Un Curso Sobre Milagros
edición original
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Y, al no querer defendernos, nos erguimos seguros, con la tranquila certeza de que ahora estamos a salvo, seguros de la salvación;
L153 par 9
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L153.6 23 No querer defenderte15 es fuerza, 24 porque da testimonio de que has reconocido a Cristo16 en ti. 25 Tal vez recuerdes que el Curso afirma que siempre decides entre la fuerza de Cristo y tu propia debilidad17, que ves separada de Él. 26 No querer defenderte es una posición que nunca puede ser atacada, porque reconoce una fuerza18 tan inmensa que, ante ella, sería absurdo atacarla, o un juego tonto que un niño cansado jugaría cuando tiene tanto sueño que ya ni se acuerda de lo que quiere.
L E C C I Ó N 153
Mi seguridad radica
en no querer defenderme1.
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
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P A R T E 1
L E C C I Ó N 153
Mi seguridad radica
en no querer defenderme1.
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L153.1 1 Tú que te sientes amenazado por este mundo cambiante, sus cambios de fortuna y amargas ironías, sus breves relaciones2 y todos los "regalos" que te presta simplemente para luego quitártelos, presta mucha atención a esta lección. 2 El mundo no ofrece ninguna seguridad3. 3 Se basa en atacar y todos sus "regalos" que aparentan seguridad no son más que engaños ilusorios. 4 El mundo no hace más que atacar una y otra vez. 5 La paz mental no es posible allí donde el peligro acecha de ese modo.
L153.2 6 El mundo pone necesariamente a la defensiva4. 7 En efecto, la amenaza produce ira5, la ira hace que atacar parezca razonable, sinceramente provocado y justificado en nombre de la defensa propia. 8 No obstante, defenderse supone una doble amenaza. 9 Pues da testimonio de debilidad y establece un sistema de defensa que no puede funcionar6. 10 En efecto, ahora los débiles se debilitan aún más, pues hay traición afuera7 e incluso, una más grande interiormente8. 11 Ahora la mente se halla confusa y no sabe qué hacer para escapar de sus propias imaginaciones.
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1 Mi seguridad espiritual, aquí, cuando pienso con el Espíritu Santo, es el reflejo de la eterna Seguridad que mi Alma —conjuntamente con las Almas de todos los demás, Una en el Alma única de Cristo, el Hijo de Dios— experimenta en la Unicidad de Dios, en medio de la perpetua armonía y alegre concordia del Amor Que eternamente se profesan en perfecta Paz Uno al Otro. Por consiguiente, Allá no hay nada que defender, ya que sólo hay Amor. Ahora, mientras crea que vivo en el tiempo y el espacio y que mi cuerpo está sujeto a las leyes de la evolución y escasez, mi seguridad temporal será la que me dicte mi razón, lógica y sentido común, pero influenciados en mayor o menor grado por el pensar del Espíritu Santo, según yo haya logrado avanzar en aceptar el Redimir para mí mismo, dejar de juzgar, perdonar y extender los milagros para la salvación de los demás que me haya sugerido el mismo Espíritu Santo. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
2 La relación especial es la que, pensando, percibiendo y actuando con nuestro ego, entablamos con una o más personas especiales que poseen atributos especiales, con las cuales esperamos llenar nuestras necesidades igualmente especiales. Constituye la renuncia a la eterna y alegre concordia del perfecto Amor que nuestras Almas profesan unas con otras unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Que realmente somos. Es el intento del ego de asegurar para sí el especialismo que Dios le negó, nacido del deseo oculto de que Dios amara a Su Hijo, ahora separado, con un amor especial. Es el insincero interés, amor, amistad o aprecio por otra u otras personas que nuestro ego utiliza para constituir con ellas relaciones por medio de las cuales alcanzar algunos de sus objetivos personales. A veces, estas relaciones especiales devienen en dependencia o codependencia, pero que, en todo caso, siempre constituyen ataques velados. Ver T15.6aT15.10, T16
3 … ni física ni mental, puesto que, según las creencias y sistema de pensamiento del ego, las leyes de la evolución y de la escasez no lo conciben
4 … como una de las condiciones para sobrevivir lo mejor y lo más largamente posible
5 … porque amenaza la vida de nuestro cuerpo
6 … a la larga, porque tarde o temprano vamos a morir
7 … estamos solos contra el mundo
8 … el miedo producido por no saber qué nos depara el future
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L E C C I Ó N 153
pár 3-4
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L153.3 12 Es como si un aro sujetara firmemente la mente y otro aro encerrara el primero, y otro encerrara el segundo y así sucesivamente hasta que al final la mente perdiera toda esperanza de poder escapar o de obtener su liberación. 13 Atacar, defenderse; defenderse, atacar, se convierten en los aros compuestos por las horas y los días que comprimen a la mente con gruesas bandas de acero reforzado que sólo cesan de apretar para volver a empezar con mayor fuerza. 14 No parece haber pausa ni final para este aprisionamiento que aprieta a la mente cada vez más.
