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T29.10 [70] 65
En cambio, los sueños en los que se perdona te recuerdan que realmente vives seguro, y de que
no
te has atacado a ti mismo.
66
De esta manera, tus terrores infantiles se desvanecen y los sueños se convierten en señal de que has emprendido un nuevo comienzo, y
no
otro intento de venerar ídolos y
mantener
vigente el ataque.
67
Los sueños en los que se perdona son buenos con todo el que forma parte de ellos,
68
porque liberan completamente de miedo al soñador de los sueños.
69
Así, él no teme sus propios juicios, pues no ha juzgado a nadie ni ha intentado —
mediante
juicios— liberarse de lo que los propios juicios
tienen
necesariamente que imponer.
70
Y durante todo este tiempo, él recuerda continuamente lo que había olvidado cuando los juicios parecían ser la manera de
salvarlo
18
de la sanción que ellos mismos imponen.
UCSM TEXTO CH 29
EL DESPERTAR
T29.10
EL SUEÑO QUE PERDONA
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 314
Busco un futuro
diferente del pasado.
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L314.1 1
De una nueva percepción del mundo nace un futuro muy diferente del pasado.
2
Reconozco ahora el futuro sólo como una extensión del presente.
3
Los errores del pasado no pueden ensombrecerlo, de manera que el miedo ha perdido sus ídolos e imágenes y, al no tener forma, deja de tener efectos.
4
Ahora, la muerte
1
no podrá reclamar el futuro, pues la Vida
2
se ha convertido en mi meta y todos los medios necesarios para su logro son provistos felizmente.
5
¿Quién podría lamentarse o sufrir cuando el presente ha sido liberado, y extiende su seguridad y paz a un futuro tranquilo y lleno de esperanza?
L314.2 6
Padre, estábamos equivocados en el pasado, pero ahora decidimos usar el presente
3
para ser libres.
7
Ahora ponemos el futuro en Tus Manos, dejando atrás nuestros errores pasados, seguros de que cumplirás Tus promesas de ahora, y de que guiarás el futuro bajo su santa luz.
|
1
Cuando pensamos con el ego, la
muerte
es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Cuando pensamos con el Espíritu Santo, creemos que la
muerte
no es nada y que cuando nuestro cuerpo, nuestro ego y nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que como Almas Una en Cristo y Cristo Uno con Dios, somos eternos. Ver
T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
2
La
Vida
, con mayúscula, es la única Vida que realmente existe, pues fue creada por Dios en el eterno Presente del Cielo o Realidad, en la que todos, sin excepción, como Almas perfectas y eternas, somos Uno en el único Hijo de Dios, Cristo, Que es Uno con Dios en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula,
vida
quiere decir nuestra vida aquí, sea como reflejo de Nuestra Vida eterna cuando pensamos con el Espíritu Santo, o de acuerdo con las leyes de este mundo, cuando pensamos con el ego. Ver
T4.4 [48], T6.6.1 [61], T23.5, L167
3
El
instante santo
es aquí, la experiencia del reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios y de todos nosotros —como las Almas perfectas y eternas que realmente somos— Uno en Su Hijo; por consiguiente,
el instante santo no puede ser para ti solo
; puede durar desde una fracción de segundo hasta minutos y horas, y se inicia cuando dejas de lado tu identificación con el ego y su realidad, e invitas al Espíritu Santo a pensar "nos" contigo en tu espíritu, la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios. En ese presente, en el que temporalmente no hay pasado ni futuro y, por tanto, estamos momentáneamente libres de culpa, preparas tu mente con todos los medios que te ofrece el
Curso
, para que por medio del perdón y de la extensión de milagros, llegues a ver a Cristo en el otro y, por consiguiente, en ti mismo; y lo harás tantas veces como sea necesario hasta que experimentes y conciencies que al ser su Alma y La tuya realmente Uno en la Eternidad,
Allá, al no haber individualidades
, no hay nada que perdonar, aunque aquí, aparentemente sí, y de acuerdo a las propias normas del mundo y sus individualidades separadas y en permanente conflicto unas contra otras. El instante santo se expresa plenamente en la relación santa, y cuando ésta comienza, la meta de la relación pasa a ser exactamente lo opuesto de la relación especial que era antes, por eso es imposible que el instante santo llegue a cualquiera de los dos sin el otro y, además, les va a llegar a ambos con que lo pida uno de los dos. Nuestra meta es tratar de convertir cada situación en un instante santo, de manera que nuestras vidas se vuelvan un instante santo permanente en el que, además, ponemos nuestro futuro en las Manos de Dios. Ver
T15.5 a T15.9, L106, L109, L125, L157, L182, L189
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo
29
EL DESPERTAR
T29.10
EL SUEÑO QUE PERDONA
61-70
[LA LECTURA DE TEXTO ESTÁ EN ESPERA
PARA EL FIN DE SEMANA]
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T29.10 [61] 1
El esclavo de los ídolos es un esclavo
complaciente
.
