado su fuente.
T26.8 [50] 27 La Respuesta de Dios16 está donde tiene necesariamente que encontrarse la creencia en el pecado17, pues sólo allí se pueden cancelar completamente los efectos de ésta, habiéndolos dejado sin causa. 28 Hay que revertir las leyes de la percepción, pues constituyen reversiones de las leyes de la Verdad. 29 Las leyes de la Verdad serán eternamente ciertas y no se pueden revertir; no obstante, pueden percibirse al revés. 30 Y esto debe corregirse allí donde se encuentra la ilusión de que se pueden revertir.
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12 Percepción: En el eterno Presente de la Unicidad de Dios —Que es donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único, Quien es Uno con Su Padre— la percepción no existe, porque el Conocimiento nos hace saber y experimentar que Todo es Uno y, por consiguiente, no hay nada que percibir. Pero en la separación, cuando pensamos con el ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por el cual nuestra razón, lógica y sentido común interpretan, juzgan, seleccionan y evalúan la información recibida por nuestros sentidos de la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. El Curso la define como "Percepción equivocada". Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, estudiado y aplicado al menos una vez las Lecciones del Curso, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5
13 Conocimiento, con mayúscula, es lo que saben todas nuestras Almas perfectas y eternas, Unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Almas que, en perfectas paz y alegría, están compartiendo con Dios Su Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, en minúscula, conocimiento es lo que experimentamos en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y unir como Una, su Alma con La mía, es saber que esa experiencia es el reflejo aquí del eterno Conocimiento. Y cuando pensamos con el ego, es lo que se puede llegar a conocer en este mundo, de acuerdo con sus leyes. Ver T3.5 [35] y [37], T25.4 [25]
14 … el Espíritu Santo,
15 … porque todas son realmente ilusorias, no existen Donde realmente estamos como Almas, Una en el Alma única del Hijo único de Dios… Que somos nosotros…
16 … el Espíritu Santo
17 … en la parte de la mente que piensa con el sistema de pensamiento del ego,
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T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS
pár 51-52
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T26.8 [51] 31 Es imposible que una ilusión sea menos receptiva a la Verdad que las demás. 32 Pero ciertamente es posible que a algunas se les otorgue más valor, y que haya menos disposición a entregarlas a la Verdad a fin de recibir ayuda y curación. 33 Ninguna ilusión tiene ni un solo ápice de Verdad en ella. 34 No obstante, parece que algunas son más verdaderas que otras, aunque está claro que eso no tiene ningún sentido. 35 Todo lo que una jerarquía de ilusiones puede mostrar son preferencias, no la realidad. 36 ¿Qué tienen que ver las preferencias con la Verdad? 37 Las ilusiones son ilusiones, y además falsas. 38 Tus preferencias no les otorgan realidad. 39 Ninguna de ellas es verdadera desde ningún punto de vista, y todas cederán con igual facilidad ante la Respuesta que Dios dio para todas ellas. 40 La Voluntad de Dios es Una. 41 Y cualquier deseo que parezca ir en contra de Su Voluntad no está fundamentado en la Verdad.
T26.8 [52] 42 El pecado18 no es un error19 pues va, más allá de lo que se puede corregir, al ámbito de lo imposible. 43 Pero la creencia de que es real20 ha hecho que algunos errores parezcan estar por siempre más allá de toda esperanza de curación21, constituyendo así la eterna justificación del infierno22. 44 Si esto fuese cierto, al Cielo se le opondría su propio opuesto, que sería tan real como Él. 45 Y así, la Voluntad de Dios estaría dividida en dos, y toda la creación23 sujeta a las leyes de dos poderes opuestos uno al otro, hasta que Dios se impaciente, divida el mundo en dos y se ponga Él mismo a atacar. 46 De este modo, habría perdido el juicio, al proclamar que el pecado Le ha arrebatado Su realidad, y ha hecho que Su Amor se rinda finalmente a los pies de la venganza. 47 Ante un cuadro tan demente, sólo se puede esperar una defensa igualmente demente, aunque ésta no pueda establecer que la imagen sea verdadera.
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18 … según el ego
19 … como lo percibe el Espíritu Santo
20 … aquí, en el tiempo y el espacio, en esta pizca de polvo cómico que llamamos Tierra,
21 Curación es el estado mental que se logra al final del proceso de curar en el que nuestra mente —ahora pensando y percibiendo con el Espíritu Santo— es llevada al mundo real y a la unión con todas las demás mentes en la experiencia de Cristo; y en el instante santo de esa experiencia, ella se cura de la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, del pensar del ego, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Ver T2.3, T5, T8.9, T13.2, T17, M22, M23
22 … que es este mundo…
23 … en cuanto al reflejo aquí de la eterna Creación,
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T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS
pár 53-55
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T26.8 [53] 48 Nada da significado donde no hay significado. 49 Y la Verdad no necesita defensas para ser verdadera. 50 Las ilusiones no tienen ni testigos ni efectos. 51 El que las mira no hace sino engañarse a sí mismo. 52 Perdonar es la única función que se puede tener aquí, y su propósito es llevar a cada aspecto del Hijo de Dios donde parecía reinar el pecado la alegría que el mundo le niega. 53 Tal vez no comprendas el papel que juega el perdón en el proceso de poner fin a la muerte y a todas las creencias que surgen de las brumas de la culpa.