L153.4 15 Las defensas constituyen el más alto de todos los precios que exige el ego. 16 En ellas reina la locura9 en una forma tan nefasta que la esperanza de recobrar la cordura10 parece ser sólo un sueño inútil, más allá de toda posibilidad. 17 La sensación de amenaza que el mundo fomenta es mucho más profunda y sobrepasa de tal manera cualquier frenesí o intensidad que puedas concebir, que no tienes idea de toda la devastación que ha ocasionado. 18 Tú eres su esclavo. 19 No sabes lo que haces debido al miedo11 que te produce. 20 Tú, que sientes su mano de hierro comprimiendo tu corazón, no entiendes lo mucho que has tenido que sacrificar.
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9 Demencia o locura, según el Curso, es el sistema de pensamiento del ego que parte de la creencia que la realidad es la del tiempo y del espacio, regidos por las leyes de la evolución y escasez, que percibimos con nuestros sentidos y entendemos con nuestro razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76]
10 Cordura, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su sistema de pensamiento en nuestro espíritu, que parte de la creencia en la Verdad y, que nuestra función aquí es tratar de ser reflejos de nuestra verdadera Realidad, aceptando el Redimir para nosotros mismos, perdonando, extendiendo milagros y entablando relaciones santas para multiplicar el perdón y la extensión de milagros hasta abarcar a todos. Y, cuando pensamos con nuestro ego, la cordura es el estado mental al que llega nuestro ego por medio del razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76], T17.7 [61]
11 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
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L E C C I Ó N 153
pár 5-6
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L153.5 21 No te das cuenta de lo que has hecho para sabotear12 la santa paz de Dios con tu defensiva. 22 Pues no ves al Hijo de Dios13 sino 14como víctima atacada por fantasías, sueños e ilusiones, frente a las cuales, a pesar de haber sido hechos por él, no obstante se encuentra indefenso, creyendo que necesita de más fantasías y sueños que lo defiendan, reconfortando así las ilusiones que tiene de su seguridad.
L153.6 23 No querer defenderte15 es fuerza, 24 porque da testimonio de que has reconocido a Cristo16 en ti. 25 Tal vez recuerdes que el Curso afirma que siempre decides entre la fuerza de Cristo y tu propia debilidad17, que ves separada de Él. 26 No querer defenderte es una posición que nunca puede ser atacada, porque reconoce una fuerza18 tan inmensa que, ante ella, sería absurdo atacarla, o un juego tonto que un niño cansado jugaría cuando tiene tanto sueño que ya ni se acuerda de lo que quiere.
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12 … el reflejo aquí de
13 … que realmente todos los demás conjuntamente contigo, Uno en Cristo, somos: El Hijo único de Dios o Cristo —en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
14 … por estar creyendo en la realidad del tiempo y del espacio, y de todo lo que éstos contienen, y pensando con el sistema de pensamiento de tu ego,
15 … espiritualmente cuando piensas con el Espíritu Santo y quieres creer en la Verdad,
16 Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que resuelve el proceso de extender el milagro: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión con el Alma del otro(a) por haberlo(a) perdonado completamente, experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios con Su Hijo único, en cuya Alma, todos —como las Almas perfectas y eternas unificadas que realmente somos— somos Uno. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
17 “¿Sabes cómo escoger? ¡Eso es fácil de explicar! Siempre escoges tu debilidad o la fuerza de Cristo en ti. Y lo que escoges es lo que crees que es real. Simplemente, con nunca usar la debilidad espiritual para guiar tus actos, dejarás de dar poder al miedo. Y entonces habrás puesto a la Luz de Cristo en ti, a cargo de todo lo que hagas. Pues habrás llevado tu debilidad ante Él y Él te habrá dado a cambio Su fuerza". Ver T31.8 [86] 7-13
18 … mental interna
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L E C C I Ó N 153
pár 7-9
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L153.7 27 Estar a la defensiva19 es debilidad. 28 Proclama que has negado a Cristo y que ahora temes la ira de Su Padre20. 29 ¿Qué puede salvarte ahora de alucinaciones de un dios iracundo, cuya aterradora imagen crees ver tras todos los males del mundo? 30 ¿Qué otra cosa sino las ilusiones podrían defenderte ahora, cuando lo que combates no son más que ilusiones?
