La mayoría de los niños con rabietas persistentes no se "portan mal"
intencionalmente.
Están experimentando respuestas primitivas de estrés porque funcionan sólo con la parte inferior de su cerebro. Para entender el cerebro de los niños podemos imaginarnos una casa. La "planta baja" de la casa o cerebro inferior es una estructura más primitiva porque se ocupa de las reacciones innatas e impulsos como la lucha y la huida, y de las emociones fuertes como la ira y el miedo. La "planta alta" de la casa o cerebro superior es una estructura más compleja donde tienen lugar los procesos mentales más elaborados, como el pensamiento, la reflexión, y la planificación. El cerebro superior es responsable de tomar decisiones, controlar las emociones, entenderse a sí mismo, etc.
Cuando el cerebro superior funciona bien, el niño puede regular sus emociones, plantearse las consecuencias, pensar antes de actuar y tener en cuenta los sentimientos de los demás. Pero la realidad es que la mayoría de los niños que vienen de lugares difíciles funcionan exclusivamente con su cerebro inferior porque no han tenido un desarrollo óptimo. El cerebro de estos niños no está integrado todavía.
Pero, ¿cómo podemos entonces abordarlo mejor? Debemos ser padres y cuidadores que tengamos su cerebro en mente. Nuestra tarea es ayudarlos a construir la escalera de abajo hacia arriba, para así conectar el "cerebro inferior" con el "cerebro superior" y sólo se puede hacer en esta dirección. Hacemos esto encontrando maneras en que el niño se sienta seguro a través de respuestas amorosas que le proporcionen seguridad y respeten sus diferencias individuales. Debemos dar prioridad a bajar la reactividad del cerebro inferior ("el de abajo") antes que otra cosa.
Cuando usamos estrategias de arriba hacia abajo, o sea usando sermones largos o razonamientos, les enviamos el falso mensaje de que si "se esfuerzan lo suficiente" pueden mejorar. Oír repetidamente esto va dañando la auto-imagen del niño, su confianza en sí mismo, y la relación padre-hijo porque él mismo pensará que por más que se esfuerce no logra hacer lo que uno espera de él.
Necesitamos entender que para que el niño pueda controlar sus emociones y comportamientos requiere que ciertas bases estén en su lugar primero. Para que un niño aprenda a calmar su cuerpo y su mente requiere primeramente que sus cuidadores sean capaces de calmarlo de manera amorosa. La regulación emocional se desarrolla a partir de una co-regulación emocional con adultos amorosos. No se desarrolla por sí solo. Es decir, lo tienes que hacer tú con ellos.
Los caminos en el cerebro de los niños con un pasado muy doloroso están muy trillados y volver a construir otros es una tarea ar
dua que requiere paciencia y calma. Con el tiempo, estas habilidades formarán la base de la casa emocional del niño. Y podrán ver que incluso niñas como María pueden aprender a hacer frente a lo inesperado.
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