2
Y dispuesto
tiene
que estar para dejarse postrar en adoración ante lo que no tiene Vida, y buscar poder
1
en lo que realmente carece de él.
3
¿Qué le sucedió al santo Hijo de Dios para que su deseo
fuese
éste: dejarse caer más bajo que las piedras del suelo y esperar que lo levantaran los ídolos
2
?
4
Así que, escucha tu historia en el sueño que hiciste, y pregúntate si no es verdad que tú crees que esto
no
es un sueño
5
En la Mente
3
que Dios creó perfecta como Él Mismo, se adentró un sueño en el que se juzgaba.
6
Y en ese sueño, el Cielo se volvió un infierno y Dios se convirtió en enemigo de Su Hijo.
|
|
1
Poder,
con mayúscula, significa el Poder de Dios para crear o amar en el Cielo, un Poder que también dio a Su Hijo de manera que pudieran crear conjuntamente como Uno. En minúscula,
poder
—si estás pensando con el ego— significa el poder físico y/o psicológico del ego para hacer cosas y, si en vez, estás pensando con el Espíritu Santo, quiere decir el reflejo aquí del Poder de crear o amar de Dios y de Su Hijo. Ver
T2.1 [15], T4.5 [63], T7.4 [24] y [25], T27.4
2
… todo eso empezó en mi mente cuando en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, se adentró una diminuta idea alocada, de la que yo, el Hijo de Dios, olvidó reírse.
38
A causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales tales como, entre otras cosas, la hechura del tiempo y del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la pizca de polvo cósmico que llamo Tierra y, sobre ella, mi cuerpo individual separado de los demás cuerpos y compitiendo interminablemente con ellos…
T27.9 [82] 37-38
3
La
Mente
, con mayúscula, se refiere a la Mente única de Dios o de Cristo, y representa el agente que activa al Espíritu, aportándole su energía creadora. El Espíritu es el Pensamiento de Dios Que Él creó a Su semejanza. El Espíritu unificado es el Hijo único de Dios, o Cristo, en Quien nuestras Almas perfectas y eternas son Uno
|
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T29.10
EL SUEÑO QUE PERDONA
pár 62-63
|
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T29.10 [62] 7
¿Cómo puede
despertar
el Hijo de Dios de este sueño?
8
Al ser un sueño en el que se juzga,
9
se
despertará
en cuanto
deje
de juzgar
4
.
10
Pues, mientras
forme parte
del sueño, éste parecerá prolongarse.
11
No juzgues, pues el que juzga no sólo
necesitará
ídolos para evitar que sus juicios recaigan sobre él mismo;
12
sino que no
podrá
conocer al
5
Yo
6
, que ha condenado.
13
Por tanto, no juzgues, pues si lo haces
pasarás
a formar
parte
de sueños malignos en los que los ídolos se convierten en tu "verdadera" identidad, así como en tu salvación del juicio que, lleno de terror y culpa, emitiste sobre ti mismo.