L153.8 31 Hoy no vamos a jugar a semejantes juegos infantiles. 32 Pues nuestro verdadero propósito es salvar al mundo y no estamos dispuestos a intercambiar insensateces por la alegría sin fin que nos ofrece nuestra función21. 33 No vamos a dejar que la felicidad se nos escape debido a que un fragmento de un sueño absurdo haya cruzado nuestras mentes y hayamos confundido las figuras que en él aparecen con el Hijo de Dios y su fugaz instante con la Eternidad.
L153.9 34 Hoy miraremos más allá de los sueños y reconoceremos que no necesitamos defendernos porque fuimos creados inexpugnables, sin ningún pensamiento, deseo o sueño en el que ser atacados pueda tener algún sentido. 35 Ahora no podemos tener miedo, pues hemos dejado atrás todos los pensamientos temerosos. 36 Y, al no querer defendernos, nos erguimos seguros, con la tranquila certeza de que ahora estamos a salvo, seguros de la salvación22; seguros de que realizaremos el propósito que escogimos, a medida que nuestro ministerio extienda su santa bendición por todo el mundo.
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19 … en cuanto a lo que quieres creer de los mensajes que te envía el Espíritu Santo por medio de los impulsos amorosos que de vez en cuando emergen de tu subconsciente,
20 … con su omnipresente silencio…
21 Nuestra verdadera función es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber aceptado el Redimir para sí mismo y luego, haber perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en el otro y en los demás, en un mundo donde rige la incompletitud. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], L62, L64, L65, L66, L99
22 La salvación: 1) es haber aprendido a pensar, percibir y actuar cada vez más pensando con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego y, así, haber liberado la fuerza de Dios en nosotros que está reverberando en todo lo que pensamos o hacemos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— haber reconocido en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es haber aprendido lo que es la paz, porque la paz es la condición del Reino en nuestro fuero interno; 4) es haber buscado y hallado en el otro y en los demás, el reflejo del Amor de Dios, Amor que Él y Su Hijo comparten en el eterno Presente de la Unicidad en perpetua Armonía y alegre Concordia, extendiendo así la Creación; 5) es haber aprendido a dar paz y haber obtenido paz, porque la paz es la condición para: 5.1) alcanzar aquí el reflejo del Conocimiento; 5.2) en nuestro fuero interno, entrar en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Ver T8.4 [22], T9.6, T11.1, T15.4 [33], T17.3 [9], L71.2, LTe.2 (-L231)
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L E C C I Ó N 153
pár 10-11
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L153.10 37 Aquiétate un instante y piensa en silencio cuán santo es tu propósito, cuán seguro descansas, invulnerable en su luz. 38 Los ministros de Dios han decidido que la Verdad esté en ellos. 39 ¿Quién es más santo que ellos? 40 ¿Quién podría estar más seguro de que su felicidad está plenamente garantizada? 41 ¿Y quién podría estar más poderosamente protegido? 42 ¿Qué defensa podrían necesitar ahora los que se cuentan entre los elegidos de Dios, por Su decisión y la de ellos también?
L153.11 43 La función de los ministros de Dios es ayudar a sus hermanos a decidir lo mismo que ellos decidieron. 44 Dios escogió a todos, pero pocos se han dado cuenta de que Su Voluntad es también la de ellos. 45 Y mientras no enseñes lo que has aprendido, la salvación seguirá esperando y las tinieblas mantendrán al mundo en un aprisionamiento nefasto. 46 Tampoco reconocerás que la luz23 ha venido a ti y que tu escape se ha logrado. 47 Pues no la verás hasta que se la ofrezcas a todos tus hermanos. 48 Y, cuando ellos la tomen de tus manos, reconocerás que es la tuya propia.
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23 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
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L E C C I Ó N 153
pár 12-13
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L153.12 49 Se puede pensar que la salvación es como un juego que juegan niños felices. 50 Fue diseñada por Uno Que ama a Sus Hijos y quiere reemplazar sus temibles juguetes por juegos alegres que les enseñen que el juego del miedo ya terminó. 51 Su juego instruye lo que es la felicidad porque no hay perdedor. 52 Todos los que juegan tienen que ganar, y con su victoria queda asegurada la victoria de todos los demás. 53 El juego del miedo es dejado gustosamente de lado cuando los niños reconocen los beneficios que les trae la salvación.