T26.8 [54] 54 Los pecados son creencias que interpones entre tu hermano y tú. 55 Esas creencias te limitan al tiempo y al espacio, y te conceden un pequeño lugar a ti, y otro a tu hermano. 56 Esta separación está simbolizada —en tu percepción— en un cuerpo que está claramente separado de los demás y es diferente a ellos. 57 No obstante, lo que este símbolo representa no es sino tu deseo de vivir apartado y estar separado de los demás. 58 El perdón24 elimina lo que se interpone entre tu hermano y tú. 59 Constituye tu deseo de unirte a él, en vez de permanecer solo. 60 Lo llamamos "deseo" porque todavía concibe otras opciones, y aún no ha transcendido enteramente el mundo de las alternativas.
T26.8 [55] 61 Aun así, está en armonía con el estado que existe en el Cielo, y no se opone a la Voluntad de Dios. 62 Y aunque no llega a darte toda tu herencia, ciertamente elimina los obstáculos que has interpuesto entre el Cielo — Donde te encuentras realmente— y el reconocimiento de dónde estás y qué eres. 63 Los Hechos25 no cambian. 64 No obstante, los hechos26 pueden ser negados y, en consecuencia, desconocerse, si bien se conocían antes de que fueran negados.
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24 … que es un proceso,
25 Un hecho es literalmente un "hacer" o un comienzo, es lo que es real para ti de acuerdo con tus creencias. Si, cuando piensas con el Espíritu Santo, has decidido creer en lo que enseña el Curso, entonces, Hecho, con mayúscula, es Lo que es eterno: La Realidad, Lo que Dios ha creado, la Unicidad, el Cielo, etc.; y en minúscula, hecho es el reflejo aquí del Hecho eterno. Pero, cuando piensas con el ego, hecho es simplemente lo que sucede aquí según él lo perciba. Ver T8.10 [102]
26 … el reflejo aquí de los Hechos
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T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS
pár 56-57
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T26.8 [56] 65 La salvación27, perfecta y completa, sólo pide lo siguiente: un mínimo deseo de que lo que es verdad sea verdad; una pequeña dosis de buena voluntad de pasar por alto lo que realmente no existe; un mínimo suspiro que hable a favor del Cielo como una preferencia a este mundo, donde muerte y desolación parecen reinar. 66 Y en alegre respuesta, la Creación se alzará en ti para reemplazar al mundo que ves por el28 Cielo, totalmente perfecto y completo. 67 ¿Qué es el perdón, sino estar dispuesto a que la Verdad sea verdad? 68 ¿Qué puede permanecer enfermo y separado de la Unicidad Que abraza en Sí todas las cosas? 69 Realmente29, el pecado no existe. 70 Y cada milagro es posible en el instante en que el Hijo de Dios percibe que sus deseos y la Voluntad de Dios son Uno30.
T26.8 [57] 71 ¿Cuál es la Voluntad de Dios? 72 Él quiere que Su Hijo lo tenga todo31. 73 Y esto lo garantizó cuando creó a Su Hijo como Todo32. 74 Por eso, es imposible perder realmente algo, si lo que tienes es lo que realmente eres. 75 Éste es el milagro mediante el cual crear se convirtió en tu función, función que compartes realmente con Dios. 76 Esto no se entiende estando separado de Él y, por consiguiente, en este mundo no tiene significado.
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27 La salvación: 1) es haber aprendido a pensar, percibir y actuar cada vez más pensando con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego y, así, haber liberado la fuerza de Dios en nosotros que está reverberando en todo lo que pensamos o hacemos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— haber reconocido en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es haber aprendido lo que es la paz, porque la paz es la condición del Reino en nuestro fuero interno; 4) es haber buscado y hallado en el otro y en los demás, el reflejo del Amor de Dios, Amor que Él y Su Hijo comparten en el eterno Presente de la Unicidad en perpetua Armonía y alegre Concordia, extendiendo así la Creación; 5) es haber aprendido a dar paz y haber obtenido paz, porque la paz es la condición para: 5.1) alcanzar aquí el reflejo del Conocimiento; 5.2) en nuestro fuero interno, entrar en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Ver T8.4 [22], T9.6, T11.1, T15.4 [33], T17.3 [9], L71.2, LTe.2 (-L231)
28 … el reflejo aquí de
29 … en el Cielo, Donde Todo es Uno,
30 … en Su Unicidad.
31 … lo que realmente existe.
32 … Lo que existe eternamente.
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T26.8 REPASO DE
LOS PRINCIPIOS
pár 58
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T26.8 [58] 77 Aquí, el Hijo de Dios no pide demasiado, sino muy poco. 78 Está dispuesto a sacrificar su propia identidad33 y el todo, a cambio de encontrar un miserable tesoro para sí. 79 Y esto no lo puede hacer sin experimentar una sensación de desolación, pérdida y soledad. 80 Ése es el tesoro que andaba buscando, 81 y al que sólo podía tenerle miedo. 82 Pero ¿acaso el miedo34 es un tesoro? 83 ¿Acaso puede la incertidumbre ser lo que tú realmente quieres? 84 ¿O es que simplemente te has equivocado sobre lo que quieres y sobre lo que realmente eres? 85 Examinemos en qué consiste el error, a fin de que pueda ser corregido y no encubierto.
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33 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
34 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
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