T29.10 [63] 14
Todas las figuras del sueño son ídolos, concebidos para salvarte
de
él.
15
No obstante, fueron hechos para salvarte
de
lo que forman
parte
.
16
De esta manera, el ídolo
mantiene
un sueño vivo y terrible, pues, ¿quién podría desear un ídolo
a no ser que
estuviese aterrorizado y desesperado?
17
Y como esto es lo que el ídolo
representa
, venerarlo
es
venerar la desesperación, el terror y también el sueño de donde provienen.
18
Juzgar constituye una
in
justicia contra el Hijo de Dios, y es
hacer
realmente justicia que aquel que
lo
juzgue no escape la pena que realmente se impuso a
sí mismo
7
,
dentro del sueño que hizo.
19
Dios sabe de justicia,
no
de castigos.
20
Pero en el sueño en el que se juzga, tú atacas y, a la vez,
eres
condenado; y además,
deseas
ser el esclavo de ídolos que se interponen
entre
tus juicios y el castigo que éstos conllevan.
|
|
4
Juzgar
es el complemento de la percepción del ego en el proceso fundamental para sobrevivir en la realidad de este mundo —mientras nuestro cuerpo viva en él— por el cual interpretamos y luego juzgamos la información recibida por nuestros sentidos de algo separado de nuestra mente, proceso que culmina con nuestra decisión en cuanto a lo que son o cómo son las cosas, cuáles son potencialmente favorables y/o valiosas y cuáles peligrosas y/o culpables.
(T3.7 [57] 42-46)
Cuando aplicamos este proceso a personas, decidimos cuáles merecen que entremos con ellas en una relación especial, cuáles nos son indiferentes, y cuáles merecen castigo. El juzgar a tiempo nos protege y mantiene a salvo, aunque también establece separaciones, culpa, miedo y la carga imposible de tratar de actuar como Dios.
(M10.6)
Pero juzgar no es nuestra función,
(T14.6 [49] 25-27)
pertenece al Espíritu Santo, cuya percepción acertada nos lleva al conocimiento. Él no observa otra cosa que la diferencia que hay entre el reflejo aquí de la Realidad y las ilusiones de este mundo.
(M8.6)
Cuando habiendo aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado al otro y extendido milagros, pensemos y percibamos acertadamente con el Espíritu Santo, sabremos qué hacer en toda circunstancia para tratar lo más posible que aquí sea el reflejo de la Realidad. Ver
T3.8, T4.5 [64], T29.10 [62]-[63], M10, M15
5
… el reflejo aquí del
6
Yo
, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios, en Quien todos — como Almas eternas y perfectas— somos realmente Uno y, Quien es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu
yo
es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu
yo
es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno.
Cristo
, aquí, es la experiencia mental, en un instante santo del mundo real, de unión o completa identificación con la mente del otro al que creemos haber perdonado totalmente, experiencia que extendemos a todos y a todo, como reflejo aquí de la eterna Unicidad de Dios con Su Hijo único, en cuya Alma, todos —como las Almas perfectas y eternas que realmente somos— somos Uno. Ver
T1.1.32 [45] 7-8, T1.1.34 [48] 8, T30.6 [63] 36, T31.1 [9] 62
7
… ya que el hermano a quien ha juzgado y él mismo son realmente Uno en Cristo,
|
|
T29.10
EL SUEÑO QUE PERDONA
pár 64
|
|
T29.10 [64] 21
No
puede
haber salvación
8
en el sueño tal como
tú
lo estás soñando.
22
Pues los ídolos
tienen
que ser parte de él, para poder salvarte de lo que crees haber logrado y de lo que crees que has hecho para hacerte pecador y extinguir la Luz
9
que se encuentra en ti.
23
Niños pequeños
10
, la Luz sigue ahí.
24
Solamente están soñando, y los ídolos son los juguetes con los que sueñan que juegan.
25
¿Quiénes, sino los niños, tienen necesidad de juguetes?