L153.13 54 Tú, que has jugado a haber perdido toda esperanza, abandonado por tu Padre, y quedado solo y aterrorizado en un mundo temible, enloquecido por el pecado y la culpa, sé feliz ahora. 55 Ese juego terminó. 56 Ahora ha llegado un período de tranquilidad en el que guardamos los juguetes de culpa y ponemos bajo llave eternamente nuestros extraños pensamientos infantiles de pecado, apartándolos así de las mentes puras y santas de los niños del Cielo y del Hijo de Dios. 57 Nos detenemos sólo un instante más para jugar nuestro último juego feliz sobre esta tierra24. 58 Y luego pasaremos a ocupar el lugar que nos corresponde allí donde mora la Verdad y donde los juegos no tienen significado.
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24 … Si, después de haber aceptado el Redimir para ti mismo, has decidido querer creer en la Verdad que nos propone el Curso y aplicarla —en lo que te sea posible— a tu vida diaria, ella curará en tu mente todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, porque la sanará de los pensamientos que te aseguraban que todas estas cosas eran reales, y que sufrías debido a la lealtad que les profesabas. Entonces, si no le pones suficiente atención y cuidado a los pensamientos amorosos que de vez en cuando emergen de tu subconsciente, no solamente le estarás pidiendo demasiado poco a tu vida, sino que además vas a privar a los demás de la paz y la alegría que esos impulsos amorosos traen consigo.
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L E C C I Ó N 153
pár 14-15
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L153.14 59 Y así termina la historia. 60 Deja que este día acerque más al mundo el último capítulo de la historia para que cada uno pueda comprender que los cuentos que lee sobre destinos terribles, esperanzas truncadas, su irrisoria defensa contra una venganza de la que no hay escapatoria, no son sino sus propias fantasías delirantes. 61 Los ministros de Dios han venido a despertarlo de las pesadillas que esta historia ha evocado en la confusa y desconcertada memoria que tiene de ese cuento distorsionado. 62 El Hijo de Dios puede sonreír finalmente al darse cuenta de que no es verdad.
L153.15 63 Hoy practicaremos siguiendo un formato25 que vamos a utilizar durante bastante tiempo. 64 Comenzaremos cada día concentrando nuestra atención en el pensamiento diario el mayor tiempo posible. 65 En ese momento, dedicaremos como mínimo cinco minutos a prepararnos para un día en el que la salvación va a ser nuestra única meta. 66 Diez sería mejor; quince, todavía mejor. 67 Y a medida que vayan disminuyendo las distracciones que nos desvían de nuestro propósito nos daremos cuenta de que media hora es demasiado poco tiempo para estar con Dios. 68 Y por la noche, llenos de gratitud y alegría, no estaremos dispuestos a concederle menos.
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25 El instante santo, aquí, en tu fuero interno, es la experiencia del reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, en la que tu Alma quiere unirse al Alma de otra persona a la que estás tratando de perdonar. El proceso se inicia cuando por medio de una pequeña disposición de buena voluntad, paras el continuo diálogo interno de tu "yo", "yo", "yo" e invitas al Espíritu Santo a pensar contigo. Durante ese lapso de silencio —al estar transitoriamente liberado de la memoria de la culpa en tu pasado y de los pensamientos de miedo que trae la inseguridad del futuro de tu cuerpo según las leyes de la evolución y escasez— puedes concentrarte en querer perdonar a esa otra persona, hasta llegar a su Alma, y darte cuenta de que no tienes nada que perdonarle porque nada pudo haber hecho a La tuya. Luego, vas a entrar en el mundo real en la experiencia de Cristo, en la que tu Alma es Una con el Alma de la persona que lograste perdonar, y también Una con todas las demás Almas, ya que son igualmente perfectas y eternas. Es la experiencia de la única Alma que realmente existe: La del Hijo único de Dios, Quien realmente somos cada uno y, a la vez, todos nosotros. Por eso, el instante santo no puede ser para ti solo. Eso va a permitir a los impulsos naturales o amorosos o milagrosos del Espíritu Santo emerger a tu consciente, los cuales, en forma de milagros, vas a querer extender a la(s) persona(s) que has perdonado. Ver T15.5 a T15.9, L106, L109, L125, L157, L182, L189
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L E C C I Ó N 153
pár 16-20
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L153.16 69 Cada hora que transcurre incrementa nuestra creciente paz, a medida que recordamos ser fieles a la Voluntad que compartimos con Dios. 70 Habrá ocasiones en las que tal vez un minuto, o incluso menos, será lo más que podamos ofrecerle, cuando el reloj marque la hora. 71 A veces, lo olvidaremos. 72 Y en otras ocasiones, los asuntos terrenales acapararán nuestra atención y nos resultará imposible distanciarnos por unos instantes de ellos y centrar nuestros pensamientos en Dios.
L153.17 73 No obstante, cuando podamos, seremos fieles a nuestro cometido como ministros de Dios, recordando cada hora nuestra misión y Su Amor. 74 Y nos sentaremos tranquilamente a esperarlo y a escuchar Su Voz, la Cual nos dirá lo que Él quiere que hagamos durante la hora siguiente, mientras le damos gracias por todos los dones que nos dió en la que acaba de transcurrir.
L153.18 75 Con el tiempo y las prácticas, nunca dejarás de pensar en Él, ni de oír Su cariñosa Voz guiando tus pasos por caminos apacibles, en los que caminarás sin querer verdaderamente defenderte, 76 pues sabrás que el Cielo te acompaña. 77 Tampoco permitirás que tu mente se aparte de Él un solo instante, aun cuando tu tiempo transcurra ofreciendo la salvación al mundo. 78 ¿Dudas acaso de que Él no haga que esto sea posible para ti, que has decidido ejecutar Su plan tanto para la salvación del mundo como para la tuya?
L153.19 79 Hoy nuestro tema es no querer defendernos. 80 Nos arropamos en él mientras nos preparamos para acometer el día. 81 Levantémonos fuertes en Cristo y dejemos que nuestra debilidad desaparezca a medida que recordamos que Su fuerza mora en nosotros. 82 Recordaremos a todo lo largo del día que permanece a nuestro lado y que nunca deja a nuestra debilidad sin el apoyo de Su fuerza.
L153.20 83 Invocaremos Su fuerza cada vez que sintamos que la amenaza de nuestras defensas socava nuestra certeza de propósito. 84 Nos detendremos por un momento al oírle decir: "Aquí estoy". 85 Tu práctica empezará a adquirir ahora el fervor del Amor para ayudarte a evitar que tu mente se desvíe de su propósito.
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L153.21 86 No tengas miedo ni seas tímido. 87 No hay duda de que alcanzarás tu meta26 final. 88 Los ministros de Dios nunca pueden fracasar, pues el Amor, la fuerza y la paz que irradian desde ellos a todos sus hermanos provienen de Él. 89 Ésos son Sus Dones para ti. 90 No querer defenderte es todo lo tienes que darle a cambio. 91 Dejas a un lado sólo lo que nunca fue real para mirar a Cristo y ver Su impecabilidad.
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26 La meta del Curso: es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
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Capítulo 13
DE LA PERCEPCIÓN
AL CONOCIMIENTO
T13.8 DECIDIRSE A FAVOR
DE LA INCULPABILIDAD1 pár 64-78
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T13.8 [64] 1 El aprendizaje será proporcional a la motivación y la interferencia en tu motivación por aprender será exactamente la misma que la que interfiere con todo tu pensar. 2 El estudiante feliz no puede sentirse culpable por aprender. 3 Esto es tan esencial para el aprendizaje que nunca debería olvidarse. 4 El estudiante libre de culpa aprende con facilidad porque sus pensamientos son libres. 5 Además, esto lo lleva a darse cuenta de que la culpa interfiere, no salva, y no cumple ninguna función útil2.
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1 Inculpabilidad significa la condición de estar libre de culpabilidad. En el Curso, "inculpabilidad" y "estar libre de culpa o de culpabilidad" son sinónimos. La Inculpabilidad, con mayúscula, es del Cielo, donde al nosotros ser todos Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, la culpa no tiene cabida y, aquí, en minúscula, inculpabilidad, es Su reflejo. Ver T11.10, T13.8, T14.22
2 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
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T13.8 DECIDIRSE A FAVOR
DE LA INCULPABILIDAD
pár 65-68
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T13.8 [65] 6 Tú estás acostumbrado a utilizar la inculpabilidad simplemente para contrarrestar el dolor de la culpa, y no la ves como algo con valor propio. 7 Crees que la culpa y la inculpabilidad son valiosas, y que cada una representa un escape de lo que la otra no te ofrece. 8 No quieres quedarse solamente con la una o con la otra, pues sin ambas no te ves unido en un todo y, por consiguiente, feliz. 9 No obstante, sólo puedes estar realmente unido en un todo en tu inculpabilidad, y sólo en tu inculpabilidad puedes ser feliz. 10 Ahí no hay conflicto. 11 Desear la culpa de cualquier modo, y de cualquier forma, hará que pierdas el valor que le das a tu inculpabilidad y eliminará tu interés por ella.