26
Los niños juegan a gobernar el mundo y otorgan a sus juguetes el poder de moverse por doquier, hablar, pensar, sentir y, también, hablar por
ellos
.
27
No obstante, todo lo que los juguetes parecen hacer tiene lugar sólo en las mentes
11
de los que juegan con ellos.
28
Y éstos, no solamente ansían olvidar que ellos mismos inventaron el sueño en el que sus juguetes son reales, sino que no quieren reconocer que los deseos de estos juguetes son los suyos propios.
|
|
8
La
salvación
es el proceso por el cual, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen —regidos como están por las leyes de la evolución y escasez— queremos creer en el eterno Presente de la Realidad del Amor de Dios, en Cuya eterna Unicidad todos —como Almas perfectas, Una en Cristo, el Hijo único de Dios— estamos realmente. Para ello, vamos dejando cada vez más de lado el pensar, percibir y actuar egocentrista del ego y, en su lugar, queremos pensar con el Espíritu Santo, aceptamos el Redimir para nosotros mismos, perdonamos al otro y a los demás, entablamos relaciones santas y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo. Ver
T9.6, T11, T22, T31, LTe.2 (-L231)
9
Luz
, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula,
luz
, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu en nuestra mente en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver
T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
10
… los que seguimos en la
relación especial
que es la que, pensando, percibiendo y actuando con nuestro ego, entablamos con una o más personas especiales que poseen atributos especiales, con las cuales esperamos llenar nuestras necesidades igualmente especiales. Constituye la renuncia a la eterna y alegre concordia del perfecto Amor que nuestras Almas profesan unas con otras y —Una en Cristo, el Hijo único del Padre— con Dios en Su Unicidad, extendiéndose así la Creación. Es el intento del ego de asegurar para sí el especialismo que Dios le negó, nacido del deseo oculto de que Dios amara a Su Hijo, ahora separado, con un amor especial. Es el insincero interés, amor, amistad o aprecio por otra u otras personas que nuestro ego utiliza para constituir con ellas relaciones por medio de las cuales alcanzar algunos de sus objetivos personales. A veces, estas relaciones especiales devienen en dependencia o codependencia, pero que, en todo caso, siempre constituyen ataques velados. Ver
T15.6aT15.10, T16
11
En minúscula, la
mente
representa nuestra mente aquí, en la separación, y puede estar acertada o equivocada dependiendo de la voz que escuche. El
Curso
la describe como si tuviese dos partes: el espíritu (o mente acertada) y el ego. El espíritu es la parte que aún puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, cuando pensamos, percibimos, perdonamos y extendemos milagros con Él. El ego es la parte que piensa según la evolución, es completamente ilusoria y sólo hacedora de ilusiones. Ver
T30.4 [43], T6.5 [46] 11, T6.5 [48]
|
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T29.10
EL SUEÑO QUE PERDONA
pár 65-67
|
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T29.10 [65] 29
Las pesadillas son sueños infantiles.
30
En ellas, los juguetes se han vuelto contra el niño que creyó haberles dado realidad.
31
Pero ¿
puede
atacar un sueño
12
?
32
¿O
puede
volverse un juguete enorme y peligroso, feroz y salvaje?
33
Esto es lo que el niño cree,
pues
tiene miedo de sus propios pensamientos, y en vez de considerarlos propios prefiere atribuirlos a los juguetes.
34
Y la realidad de éstos se convierte en la suya propia, porque los juguetes parecen
salvarlo
de sus propios pensamientos.
35
No obstante, los juguetes
mantienen
los pensamientos del niño vivos y reales, pero como si estuviesen fuera de él, desde donde pueden volverse contra él puesto que los ha traicionado.
36
El niño cree que
necesita
los juguetes para poder escapar de sus pensamientos, porque cree que los
pensamientos
de ellos son reales.
37
Y así, lo convierte
todo
en un juguete, para hacer que su mundo siga siendo algo externo a él y jugar a que
él
no es más que una parte de
ese mundo
.