T13.8 [66] 12 No hay transacción que puedas hacer con la culpa y, al mismo tiempo, escapar del dolor que sólo mitiga la inculpabilidad. 13 Aprender es vivir aquí, igual que crear es estar en el Cielo. 14 Cada vez que el dolor de la culpa3 parezca atraerte, recuerda que, si sucumbes a él4, estarás decidiendo en contra de5 tu felicidad y no podrás aprender a ser feliz.
T13.8 [67] 15 Por consiguiente, dite a ti mismo amablemente, pero con la convicción que nace del Amor del Padre y de Su Hijo: 16 Lo que experimente, lo pondré de manifiesto. 17 Si estoy libre de culpa, no tengo nada que temer. 18 Decido dar testimonio de mi aceptación del Redimir, no de su rechazo. 19 Quiero aceptar mi inculpabilidad poniéndola de manifiesto y compartiéndola6. 20 Quiero llevar paz al Hijo de Dios de parte de su Padre.
T13.8 [68] 21 Cada día, cada hora y cada minuto, e incluso cada segundo, estás decidiendo entre la crucifixión y la resurrección7, entre el ego y el Espíritu Santo. 22 Optar por el ego es decidirte por la culpa; optar por el Espíritu Santo es decidirte por la inculpabilidad. 23 El poder de decidir es todo lo que tienes. 24 Lo que puedes decidir entre estas opciones ya ha sido fijado, porque no hay otras alternativas que la Verdad y la ilusión. 25 Y no hay coincidencias entre ellas porque son opuestos que no se pueden reconciliar y, además, ambas no pueden ser verdaderas. 26 Eres culpable o inocente, prisionero o libre, feliz o infeliz.
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3 … por lo que tu cuerpo haya o no hecho que no estuvo a la altura de lo que tu ego esperaba,
4 … si crees que lo que te está causando dolor mental es cierto, es real,
5 … el reflejo aquí de tu eterna Felicidad, por realmente ser —conjuntamente con todos los demás— Uno con el Hijo de Dios, Quien es Uno con Su Padre y Creador, arropados en el Amor o Espíritu Santo, en la Paz y Alegría perfectas de la Unicidad,
6 La Inculpabilidad es del Cielo, pero aquí puedo manifestar su reflejo.
7 Ver T6.2 [10], T10.5 [59], T10.7 [62], T19.5.4.1, T20, M28
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T13.8 DECIDIRSE A FAVOR
DE LA INCULPABILIDAD
pár 69-70
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T13.8 [69] 27 El milagro te enseña que te decidiste por la inculpabilidad, la libertad y la alegría. 28 No es causa, sino efecto. 29 Es el resultado natural de haber decidido acertadamente y da testimonio de tu felicidad, la cual viene de haber decidido estar libre de culpa. 30 Todo aquel a quien ofreces curación te la devuelve con creces. 31 Todo aquel a quien atacas guarda ese ataque para sí y lo valora guardándote rencor por ello. 32 Que te guarde rencor o no es irrelevante, porque tú vas a creer que sí te lo tiene guardado. 33 Es imposible ofrecerle a otro lo que no quieres para ti sin recibir esta penalización. 34 El costo de dar es recibir. 35 Recibirás, o bien una penalización que te hará sufrir, o bien la feliz adquisición de un tesoro que guardarás con cuidado.
T13.8 [70] 36 Nunca se ha pedido al Hijo de Dios que imponga penalización alguna, aunque él se las imponga o se las impongan. 37 Cada ocasión que se le presente para que cure8 constituye una nueva oportunidad para reemplazar la oscuridad por la luz y el miedo por el Amor. 38 Si la rechaza, se estará atando a sí mismo a la oscuridad, puesto que decidió no liberar a su hermano y, así, acceder con él a la luz. 39 Al otorgar poder a lo que es nada, ha desperdiciado la alegre oportunidad de aprender que lo que es nada no tiene realmente ningún poder. 40 Y por no haber alumbrado la oscuridad, se ha vuelto temeroso de ella y de la luz. 41 La alegría que resulta de aprender que la oscuridad no tiene poder sobre el Hijo de Dios es la feliz lección que enseña el Espíritu Santo9, y la que quiere que tú enseñes con Él. 42 Enseñarla es Su alegría, tal como será la tuya.