T29.10 [66] 38
Llega un momento en que la infancia debería dejarse atrás para siempre.
39
No sigas aferrándote a los juguetes de la infancia.
40
Déjalos todos a un lado, pues ya no los necesitas.
41
El sueño en el que se juzga no es más que un juego de niños, en el que el niño se convierte en el padre, poderoso, pero con la limitada sabiduría de un niño.
42
Lo que le hiere ha de ser destruido; lo que le ayuda, bendecido.
43
Con la salvedad de que juzga esto con el criterio de un niño, que no sabe distinguir entre lo que hace daño y lo que cura.
44
Y parece que le suceden adversidades, y tiene miedo del caos que ve en un mundo que cree gobernado por las leyes que él mismo redactó.
45
No obstante, el mundo real
13
no se ve afectado por el mundo que el niño cree que es real,
46
ni sus leyes han cambiado porque él no las entendiera.
T29.10 [67] 47
Y es que el mundo real sigue siendo un sueño.
48
Excepto que en él, los personajes han cambiado,
49
y ya no se ven como ídolos que traicionan.
50
Es un sueño en el que no se utiliza a nadie para que sea substituto de otra cosa, ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve.
51
No se utiliza a ninguna persona para algo que ella realmente no es, pues todas las cosas infantiles han sido dejadas a un lado.
52
Y lo que una vez fue un sueño en el que se juzgaba, se ha convertido ahora en uno en el que todo es alegría, porque ése es su verdadero
propósito
.
53
Sólo los sueños en los que se perdona
14
pueden entrar aquí, pues el tiempo está a punto de finalizar.
54
Y las formas que entran en el sueño se perciben ahora como hermanos, a los que ya no se les juzga, sino que se les ama.
|
|
12
… a la
Unicidad
que, con mayúscula es, en el eterno Presente del Cielo, Dios creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula,
unicidad
es la idea procesada en nuestro espíritu —la parte de nuestro cerebro que es capaz de compasión, de compartir y de amistad desinteresada— nacida del anhelo natural de unirnos amorosamente a todos y a todo, cuando logramos acallar en nuestro cerebro los deseos, ambiciones y pasiones del ego. Es el reflejo aquí de lo que queremos creer que es la eterna Unicidad de Dios. Ver
T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
13
El
mundo real
es la meta de nuestro viaje, el estado de la mente que percibe aquí con el Espíritu Santo el reflejo de la eterna Unicidad. En esta percepción, no vemos nada que no justifique perdonar totalmente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirnos a otro (a otros) en una relación santa a favor de todos los demás. Ver
T10.8 [70], T11.4 [30]-[32], T12.7, T16.7, T30.6, L129, LTe.8 (-L291)
14
Perdonar
es un proceso que comienza cuando habiendo logrado en la vida el mejor lugar que he podido, dadas las circunstancias en las que me ha tocado nacer y vivir, me pregunto si habrá alguna otra manera de vivir en el mundo con menos competencia, agresividad, y defensas, y con algo de paz y alegría; decido que quiero ver al mundo de otra manera, y para lo cual invito al Espíritu Santo a pensar y percibir conmigo. Luego, al darme cuenta de que la clave de la salvación de la separación y del ego está en el otro, quiero verlo de otra manera, es decir, quiero perdonarlo aún sin saber muy bien qué es perdonar de verdad. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que, por estar pensando con el ego, es la guionista y hacedora de todo este mundo en el que creemos que vivimos. Entonces, el Espíritu Santo me dice: "Hermano mío, escoge de nuevo", que es el segundo paso. El tercer paso se da cuando me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonar aquí, porque no hay nada que perdonar en la Realidad — Donde quiero creer que como Almas estamos todos, Una en Cristo— y al lograr perdonar totalmente a ese otro en el mundo real de mi fuero interior, voy a vivir la divina experiencia de Amor de la unión con él que se va a extender a todos. Este es el último escalón que nos lleva conjuntamente a las puertas del Cielo. Ver
T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
|
|
T29.10
EL SUEÑO QUE PERDONA
pár 68-70
|
|
T29.10 [68] 55
No es necesario que los sueños en los que se perdona duren mucho.
56
No se conciben para separar a la mente de lo que piensa,
57
ni intentan probar que el sueño lo está soñando
otro
.
58
Y en esos sueños se oye una melodía
15
que cada uno recuerda, si bien no la ha oído desde antes de que todo tiempo empezara.
59
El perdón —una vez que se ha completado— acerca de tal manera la intemporalidad, que se puede oír el canto del Cielo, no con los oídos, sino con la santidad que nunca abandonó el altar que lleva todo el tiempo en lo más profundo del fuero interno del Hijo de Dios.
60
Y cuando vuelve a oír este canto, sabe que realmente
nunca
había dejado de escucharlo.
61
¿Y adónde
va a parar
el tiempo, una vez que los sueños en los que se juzga se han dejado a un lado?
T29.10 [69] 62
Cada vez que sientes miedo
16
, en la forma que sea —y
tienes
miedo si no te sientes profundamente contento, no estás seguro de que dispones de ayuda, o no te embarga la tranquila confianza de que el Cielo te acompaña— ten por seguro que has hecho un ídolo, y que crees que te va a traicionar.
63
Pues, bajo tus esperanzas de que el ídolo te salve, yace la culpa
17
y el dolor de la auto-traición y de la incertidumbre, tan profundos y amargos que el sueño no puede ocultar completamente tu sensación de fracaso.
64
Tu autotraición
tiene
necesariamente que producirte miedo, pues tener miedo
es
juzgar, y ello conduce inevitablemente a la frenética búsqueda de ídolos y de la muerte.
T29.10 [70] 65
En cambio, los sueños en los que se perdona te recuerdan que realmente vives seguro, y de que
no
te has atacado a ti mismo.
66
De esta manera, tus terrores infantiles se desvanecen y los sueños se convierten en señal de que has emprendido un nuevo comienzo, y
no
otro intento de venerar ídolos y
mantener
vigente el ataque.
67
Los sueños en los que se perdona son buenos con todo el que forma parte de ellos,
68
porque liberan completamente de miedo al soñador de los sueños.
69
Así, él no teme sus propios juicios, pues no ha juzgado a nadie ni ha intentado —
mediante
juicios— liberarse de lo que los propios juicios
tienen
necesariamente que imponer.
70
Y durante todo este tiempo, él recuerda continuamente lo que había olvidado cuando los juicios parecían ser la manera de
salvarlo
18
de la sanción que ellos mismos imponen.
|
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15
… de Amor
16
El
miedo
es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando decides pensar con el Espíritu Santo y aceptas solamente los pensamientos amorosos de las Almas de cada uno y de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseña que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver
T2.4, T4.5, T5.7, T11.3, T12.3, T21.5, T23.5, T24.7, T27.3
17
La
culpa
o
culpabilidad
, aquí, cuando pensamos con el ego, es el sentimiento de haber faltado contra las normas que a lo largo de su vida según sus reflexiones, creencias y experiencias, cada uno ha considerado relevantes. En el Cielo no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas Una en el Alma de Su único Hijo, en el eterno Presente de Su perfecta Unicidad. En cambio, aquí reina la imperfección del ego y de sus obras: el tiempo, el espacio, y todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y de la escasez. Cuando creemos que ésa es nuestra realidad, sentimos culpabilidad por no estar a la altura de la perfección relativa que anhelamos. Pero cuando aceptamos el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente somos esas Almas perfectas y eternas que son Una con el Hijo y, por lo tanto, que no nos hemos separado de Dios. También, en nuestras mentes que ahora piensan con el Espíritu Santo, queremos ver las faltas imperdonables como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros, y de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos y hacemos en el Cielo, a saber: Almas que son Una en el Hijo, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo que así era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver
T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
18
… realmente
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