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8 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
9 El Espíritu Santo: 1) En la eterna Unicidad de Dios, es el Pensamiento de Amor de Dios Que nos creó como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo; 2) al producirse la separación, es el ente que comenzó a estar presente como una protección, inspirando al mismo tiempo el comienzo del proceso del Redimir; 3) es, en tu mente acertada, el pensar de Cristo que se manifiesta —entre otras experiencias desinteresadas e inclusivas— por impulsos compasivos, caritativos, altruistas, de compartir, que de vez en cuando emergen del subconsciente y que podemos concienciar en instantes santos y decidir qué hacer con ellos. Algunos de Sus sinónimos en el Curso son: "Consolador", "Guía", "Intérprete", "Mediador", "Palabra de Dios", "Redimir", "Respuesta", "Traductor", "Verdad", "Voz que habla por Dios", "Voz de Dios". Ver T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
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T13.8 DECIDIRSE A FAVOR
DE LA INCULPABILIDAD
pár 71-73
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T13.8 [71] 43 La forma de enseñar esta sencilla lección es simplemente ésta: inculpabilidad implica invulnerabilidad. 44 Por consiguiente, pon de manifiesto tu invulnerabilidad ante todos, enseñándole a cada uno que, sea lo que sea lo que él intente hacerte, tu perfecta liberación de la creencia que realmente se te puede hacer daño10, le demuestra que él es realmente inocente. 45 En efecto, él no puede hacer nada que te haga realmente daño, y al no permitirle pensar que sí lo puede hacer, le estarás enseñando que el Redimir —Que aceptaste para ti— también es suyo11. 46 Realmente, no hay nada que perdonar. 47 Porque nadie puede hacer daño al Hijo de Dios. 48 Su culpa carece por completo de causa12 y, al no tener causa, no existe.
T13.8 [72] 49 Dios es la única Causa que hay, y la culpa no es de Él. 50 No demuestres a nadie que te ha hecho daño, pues si lo haces te estarás demostrando a ti mismo que lo que no es de Dios tiene poder sobre ti. 51 Lo que no tiene Causa no existe realmente. 52 No des testimonio a su favor, ni animes a cualquier mente a que crea en ello. 53 Recuerda siempre que la Mente es Uno y la Causa es Uno. 54 Aprenderás a comunicarte con esta Unicidad sólo cuando hayas aprendido a negar lo que no tiene causa y a aceptar la Causa Que es Dios como la Tuya. 55 El Poder que Dios ha dado a Su Hijo le pertenece, y no hay otra cosa que Su Hijo pueda ver o decida mirar, sin imponerse a sí mismo la penalidad de la culpa en lugar de toda la enseñanza feliz que con gusto quiere ofrecerle el Espíritu Santo.
T13.8 [73] 56 Siempre que decides tomar decisiones sólo para ti es porque estás pensando destructivamente y, por consiguiente, la decisión será equivocada. 57 Además, te hará daño, debido al concepto de decisión que te llevó a tomarla. 58 No es verdad que realmente puedas tomar decisiones por tu cuenta, o solo para ti13. 59 Ningún pensamiento del Hijo de Dios puede ser separado o aislado en sus efectos. 60 Cada decisión que se toma es para toda la Filiación, se aplica tanto a lo interno como a lo externo, e influye en una constelación mayor que cualquier cosa que alguna vez hayas soñado. 61 Los que aceptan el Redimir son realmente invulnerables14. 62 En cambio, los que creen que son culpables15 reaccionarán ante la culpa, porque creerán que culpar es la salvación y no se negarán ni a mirar la culpa ni a estar de acuerdo en culpar. 63 [Y lo harán porque creen que incrementar la culpa es autoprotegerse]. 64 Y, al hacerlo, no lograrán comprender el simple hecho de que lo que realmente no quieren16 tiene necesariamente que hacerles daño17.
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10 … porque quieres creer o, ya lo estás creyendo firmemente, que tu verdadero Yo, no tu cuerpo, sino como tu Alma perfecta y eterna que realmente eres, te encuentras realmente en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, conjuntamente con todas las demás Almas que son exactamente iguales a la Tuya, Una en el Alma única del Hijo de Dios y, todos, como ese Hijo único, Uno con nuestro Padre y Creador, a Quien nunca abandonamos ni nos separamos…
11 Aceptar para sí mismo el Redimir —siempre con mayúscula— es un acto de Amor; es reconocer el Alma del que perdonamos; es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; es el acto de compartir desinteresadamente; es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T2.2 [36], T2.5 [86, 103], T3.3, T5.3, L139
12 … ya que no fue creada por Dios,
13 … puesto que en la Unicidad de Dios, no hay individualidades que, separadas unas de otras, compitan por obtener el Amor de Dios para sí mismas. Dios creó a un solo Hijo, y no creó nada más.
14 … por cuanto quieren creer o, ya lo creen firmemente, que realmente son Almas perfectas, Uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en la eterna Unicidad de Dios, Donde la vulnerabilidad no puede existir.
15 … porque piensan con el ego,
16 … en el Cielo
17 … aquí.
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T13.8 DECIDIRSE A FAVOR
DE LA INCULPABILIDAD
pár 74-75
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T13.8 [74] 65 Todo esto les sucede porque no creen que lo que realmente quieren sea bueno. 66 Pero la voluntad18 les fue dada porque es santa, y les traerá todo lo que necesiten, lo cual les llegará tan naturalmente como una paz19 que no conoce límites. 67 Y nada que sus voluntades les proporcionen carecerá de20 valor. 68 Pero como21 no comprenden su propia voluntad, el Espíritu Santo la va a comprender tranquilamente por ellos, dándoles lo que realmente quieren sin que tengan que esforzarse, agobiarse, o sufrir la carga imposible de tener que decidir por sí solos lo que quieren o necesitan.
T13.8 [75] 69 Nunca se dará el caso de que te encuentres obligado a tomar decisiones sólo para ti. 70 No te faltará ayuda, y una Ayuda22 que conoce la respuesta. 71 ¿Te conformarías con unas migajas —que es todo lo que te puedes ofrecer sólo a ti mismo— cuando Aquel23 que te da todo lo pondrá simplemente a tu disposición? 72 Nunca te va a preguntar qué has hecho para ser digno de recibir el don24 de Dios. 73 Por consiguiente, ustedes tampoco se lo deben preguntar a sí mismos. 74 Al contrario, acepten Su respuesta, pues Él sabe que son dignos de todo lo que Dios quiere para ustedes. 75 No traten de rehuir el don de Dios que el Espíritu Santo les ofrece tan libremente y con tanto gusto. 76 No les va a ofrecer otra cosa que lo que Dios Le dio para ustedes. 77 No tienen que decidir si lo merecen o no. 78 Dios sabe que sí.
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18 … reflejo aquí de la Voluntad de Dios
19 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
20 … verdadero
21 … cuando piensan con el ego,
22 … el Espíritu Santo
23 … el Espíritu Santo
24 … con minúscula, por tratarse del reflejo aquí del eterno Don de Dios de habernos creado.
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T13.8 DECIDIRSE A FAVOR
DE LA INCULPABILIDAD
pár 76-78
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T13.8 [76] 79 ¿Serías capaz de negar la Verdad en la que se basa la decisión de Dios, y de colocar tu mísera evaluación de ti mismo en lugar de la tranquila y resoluta valoración de Su Hijo? 80 Nada puede desalentar la convicción de Dios sobre la perfecta Pureza de Todo Lo que creó, pues ese Todo es absolutamente puro. 81 No decidas en contra de eso, pues al provenir de Él tiene que ser verdad. 82 La paz mora en cada mente que tranquilamente acepta el plan que Dios estableció para su Redimir, renunciando al suyo propio. 83 Tú no sabes lo que es la salvación, pues no comprendes lo que es. 84 No tomes decisiones con respecto a lo que es o dónde se encuentra; más bien pregunta todo al Espíritu Santo y no tomes ninguna decisión sin Su amable consejo.
T13.8 [77] 85 Aquel Que conoce el plan de Dios que Dios quiere que sigas, puede enseñarte lo que es. 86 Sólo Su sabiduría es capaz de guiarte para que lo sigas. 87 Cada decisión que tomas sólo para ti quiere decir que quieres definir qué es la salvación, y de qué quieres que te salven. 88 El Espíritu Santo sabe que toda salvación se logra escapando de la culpa. 89 No tienes ningún otro "enemigo" y, en contra de esta absurda distorsión de la pureza del Hijo de Dios, el Espíritu Santo es tu único amigo. 90 Es el decidido protector de tu inocencia, la cual te hace libre. 91 Y es Su decisión deshacer todo lo que pueda ocultar tu inocencia a tu mente, que ahora está despejada.
T13.8 [78] 92 Por consiguiente, permítele que sea el único guía que quieres seguir para salvarte. 93 Él conoce el camino, y te conduce gustosamente por él. 94 Con Él no dejarás de aprender que lo que Dios quiere para ti es lo que tú realmente quieres. 95 Sin Su guía, pensarás que sabes por ti mismo lo que debes hacer, y es tan seguro que decidirás en contra de tu paz como que tomaste la decisión equivocada de creer que la salvación residía en que tú decidieras por ti mismo. 96 La salvación es de Aquel a Quien Dios se la dio para ti. 97 Él no lo ha olvidado. 98 No Le olvides y Él tomará todas las decisiones por ti, las cuales favorecerán tu salvación y la paz de Dios que está en ti.
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